sábado. 20.04.2024

Rajoy gobierna para los menos y para los peores

Digámoslo desde el principio y sin rodeos, la reforma laboral es una indignidad. Se cierra una semana en la que dos poderes básicos del Estado, el legislativo y el judicial, han gobernado en exclusiva para la extrema derecha española. El poder judicial a través de la sentencia de condena al juez Garzón a 11 años de inhabilitación, que conlleva su expulsión de la carrera judicial.

Digámoslo desde el principio y sin rodeos, la reforma laboral es una indignidad. Se cierra una semana en la que dos poderes básicos del Estado, el legislativo y el judicial, han gobernado en exclusiva para la extrema derecha española. El poder judicial a través de la sentencia de condena al juez Garzón a 11 años de inhabilitación, que conlleva su expulsión de la carrera judicial. El poder ejecutivo por medio de distintas iniciativas legislativas, en materia de aborto, de modificaciones a la ley de educación, de revisión de la píldora postcoital etcétera, tendentes a dar satisfacción a los sectores más reaccionarios de la sociedad.

El caso de los jueces sorprende menos, toda vez que, con el permiso de la señora Bravo, esta muy extendida en sectores muy amplios de la opinión pública la idea de que mientras el conjunto de los poderes del Estado ha hecho un enorme esfuerzo de convivencia para superar las heridas de la dictadura durante la transición, el poder judicial se ha convertido en el último reducto de aquellos que añoran esos tiempos superados.

Lo que de verdad preocupa es que el gobierno elegido hace tan solo tres meses con un amplísimo respaldo popular, se haya constituido en un verdadero gobierno de la reacción que utiliza los votos recibidos para gobernar para una minoría.

A lo largo del fin de semana desde que se conoció el verdadero alcance de la reforma laboral, por su publicación en el BOE del sábado, ya que como viene siendo sospechosamente habitual, el gobierno actúo de forma cobarde después del Consejo de Ministros del viernes ocultando su verdadero alcance, miles y miles de trabajadores y trabajadoras de compañeros y compañeras habrán tenido con toda seguridad un sentimiento de abatimiento inocultable, como no, después de años de dedicación y esfuerzo para procurar que el poder del empresario no fuera absoluto en sus empresas y que los derechos de sus compañeros adquirieran legitimidad y respeto social.

La verdadera virtualidad de la reforma es la claridad meridiana de sus postulados, no encierra ninguna complicación técnica, su trazabilidad conduce directamente al siglo XIX, donde los trabajadores eran una mercancía más de libre disposición de los empresarios.

La primera consecuencia de la reforma es fácilmente cuantificable, Rajoy ya lo ha hecho como acostumbra, poniéndose la venda antes de la herida y pronosticando 6.000.000 de parados para finales de 2012, después dios sabrá. Lo que Rajoy no está en condiciones de hacer, porque es ante todo un político mediocre, es calibrar las consecuencias cualitativas de su actuación.

Con su reforma laboral Rajoy rompe un consenso constitucional que antecede a la propia constitución, la negociación colectiva, el convenio colectivo, la concertación social, instrumentos a través de los cuales las organizaciones sindicales y patronales llevan décadas, desde mediados de los años 60 del siglo pasado, construyendo toda una arquitectura de relaciones laborales que ha inspirado no solo nuestro derecho del trabajo, también nuestro derecho constitucional que consagra la armonización de derechos individuales y colectivos que mejor representa la esencia del constitucionalismo moderno.

Quebrar el consenso básico que representa en España la cultura de la negociación colectiva es más que un error de bulto o una agresión gratuita a millones de trabajadores como cuchicheo De Guindos al comisario de turno en Bruselas, para vergüenza de cuantos contemplamos esas imágenes. Los sectores mas dinámicos de la patronal lo saben, saben que es precisamente el acuerdo y la concertación la garantía de la competitividad y de la adaptación de sus empresas en una economía global y abierta, saben que esta reforma es para los empresarios mediocres para los “Arturos” de aluvión, una autentica plaga, incapaz de representar proyectos empresariales solventes, que han medrado exclusivamente por el favor de las Administraciones y por la ínfima calidad de sus productos. Para estos gobierna Rajoy, no solo para los menos, también para los peores.

Durante el sábado y el domingo, teníamos razones sobradas para el abatimiento, pero desde ese sentimiento es imposible construir nada positivo.

Dos días pueden parecer un tiempo escaso para elaborar el duelo que conlleva cualquier sentimiento de perdida, pero no tenemos más tiempo. Toca levantar la cabeza y seguir trabajando para ofrecer a nuestros compañeros y compañeras la seguridad que necesitan en sus centros de trabajo.

Rajoy gobierna para los menos y para los peores
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