martes. 19.03.2024

El símbolo de la libertad se opaca

Madiba, el título que los ancianos de su tribu le han otorgado, se nos va de este mundo a sus 95 años, con él muere un gran referente y símbolo de la libertad en África...

Madiba, el título que los ancianos de su tribu le han otorgado, se nos va de este mundo a sus 95 años, con él muere un gran referente y símbolo de la libertad en África. Un héroe que logro la reconciliación por encima del odio. Hoy le lloraran negros y blancos por igual.

Nelson Mandela luchó durante 67 años contra el régimen racista del ‘apartheid’, impuesto por una minoría blanca en Sudáfrica hasta 1994. Pasó 27 años en la cárcel como el preso 46.664. Fue galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1993 junto al presidente De Klerk, y se convirtió en 1994 en el primer presidente negro elegido democráticamente en la historia de Sudáfrica. Su última gran aparición pública fue en la ceremonia de clausura del mundial de futbol 2010 celebrado en este país y que ganó España.

Mandela morirá, como falleceremos todos, pero vivirá en la historia como un conductor de su pueblo a la libertad y a la reconciliación. Él estaba convencido de que era posible desmontar las más de 1.700 leyes que garantizaban el ‘apartheid’ y el privilegio de 4 millones de blancos que sometían a 25 millones de negros, lo que él llamaba “un genocidio moral”. 

La epopeya prodigiosa de la libertad y la reconciliación lograda en Sudáfrica está llena de lecciones de generosidad, grandeza y humanismo, pero no hubieran sido posibles sin el espíritu que encarna Mandela: verdad y perdón. 

Acabar con las cuentas pendientes sólo era posible con un proceso de reconciliación y la ilusión para hacerlo, porque los rencores, el oprobio y los agravios son incompatibles con el futuro de convivencia. La creación en 1994 de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación fue el instrumento para tal cometido, una especie de tribunal de derecho. Imponía a unos y otros el relato de la verdad durante sesiones públicas, y los afectados valoraban si perdonaba.

Para las víctimas se creó el Comité para las Violaciones de Derechos Humanos y para los verdugos el Comité para la Amnistía. El arzobispo Desmond Tutu fue un gran artífice de este proceso, el rostro visible mientras Mandela estuvo preso.

Evitar la guerra civil fue un empeño colectivo porque  los blancos no iban a perjudicarse por los cambios, ya gozaban de los derechos y la libertad. La población negra no esperaba nada bueno de ellos porque los blancos fueron cómplices por omisión de todos los crímenes del ‘apartheid’ y nunca buscaron el consenso. Este problema se hubiera podido resolver expulsándolos de Sudáfrica, pero lo que realmente sucedió fue la creación de una nueva identidad que s podía nacer sólo con los valores abstractos de la democracia deliberativa.

Dicha democracia necesitaba una redefinición sobre el bien humano porque se enfrentaba a un pasado político trágico donde la voluntad y el esfuerzo personal del perdón y la reconciliación fueron un propósito colectivo. Algo que Madiba siempre tuvo claro y por lo que ha luchado hasta estos sus últimos días. Salir de un pasado doloroso a construir una nueva realidad política para su pueblo. Una utopía posible.

“A Colombia le ha faltado un Mandela”, me comentó en una ocasión Doris Ardila… Cierto es. Y no sólo en nuestra amada república. Madiba nos ha demostrado que la paz y la reconciliación son posibles, si él pudo perdonar y guiar a su país hacia la disolución del ‘apartheid’… Nosotros podemos poner fin al conflicto que nos desangra desde hace más de medio siglo. En su legado debe basarse nuestra esperanza.

El símbolo de la libertad se opaca