El PSOE liderado por Rodríguez Zapatero comenzó a perder credibilidad entre la gran masa de votantes habituales desde el 10 de mayo de 2010 cuando, tras reconocer públicamente la crisis que estábamos sufriendo y recibidos los avisos de Bruselas, el Presidente expuso el decálogo a tomar:
1) Reducción de un 5% de las retribuciones del personal del sector público -los funcionarios-, así como la congelación salarial para 2011; 2) Reducción de un 15% del sueldo de los miembros del Gobierno; 3) Congelación de las pensiones para 2011, a excepción de las mínimas y las no contributivas; 4) Eliminación del régimen transitorio para la jubilación parcial (previsto en la Ley 40/2007); 5) Eliminación del ''cheque-bebé'' (2.500 euros) a partir de enero de 2011; 6) Adecuación de la cantidades de unidades en los envases de medicamentos, para ajustarlo a la duración estándar; 7) Reducción en 600 millones de euros en la ayuda oficial al desarrollo entre 2010 y 2011; 8) Reducción de 6.045 millones de euros, entre 2010 y 2011, en la inversión pública estatal; 9) Previsión, para las Comunidades Autónomas y entidades locales, de un ahorro adicional de 1.200 millones de euros; y 10) Dependencia: las solicitudes para dependencia habrán de resolverse en seis meses, y no habrá retroactividad.
Con ello quedó claro a toda la ciudadanía la vinculación del Partido Socialista con el neoliberalismo económico que está acabando con nosotros.Y de ahí que tantos hablen de PPSOE.
El 20 N de 2011, frente a Pérez Rubalcaba, el PP ganó por mayoría absoluta las Elecciones Generales con un programa-ficción plagado de promesas que no solo no ha cumplido, sino que Rajoy, Presidente del Gobierno, las ha distorsionado en su total antítesis, hasta dejar a la España actual hecha unos zorros, con más del 25% de la población sin trabajo y sin visos de llegar a conseguirlo, con suicidios por los desahucios sin alma y una violencia brutal -tiroteos- en las calles, y al borde de un rescate que nos va a convertir de por vida en esclavos de la Europa rica.
La actual situación en España se puede representar con la imagen de un reloj de arena: un centro muy estrecho -la mínima clase 'media'- por encima de la que los ricos se han ensanchado descaradamente, y por abajo la pobreza ha ido aumentado de forma gigantesca. Los pobres, más, y más pobres. Los ricos, más, y más ricos.
El PSOE como 'principal' partido de la oposición ha actuado en este casi un año de desgobierno del PP de manera inodora, incolora e insípida.
Las últimas elecciones autonómicas habidas en Galicia y Euskadi (21 de octubre) han dado otro gran mazazo al PSOE, a cuyo frente se encuentra Alfredo Pérez Rubalcaba, desde el 38 Congreso Federal de Sevilla, a primeros de febrero de este año. Un Congreso con 'tongo' en que 'venció' a su oponente, Carme Chacón, por 22 votos.
Muchos de los militantes que fueron a Sevilla como delegados tenían la ilusión de conseguir una democratización orgánica en este congreso. Sepidieron primarias, listas abiertas, elección directa de los órganos de dirección, y duración máxima de dos legislaturas en los cargos elegidos.
Rubalcaba obvió todo lo exigido y reforzó lo habido hasta el momento, aparato y sólo aparato. Mandatos desde un aparato cada vez más vertical y menos democrático.
Tras el gran fracaso del PSOE en las elecciones gallegas y vascas, se percibe un declive imparable del Partido Socialista, cuyo único freno no puede ser más que un nuevo Congreso donde el partido cambie de forma radical y los paquidermos que llevan 30 años viviendo del partido se vayan a su casita, y entre gente con ansias de trabajar bajo los ideales socialistas al servicio del pueblo y olvidar la culturilla, tan arraigada, de meterse en el partido para vivir de él durante toda su vida.
Entrevistado Rubalcaba por la periodista Pepa Bueno, de la Cadena Ser, en el programa ''Hoy por hoy'', no se desprende de las palabras de aquél ninguna intención de cambio en el sentido arriba apuntado. Rubalcaba, oídos sus 'fieles', sostiene su empecinamiento en mantenerse en la Secretaría general del PSOE y procurar incluso "acuerdos con Rajoy para mejorar la grave situación española".
Al día siguiente y en el mismo programa, la entrevista es realizada al Presidente del PSOE, y también Presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñan. Y, éste, tras admitir errores del pasado, se manifiesta tozudo en mantener la estructura interna del Partido tal y como está, mostrando incluso un cierto malestar autoritario por los deseos de cambios orgánicos que buena parte de la militancia desea.
Ni uno ni otro -ni Rubalcaba ni Griñán- parecen conscientes de que no es esto lo que la militancia y resto de la ciudadanía necesita. El aparato socialista participa de este sistema neoliberal que los demás detestamos. El PSOE debe abandonar esa soberbia que le impregna, descender hasta el pueblo llano, contagiarse de humildad y ofrecer la mano al resto de la izquierda para conformar un frente común. Sé de las dificultades que todo ello comporta, y de la casi imposibilidad de su realización. De hecho, un número importante de militantes está planificando, como protesta, el movimiento "Rodea Ferraz”.
Es mucho el cambio que al PSOE se le exige para mantenerse como principal partido de la oposición. De conseguirlo, el bien al pueblo sería inmenso. La ciudadanía recuperaría quizá ese referente tan necesario del que ahora se siente huérfana. Y quizá también se podría frenar la reacción violenta que, más bien pronto que tarde, va a producirse en esta España saqueada sin misericordia por unos absurdos poderes político-financieros empeñados en acabar con este noble pueblo.
Si los actuales mandatarios del Partido Socialista no se muestran acordes con bajarse de la peana y actuar seriamente como su ideario indica, como un partido de auténtica izquierda, queda claro que está abocado a su desaparición. Y demasiados no estamos dispuestos a que este hecho suceda.