jueves. 18.04.2024

Cuatro razones ambientales para una regeneración

Parece razonable decir que no puede encomendarse la regeneración a quienes más han contribuido a la degeneración.

Vivimos tiempos de retórica. Las razones que se esgrimen en el tablero virtual de las negociaciones que deberían conducir a la formación de un nuevo Gobierno para el país se mueven en el terreno de lo abstracto (estabilidad, confianza, solvencia…). Sugiero un ejercicio mucho más práctico y menos dado a interpretaciones interesadas de unos y otros, así que paso a exponer sólo cuatro razones de orden medioambiental que, a mi entender, justificarían un radical cambio político de alcance estatal. Obvio señalar que puede abordarse igual análisis en relación con cualesquiera otras políticas sectoriales.

  • Agua: Con quien fuera ministro del ramo, Miguel Arias Cañete, contaminado por la mancha de aceite del caso ACUAMED, con su otrora secretario de Estado, Federico Ramos, ya dimitido, con la cúpula del ente público cesada y encarcelada, con la directora general pendiendo de un hilo, y con la ministra en funciones citada a comparecer en el Congreso como consecuencia de este escándalo de corrupción, destapado en la vía judicial por técnicos del ministerio que vieron como sus denuncias eran inicialmente archivadas por sus superiores, sería preciso acometer una profunda tarea de depuración para conseguir que las aguas volviesen a bajar limpias.
  • Costas: Con una reforma de la Ley pilotada por quien es hoy secretario de Estado en funciones, en su momento director general de costas, que ha sido declarada inconstitucional en algunos de sus artículos más controvertidos, y que comienza a producir sus efectos más perniciosos con prórrogas de ocupaciones gravemente lesivas en el suelo litoral, y un serio conflicto de inseguridad jurídica que a buen seguro será fuente de litigiosidad durante años, es evidente que urge una reconsideración integral de la estrategia a seguir en materia de conservación y gestión del litoral, un patrimonio insustituible que es al tiempo recurso vital para el país (turismo, pesca, transporte, urbanismo…).
  • Cambio Climático: No hay mejor definición para la errática política seguida por el Gobierno del PP  en esta materia que la de oportunista, y nada hay más dañino para un país que abordar desde el mero tacticismo una cuestión de alcance sistémico y de largo recorrido. Se inició la legislatura de la mano del primo de Rajoy, pasamos su ecuador escuchando de boca del portavoz, Rafael Hernando, que entre el cambio climático y la profecía maya del fin del mundo no hay gran diferencia, y la concluimos con la noticia de que, tras varios años de reducción, las emisiones de gases de efecto invernadero volvieron a crecer en España, relegándonos al puesto 41 como uno de los países con resultados pobres en políticas climáticas, en el caso de Europa sólo Austria y Estonia tienen peor puntuación. Teniendo en cuenta que los principales vectores de generación de nueva actividad económica y empleo en las próximas décadas estarán vinculados a procesos de transición hacia la sostenibilidad, queda claro que con visiones políticas como las exhibidas en la pasada legislatura estaríamos condenados a perder ese tren.
  • Energía: Quizás el paradigma de la antipolítica del siglo XXI podríamos personificarlo en el ministro de industria y energía, José Manuel Soria. Se estrenó en el cargo decretando un apagón renovable que arrastró tras de sí todo un efecto dominó de catastróficas consecuencias. Expulsó a España del liderazgo tecnológico mundial en energías limpias, destrozó todo el tejido industrial vinculado a las renovables, arruinó a miles de pequeños inversores, judicializó hasta extremos insospechados la política energética, y todo ello para concluir la legislatura con una subida acumulada del precio de la luz del 16`2%. Si queremos una política energética para los nuevos tiempos, no podemos encomendársela a quien apuesta por energías del siglo pasado.

Es evidente que hay que regenerar la política ambiental en nuestro país, y parece razonable concluir que no puede encomendarse su regeneración a quienes más han contribuido a su degeneración.

Cuatro razones ambientales para una regeneración