jueves. 25.04.2024

Rajoy, acosado por los suyos

Funciona el SMS. Funciona la convocatoria de “pásalo”. El líder del PP, Mariano Rajoy, vivió ayer en propia carne la eficacia de las nuevas tecnologías. Da igual el número de personas que se congregaron el viernes ante Génova para mostrar su rechazo a una decisión que ni siquiera es suya, convocados a golpe de teléfono móvil.Pero ahí estaban los rostros.
Funciona el SMS. Funciona la convocatoria de “pásalo”. El líder del PP, Mariano Rajoy, vivió ayer en propia carne la eficacia de las nuevas tecnologías. Da igual el número de personas que se congregaron el viernes ante Génova para mostrar su rechazo a una decisión que ni siquiera es suya, convocados a golpe de teléfono móvil.

Pero ahí estaban los rostros. Caras desencajadas, violentas, caras que pedían no se sabe qué. Lo tiene mal Rajoy. Posiblemente, hay que recordar que está cosechando lo sembrado en cuatro años de una oposición a cara de perro, una oposición basada en la bronca, en la acritud y la violencia. Convocados todos a través del teléfono móvil.

Está bien que rectifique Mariano Rajoy. Pero el presente se construye con el pasado, con los aciertos y errores del pasado. Y, seguramente, Rajoy esté ahora recogiendo sus errores. Porque no vale decir que busca una oposición responsable cuando ha dinamitado en los últimos cuatro años cualquier posibilidad de acuerdo.

Y visto así, a lo peor hay que reconocer que María Sangil, que otros altos dirigentes del PP lo único que hacen es seguir la dinámica marcada anteriormente por el mismísimo líder popular. Nada es gratis. Y en política, muchísimo menos.

Se ha cebado durante cuatro años la mecha de la intolerancia, la duda sobre la Justicia con el 11-M, el rechazo visceral a cualquier acercamiento �no sabe uno ya si utilizar esta expresión- a ETA. Todo estaba mal. Todo era una traición en la que se han mezclado víctimas y verdugos en un afán de desprestigiar al Gobierno de Zapatero.

Y todo ello acabó en fracaso. Parece lógico que, a la vista de los resultados electorales, Rajoy quiera cambiar su estrategia, buscar un electorado de centro que había huido aterrorizado ante la barbaridad de lo negativo, de lo nefasto. De medios de comunicación que, amparados en su inmunidad de los que ante nadie tienen que rendir cuentas, han subido el listón de la crispación a extremos intolerables.

A Rajoy se le levantaron las mismas bases que le aclamaban hace unas semanas, incluso en la derrota. En Génova, el viernes, a Rajoy se le enfrentaba una determinada concepción de la política que �justo es decirlo- él mismo alentó. Gentes que clamaban a favor de María Sangil sin saber lo que representa Sangil. Y, además, da lo mismo. Porque, en el fondo, por lo que clamaba la gente ante la sede del PP era por la derrota, por la amargura de una derrota que no esperaban.

Porque esa gente que fue con Rajoy a manifestarse contra los que “traicionaban a los muertos de ETA” hace unos meses, los mismos que le apoyaron y alentaron en sus manifestaciones contra el Gobierno socialista, hoy no entienden nada. No pueden comprender que hay asuntos de Estado en los que la oposición debe de actuar codo a codo con el Gobierno, sea del color que sea. Y no lo pueden entender porque, líderes como Rajoy, no lo admitieron entonces. ¿Por qué admitirlo ahora?, se preguntan.

Tal vez, Rajoy debe admitir que se equivocó. Que la gente que acudía a protestar contra el Gobierno socialista, convocados por asociaciones que nada tiene que ver con el respeto democrático, al final, como ahora se demuestra, nuca debían haber sido de los suyos.

Porque, la verdad: sería terrible que Rajoy fuera, como en los versos de Borges, una sombra:

“Sombra, irás a la sombra que te aguarda
fatal en el confín de tu jornada;

piensa que de algún modo ya estás muerto”.

Vamos a tener que pedir que siga vivo. Por bien de todos.

Rajoy, acosado por los suyos
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