miércoles. 24.04.2024

Qué nos gusta un Apocalipsis

NUEVATRIBUNA.ES - 4.5.2009Mascarillas y toques de queda. Lo que le quedaba por vivir al mundo es una nueva plaga de Egipto. Hasta la jornada del lunes, 22 personas murieron en México por causa del virus de la Gripe A, esa gripe de remoto origen porcino que ha infectado a otras 568 personas en dicho país norteamericano.
NUEVATRIBUNA.ES - 4.5.2009

Mascarillas y toques de queda. Lo que le quedaba por vivir al mundo es una nueva plaga de Egipto. Hasta la jornada del lunes, 22 personas murieron en México por causa del virus de la Gripe A, esa gripe de remoto origen porcino que ha infectado a otras 568 personas en dicho país norteamericano.

“En los últimos dos años, han muerto nueve mil mexicanos por culpa del crimen organizado y no se ha formado tanto jaleo”, me soltaba ayer mismo Humberto Padgett, el joven gacetillero del DF que se ha hecho acreedor al premio nacional de periodismo en México y al premio La Pepa a la Libertad de Expresión, que ha instituido la Federación de Asociaciones de la Prensa de España, por un artículo aparecido en la revista Emeequis el 11 de agosto de 2008, que a juicio del jurado “retrata con estilo vivo, ágil, emocionante a ratos, el desamparo de los ciudadanos ante la ineficiencia del sistema judicial a la hora de afrontar el crimen organizado dedicado al secuestro en México”.

La Organización Mundial de la Salud habla de pandemia mundial, los hospitales alcanzan el nivel 5 de alerta, la globalización cierra fronteras y estadios mientras los gobiernos dictan cuarentenas por decreto ley. Qué nos gusta un Apocalipsis a las primeras de cambio. Sobre todo, al primer mundo que tiene vacunas suficientes y eficaces para combatir dicho suceso, algo que no puede decirse de todo el planeta, ni de todas las enfermedades vacunables. Sin salir de México, resulta sumamente paradójico que un millonetis azteca salga sano y salvo en tres días de este catarro letal y un niño sin un chavo muera en cinco.

La Influenza Porcina asola México justo en la misma semana en que se aprueba un paquete de medidas destinado a controlar la privacidad del vecindario, desde las llamadas telefónicas a las cuentas de correo. Así que, como las teorías de la conspiración nos gustan más que el milenarismo, no faltan voces que acusan a la administración de Felipe Calderón de utilizar este asunto como una formidable cortina de humo para encubrir esas otras noticias o el crecimiento exponencial de su deuda externa con cargo al FMI. Supongo que se tratará de una ilusión óptica, por más que sus señorías mexicanas hubieran sido informadas de la posibilidad de esta gripe desde hace un mes, sin que moviesen un dedo hasta la fecha.

Tal como en aquella antigua viñeta de Quino, vivimos un ajedrez siniestro, en el que muevan blancas o negras, las primeras fichas que mueren son las de los peones: los mismos que cayeron bajo el aceite de colza, los mismos que sufrieron el VIH, los que descansan en paz bajo las aguas del cementerio marino del Estrecho o en las arenas del desierto de Arizona. Los sin techo, los sin esperanza de vida, los sin derecho a los sistemas de salud pública en los países donde reina el neoliberalismo, los que no tienen nada y hasta la tranquilidad de la nada se les niega.

Frente a ellos, los sinvergüenzas, los sin principios, con su opulenta carga de sinrazones.

Ojalá que la gripe porcina no deje de ser una anécdota fatal, como lo fue en su día la Gripe Aviar o la Gripe Asiática. Pero, más allá de este sensacionalismo bíblico que nos invade, sería cuestión de prestarle especial atención a la mutación de algunos virus de enfermedades patógenas como el Ebola, que empiezan a aparecer lejos de Africa.

O que, apocalípticos y desintegrados como somos, no nos llegue la camisa al cuerpo por los miles de muertos como consecuencia de las hambrunas o del SIDA, sin justicia ni retrovirales con que plantarles cara. En los tiempos que corren, hay otros claros peligros para la salud mucho más graves, a primera vista, que esa enfermedad de moda: la avaricia sigue recorriendo el mundo mientras la pobreza mata lentamente a muchedumbres como si sus muertes fuera necesariamente naturales.

“Toma el dinero y corre”, sigue siendo la consigna más claramente contagiosa, mientras el paro también se pega y la falta de utopías supone un clarísimo síntoma de esa conjuntivitis colectiva que nos ciega, desde hace mucho, los ojos del entendimiento, sin que los medios de comunicación y los voceros del poder dediquen grandes titulares al respecto.

Juan José Téllez es escritor y periodista, colaborador en distintos medios de comunicación (prensa, radio y televisión). Fundador de varias revistas y colectivos contraculturales, ha recibido distintos premios periodísticos y literarios. Fue director del diario Europa Sur y en la actualidad ejerce como periodista independiente para varios medios. En paralelo, prosigue su carrera literaria como poeta, narrador y ensayista, al tiempo que ha firmado los libretos de varios espectáculos musicales relacionados en mayor o menor medida con el flamenco y la música étnica. También ha firmado guiones para numerosos documentales.

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