viernes. 19.04.2024

Rajoy debe recibir a Mas y aconsejarse de Rubalcaba

Rubalcaba ha formulado la mejor de las propuestas dentro de un discurso propio de un hombre de Estado...

Tras el debate en el Congreso de los Diputados sobre la propuesta planteada por los representantes enviados por el Parlament de Catalunya, saldado con una previsible y contundente votación de rechazo, resultaría suicida considerar liquidado el problema. Los impecables argumentos exhibidos por quienes no podían hacer otra cosa que apoyarse en los principios constitucionales, que hacen residir la soberanía en la totalidad del pueblo español, fueron escuchados con respeto -ese elogiable tono caracterizó el desarrollo de la sesión- por los defensores del derecho a decidir de los catalanes en solitario, pero no se abrieron paso en los discursos de réplica, que volvieron a insistir en la contraposición entre “democracia” y “ley”. No conviene, sin embargo, quedarse con la imagen fija de los discursos ni con el resultado de la votación final. 

Con el hándicap de no ejercer la jefatura del Gobierno ni liderar una mayoría parlamentaria suficiente para ejecutar sus ideas, el portavoz socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, formuló la mejor de las propuestas posibles dentro de un discurso de gran altura, propio de un hombre de Estado, más preocupado por la real integración de los catalanes en un proyecto común de España, que por una hipotética rentabilidad electoral a corto plazo. Rubalcaba emplazó a Rajoy a un trabajo conjunto para modificar la Constitución en la línea de avanzar hacia un Estado Federal en el que el marco de competencias -objeto de constantes discrepancias que alientan reivindicaciones y malestares constantes- quedara definitivamente establecido, al tiempo que asegurada la lealtad entre las partes y el todo. De no ser por la cortedad de miras y el vuelo bajo que caracteriza al actual presidente del Gobierno, más preocupado por la reacción en sus propias filas a cualquier movimiento táctico que pueda agrietar el bloque de sus apoyos en la urnas, que por tomar las riendas con valentía, ante un problema tan grave como el reto soberanista latente en la sociedad catalana, hoy deberíamos saber que las dos grandes formaciones políticas nacionales estaban trabajando ya en la propuesta planteada solemnemente por el PSOE.

El calendario político, marcado por la campaña electoral a las elecciones al Parlamento Europeo, no puede ser una excusa para dilatar ni un minuto esa tarea. Porque en Cataluña el proceso de actuaciones diseñado desde la Generalitat, pero impulsado por un movimiento social de tanta capacidad demostrada de actuación como la ANC, no se ha concedido un respiro. El aparato legislativo autonómico será explotado al máximo para encontrar resquicios legales que avalen la celebración de un referéndum, con el nombre y las características convenientes, pero la respuesta más difícilmente controlable será la que se produzca en las calles y en las plazas de muchos pueblos -y alguna ciudad- integrados en una red de Ayuntamientos independentistas. Es esa marea ante la que el propio Artur Mas se empieza a sentir desbordado, después de hacer de aprendiz de brujo. Y de ahí su fulgurante contestación pidiendo hora y fecha para un diálogo con el presidente del Gobierno español. La cita debería marcarse cuanto antes para hacer visible, no ya a los dirigentes políticos, sino a la sociedad catalana que la oferta de mano tendida no se agotaba en un recurso retórico vaciado de contenido. Que hablen Rajoy y Mas, como corresponde a sus respectivas responsabilidades institucionales, pero que tengan sobre la mesa los papeles manejados por Rubalcaba y que le consulten con o sin discreción. Mejor sin ella.

En paralelo, sería muy adecuado establecer mecanismos de aproximación con el rico y variado tejido social catalán, con los sindicatos y los empresarios, para exponer los pros y los contras de una escisión. Hay leyes, pero también sentimientos, que están siendo explotados unilateralmente con eficacia probada. Por incomparecencia del contrario. ¿No será, como he escuchado estos días a un prestigioso analista catalán, que los partidos nacionales han asumido como inevitable que en un hipotético referéndum ganarían los votos soberanistas? Sería como admitir que el “seny” se doblega ante la “rauxa”. Poco catalán, históricamente.

Rajoy debe recibir a Mas y aconsejarse de Rubalcaba