sábado. 20.04.2024

El ranking de Shanghai

Hasta hace, relativamente poco, las Universidades españolas estaban valoradas por los españoles como excelentes. Todavía el marchamo universitario...

Hasta hace, relativamente poco, las Universidades españolas estaban valoradas por los españoles como excelentes. Todavía el marchamo universitario era indicativo de nivel en la preparación de una persona en nuestra sociedad. Ciertamente, arrastraba el status de épocas pasadas en las que se valoraba mucho la preparación, porque el futuro era exigente y requería a personas preparadas para ello. La Universidad marcaba una diferencia entre dos tipos de personas, las que estaban obligadas a resolver su vida a través de empleos rutinarios, la mayor parte de las veces artesanales y aquéllas que estaban en mejor posición para formar parte de la clase dirigente, empresarial, económica, social y política. Algunas Universidades gozaban de mejor crédito, pero, básicamente, la Universidad era considerada como una, sin muchas distinciones. En ambos grupos se daban excepciones, claro está. En la clase empresarial, en particular, la mayoría de las veces, la audacia que exhibían algunos, estaba en relación inversa con su preparación. De hecho, esas habilidades especiales que se requieren para combinar audacia con ponderación y lograr ser un empresario de éxito sostenible, suelen jugar con el azar y, con harta frecuencia, es el último el que gana la partida. Aprendí de un empresario ejemplar el carácter de mito, que se sostiene en el tiempo, sobre el riesgo que corren, que se les atribuye a los empresarios y que nunca es tal, porque es tan difícil mantenerse con esas prácticas, que los que lo han hecho, ya dejaron de ser empresarios, hace tiempo.

Hoy, el carácter destacado a los universitarios ha caído, junto a tantos otros atributos que la crisis ha fulminado. Muy recientemente, hace horas, una destacada alumna me decía que ha aceptado un trabajo en la empresa privada, dado que todo lo público es tan sospechoso de ser eventual, que prefiere correr el riesgo en la iniciativa privada, “que es más seria”. A estos límites hemos llegado. La estabilidad y permanencia de todo lo público, que a nadie ha hecho rico nunca, por medios lícitos, llevada aparejada la escasa relevancia de las ganancias que aportaba. Al final era casi siempre cosa vocacional, más que de interés económico. Hoy, han cambiado las tornas, hasta ese extremo de colocar a todo lo público en el anaquel de las sospechas. Un universitario egresado con una titulación superior, se ve obligado a cursar estudios intermedios de FP, para ver si ocultando que tiene el título superior, consigue que lo contraten con el intermedio. Y, eso, teniendo mucha suerte. Todo lo que está ocurriendo en nuestro país, parecería que es un decidido acto de arrasar con todo lo existente, sin tener nada claro que con lo que se pueda pretender suplir, no necesariamente mejora, ni mucho menos, lo que había.

En todo caso, y ciñéndonos exclusivamente a las Universidades que tenemos, nada más demoledor que las comparaciones con otros centros de Educación Superior de otros países. El ranking de Shanghai recoge las 500 Universidades líderes en el mundo. Se publicó por primera vez en 2003, por una iniciativa gubernamental del Gobierno chino, que intentaba conocer y comprender las características de las Universidades en las que se hacía investigación en el mundo. Hoy proporciona las características únicas de cada Universidad que abordan los retos más importantes que tenemos como Humanidad, tales como el clima, la pobreza o la enfermedad, pongamos por caso. El supuesto del que parte es que el interés de la Universidad estriba en que soportan la economía, al trasladar los descubrimientos al mercado, dando lugar a la creación de empleo y generando las oportunidades de inversión. Por ello, pretende brindar a los estudiantes la opción de encaminarse al aprendizaje de las habilidades emprendedoras que les permitan empeñarse en conseguirlo, al tiempo que elevan el nivel de conocimiento para lograrlo.

Bien, la cuestión es que no hay ninguna Universidad española en las 200 primeras Universidades del ranking de Shanghai. A nivel global, las primeras Universidades españolas que aparecen ocupan los lugares 201 a 204: Universidad Autónoma de Barcelona, Autónoma de Madrid, Complutense y Universidad Central de Barcelona. Luego un hueco hasta la 301-304 que ocupan la Politécnica de Valencia, la Universidad de Granada, la Pompeu Fabra y la de Valencia. Un nuevo hueco hasta la 401-402, que ocupan la Universidad del País Vasco y la de Zaragoza. Con esto se liquida la presencia de las Universidades españolas en los 500 primeros puestos del ranking de Shanghai. En esta lista, las cuatro primeras son las de Harvard, Stanford, Berkeley y el MIT de Massachusetts. La primera no norteamericana es la de Cambridge que ocupa la quinta posición. Y siguen las norteamericanas hasta la décima posición que ocupa la Universidad de Oxford, para seguir de nuevo las Universidades norteamericanas. A la Universidad de Harvard, los alumnos le conceden la nota de 100 (máximo) y a la Complutense de Madrid le otorgan 20. La distancia es infinita.

Si atendemos al carácter especializado de las Universidades, cifrado en las 200 primeras de cada especialidad, el panorama difiere notablemente. En Ciencias Naturales y Matemáticas, solamente están incluidas las Universidades Autónoma de Madrid y la de Valencia, ocupando el lugar 101 de 200, respectivamente. En Ingeniería, Tecnología y Ciencias de la Computación, solamente están incluidas la Politécnica de Cataluña, la Politécnica de Valencia y la de Granada, ocupando la posición 151 sobre 200. En Ciencias de la vida y agricultura, figuran solamente la Universidad de Barcelona en la posición 101 y la Autónoma de Madrid en la posición 151. En Medicina Clínica y Farmacia solamente está incluida la Universidad Autónoma de Barcelona en la posición 151. En Ciencias Sociales, solo figuran la Pompeu Fabra y la Autónoma de Barcelona, ambas en la posición 151.  En Matemáticas figuran: la Universidad Autónoma de Madrid (51), la del País Vasco (71), la Autónoma de Barcelona, Granada y Sevilla (101) y Universidad del País Vasco y Santiago de Compostela (151). En Física destaca la Universidad de Valencia (76), Autónoma de Madrid (101), La Laguna (101) y Autónoma de Barcelona, Complutense, Cantabria y Universidad de Barcelona con la posición 151. En Química está encabezada por la Universidad de Zaragoza (51), Universidad Politécnica de Valencia (76), Barcelona (101), Autónoma de Barcelona (151) al igual que la Autónoma de Madrid, Complutense, Oviedo y Rovira Virgili. En Ciencias de la Computación, tenemos a la Universidad de Granada (76), Politécnica de Cataluña (101), al igual que la Politécnica de Madrid, en la posición 151 a la Autónoma de Barcelona, Córdoba, Politécnica de Valencia, Alcalá, Pompeu Fabra y Zaragoza. Finalmente, en Economía, figura en primer lugar la Universidad Pompeu Fabra (101), seguida por la Carlos III y la Universidad de Valencia en la posición 151.

Si se analizan los datos se puede ver que el drama español es mucho más agudo que lo que se deduce de un enunciado como que la primera Universidad española figura globalmente en la posición 101. Vemos en el detalle cómo, algunas Universidades figuran en la clasificación especializada en un lugar razonable. Universidades pequeñas son capaces de superar a otras de mayor número de alumnos, mayor número de profesores y mucha mayor potencialidad. Es un mérito notable que Oviedo, Zaragoza, Alcalá, Carlos III, Pompeu Fabra, La Laguna, figuren en estas relaciones. El esfuerzo es muy notable, comparativamente. Al tiempo, otras Universidades con tradición, como Murcia, Valladolid, Salamanca, no está muy justificado que no figuren en ninguna parte. Otras más recientes, como Alicante, Málaga, Burgos, Cádiz, Huelva, Jaén, Cartagena, Castellón, Palma de Mallorca, Las Palmas, Castilla la Mancha, Almería, Lleida, Girona,  Miguel Hernández, deberían mirarse en las Universidades Carlos III, Pompeu Fabra o Rovira Virgili para advertir rendimientos muy diferentes en sus posiciones. Es de resaltar, igualmente, que, mientras figuran Universidades privadas de todo el mundo, española no hay ninguna en ninguna de las posiciones de ninguna de las listas. Es indicativo de una opción que se ha abrazado, que no parece modificar en nada el panorama universitario, ni siquiera en ámbitos muy concretos. La aportación privada española es nula a nivel de cualificación acreditada.

Podrá argumentarse todo lo que se quiera en contra de los rankings. Lo cierto y verdad es que al mirar las listas van apareciendo ordenaciones con mucho sentido, que no violentan la clasificación que se tiene aceptada. La auténtica aportación es que nos desvela lo que estamos haciendo en este país. Lo complicado, costoso y duro es que algunas de nuestras Universidades se hayan situado en posiciones decentes en el concierto mundial y lo mal parados que vamos a salir como consecuencia de que el gobierno actual no entiende demasiado bien que en las Universidades se tratan hasta los problemas que todavía no imaginamos que vamos a tener. Seguramente no deben tener mucho interés en que salgamos con solvencia de esta crisis. ¡Será por eso!

El ranking de Shanghai