viernes. 29.03.2024

Reparto o conflicto

El sindicalismo no está para ejercer de notario de la realidad sino para transformarla desde la organización y la actuación colectiva del mundo del trabajo

“No sabemos lo que nos pasa, y eso es precisamente lo que nos pasa”. Esta vieja frase de Ortega y Gasset habría podido encabezar muchos artículos en los últimos años para ilustrar los profundos cambios sociales y políticos que hemos conocido en la última década.

Sin embargo, en este Primero de Mayo de 2018 no serviría para caracterizar “lo que le pasa” al país. Porque es bastante evidente: Crecemos sin repartir. Se incrementa la desigualdad.

No hay más que mirar algunas cifras. Llevamos desde 2014 creciendo a una media del 2,8% de PIB anual; producimos más bienes y servicios que antes de la crisis; las empresas tienen 36 mil millones de beneficios más que los que declaraban de forma previa a la doble recesión económica que se inició hace 10 años.

Por el contrario, los salarios siguen sin recuperarse. El recorte medio real del salario en nómina ha sido del 7,6% desde 2008 a 2015. En los salarios más bajos ese recorte es de un escandaloso 22%. Se produce más que en 2008, es cierto, pero con un millón largo de personas menos con un puesto de trabajo remunerado. Por tanto, la productividad crece más que los salarios. Las pensiones se revalorizan insuficientemente. Volvemos a la mayor tasa de contratación temporal de Europa (27%) y en el primer trimestre del año, un tercio de los contratos suscritos lo eran a tiempo parcial.

En definitiva, tenemos un país más desigual donde la distribución de renta se polariza. En opinión de CCOO esta situación es consecuencia directa de algunas de las reformas adoptadas en la crisis económica. Reformas como la laboral, la de pensiones o las sucesivas reformas fiscales, concebidas con el objetivo económico de la devaluación interna del país. Como estas reformas siguen operando en el momento de crecimiento, están actuando como lastres para que la recuperación llegue a la mayoría social. Eso es lo que nos pasa.

El sindicalismo no está para ejercer de notario de la realidad sino para transformarla desde la organización y la actuación colectiva del mundo del trabajo. Por eso vamos a poner encima de la mesa, de nuevo, una batería de medidas:

En salarios es necesario un acuerdo estatal que sirva para impulsar los convenios colectivos durante los próximos años, partiendo de una premisa clara: recuperación salarial y especial énfasis en los salarios más bajos.

En pensiones, hace falta garantizar una revalorización que impida la pérdida de poder adquisitivo y sobre todo, medidas que garanticen pensiones públicas suficientes en las próximas décadas. Esto es incompatible con la actual estructura de ingresos del sistema y con las medidas introducidas por el Gobierno de forma unilateral, que harían caer la cuantía de las futuras pensiones de forma ostensible.

Medidas contra la precariedad. Las empresas en España externalizan riesgos y bajan salarios a través del recurso permanente a la contratación temporal y el despido fácil, por un lado, y a través de la “subcontratación precarizadora” por otro. Hace falta cambiar la norma legal para que el despido sea la última opción de la empresa, y que cualquier proceso de externalización productiva no tenga “barra libre” para bajar salarios.

Medidas contra la brecha de género, que hace que las mujeres tendrían que ver aumentados sus salarios un 30% de media, para ser estadísticamente iguales a los de los hombres. La contratación a tiempo parcial (un 73% femenina) y los complementos salariales (un 44% de diferencia entre los que perciben hombres y mujeres) requieren de actuaciones desde la administración en múltiples materias. Una no menor es una inversión social en materia de atención a las personas y a la dependencia, pues los cuidados siguen lastrando en demasiadas ocasiones las trayectorias laborales de las mujeres.

Estas y otras medidas, que debieran basarse entre otras cosas en corregir el 6,5% de diferencial entre presión fiscal de España con la UE, se pueden adoptar. Son posibles, viables, justas socialmente y eficaces económicamente.

Por eso hacemos una apelación a la clase trabajadora, a la juventud, a pensionistas, a quienes han sido más golpeados/as por la crisis. Se pueden modificar las cosas. El sindicalismo de clase es una herramienta clave para dar utilidad a la movilización social y concretarla en medidas que sirvan para mejorar la vida de la gente. Por eso, siempre ponemos por delante las propuestas y reivindicaciones, y la voluntad de negociación. El Primero de Mayo tiene que marcar un punto de inflexión. O hay reparto o hay conflicto.

Reparto o conflicto