sábado. 20.04.2024

Realidades italianas y ¿españolas?

nuevatribuna.es | 18.12.2010No hablo ya de la evidente ligazón entre corrupción y política que este señor ha llevado a la categoría de impune, gracias a una serie de leyes redactadas a su medida al hilo de cada uno de sus muchos procesos juidiciales. Ni hablo de la patética oratoria machista, xenofoba y clasista que utiliza.

nuevatribuna.es | 18.12.2010

No hablo ya de la evidente ligazón entre corrupción y política que este señor ha llevado a la categoría de impune, gracias a una serie de leyes redactadas a su medida al hilo de cada uno de sus muchos procesos juidiciales. Ni hablo de la patética oratoria machista, xenofoba y clasista que utiliza. Ni tampoco de la lamentable e indecorosa vida privada de quien hace gala y ostentación de representar la Italia de la Ley y el Orden. La Ley a su medida y el Orden en defensa de sus intereses debe ser. Hablo, del último episodio de la tragicomedia italiana donde Berlusconi ha salvado la moción de censura presentada por la oposición, comprando a varios diputados y haciendo ostentación de que aún tiene cargos y prebendas para quien quiera pasarse a “su mayoría”. Al menos en Madrid con el Tamayazo, nadie se vanaglorió en público de la compra-venta de votos de unos inmorales que regalaron en bandeja el Gobierno regional al Partido Popular en el año 2003.

Y es que la política italiana, con sus características y peculiaridades, debe servirnos para reflexionar sobre donde se llega gracias al descrédito de la política y como, en ese caldo, germinan personajes que hacen un uso impresentable de lo colectivo, con el aplauso incomprensible de la ciudadanía. Cuando las encuestas nos dan que en nuestro país, un personaje como Belén Esteban es vista como una opción aceptable desde el punto de vista electoral... sería el momento de hacernos mirar en que tipo de sociedad estamos o hemos construido y cuales son los valores que imperan.

En Italia, la política está dividida, ahora, en tres grandes bloques formados por fuerzas diversas y a veces contrapuestas entre sí. Por una lado el Pueblo de la Libertad de Berlusconi, que trabaja junto a los secesionistas de extrema derecha de la Liga Norte (admirados por Laporta y compañía en Cataluña) y los restos de la neofascista Alianza Nacional (desconcertados tras la salida de Fini hacia el centro). Por otro en el centro izquierda, además de los restos de la izquierda comunista cada vez más marginal, no termina de consolidarse el Partido Democrático que nació de la suma de los excomunistas del PCI y los sectores progresistas de la Democracia Cristiana como nueva fuerza reformista, además de la reciente creación al estilo francés de una Constituyente Ecologista y de la existencia de una fuerza pujante como es la izquierda justicialista de ex juez Di Pietro. Y ahora además, se ha creado un tercer espacio, llamado el Polo de la Nación, donde los democristianos, centristas y los seguidores del post-fascista Fini quieren recrear una gran fuerza de centro que haga de contrapeso a los que ellos denominan “las dos Italias” ¿nos suena de algo?

En definitiva, la política italiana tiene como casi siempre un horizonte complicado, entre sus dos almas: la que aspira a modernizarse y mirar a Europa y la que pretender seguir funcionando con los códigos ancestrales que han generado atraso, corrupción y clientelismo. En esto España, que está sufriendo un desgaste a pasos agigantados en su concepción de lo público, lo colectivo y la ciudadanía, debería, deberiamos, plantearnos si nuestro futuro no está a expensas de que un Berlusconi cualquiera, lease un nuevo Gil, Anglada o similar, de el paso desde lo local donde ya ha calado, a lo general y nos encontremos con que esas tertulias y medios que defienden la antipolítica como herramienta de implementar un ultraconservadurismo ramplón, han generado el suficiente apoyo para que luego nos lamentemos.

Tras las “mamma chichos”, princesas del pueblo y tertulias populistas, además de los discursos pseudoprogres del “todos son iguales”, es muy facil que nos encontremos que Berlusconi no es tan diferente a lo que podemos llegar a tener aquí... tiempo al tiempo.

Óscar Cerezal Orellana | Alcalde Manzanares El Real (Madrid)

Realidades italianas y ¿españolas?
Comentarios