viernes. 29.03.2024

Una comparecencia que explica mucho

Pujol, al afirmar que él no es un corrupto, confirma lo que nos temíamos, el sentido laxo que tiene de lo que es corrupción...

Pujol, al afirmar que él no es un corrupto, confirmó lo que nos temíamos, el sentido laxo que tiene de lo que es corrupción

Como era de esperar, Jordi Pujol en su comparecencia en el Parlamento de Cataluña no explicó nada que no estuviera en su declaración inicial de autoinculpación como evasor y defraudador fiscal y se negó a responder a las preguntas de los representantes de la ciudadanía de Cataluña.

En cambio la comparecencia sirvió para explicar muchas cosas y para ayudar a entender qué ha pasado en Cataluña en estas cuatro décadas y lo que sigue pasando.

De entrada Pujol, al afirmar que él no es un corrupto, confirmó lo que nos temíamos, el sentido laxo que tiene de lo que es corrupción. Una tolerancia ética que comparte con buena parte de la élite económica y política del país -sea éste España o Cataluña-. Nos podrá decir que un evasor y defraudador fiscal no es un corrupto, pero es evidente que su comportamiento es legal y éticamente reprobable, especialmente cuando se trata del que ha sido más de 20 años Presidente de la Generalidad.

No tenemos -de momento- ninguna evidencia para afirmar que Pujol se haya enriquecido personalmente , aprovechando su condición de Presidente de la Generalidad. Pero Pujol perdió ayer la oportunidad de explicar que tampoco ha favorecido los negocios de su entorno familiar más cercano. No lo hizo, huyó de estudio. Y eso que las preguntas de los parlamentarios le ofrecieron la posibilidad de desmentirlo y explicarse. A estas alturas la actitud de Pujol no puede ser aceptada por la sociedad catalana. Especialmente porque existen todo tipo de evidencias de que una parte de su familia y de su entorno se benefició de su cargo de Presidente. Entre otras cosas porque durante años algunos de sus miembros han sido obscenamente exhibiendo este comportamiento y una sensación de impunidad.

Tres momentos de la comparecencia sirven para entender qué ha pasado en Cataluña durante estas décadas, porqué ha pasado y porqué sigue pasando.

El primero, el estallido de indignación de Pujol y el abucheo a los representantes de la ciudadanía. Se trata de la repetición de una escena que hemos vivido durante muchos años. Pujol situándose por encima de todos, incluso del Parlamentarios, no admite que nadie le pregunte sobre cosas incómodas. Ayer Pujol hizo lo de siempre, lo que nos tenía acostumbrados durante décadas, consideró que él no tiene que dar explicaciones a nadie, que está moralmente por encima de todos y que no está sometido a ningún control ni poder. La única diferencia es que, fuera por sobreactuación o por desentrenamiento o porque su confesión el debilitado, ayer se hizo muy evidente. Pero insisto, Pujol no hizo en su comparecencia nada que no haya hecho durante décadas con la complicidad de una buena parte de la sociedad catalana.

Y este es el segundo factor relevante de su comparecencia. Cuando, encarándose a los parlamentarios les dice que de ser verdad lo que le están preguntando o imputando, querría decir que el que ha sido embadurnada durante décadas se toda la política catalana.

Con este contraataque Pujol toca hueso. Y nos obliga a preguntarnos qué ha pasado para que, lo que ahora nos parece escandaloso, se produjera durante décadas con muchas connivencias y silencios. No es cierto que toda la sociedad estuviera callada durante tres décadas. Tenemos datos y ejemplos de dirigentes políticos, sociales y periodistas que lo denunciaron, pero fueron los menos y fueron silenciados con la misma técnica que ayer utilizó Pujol. Y además fueron condenados a la condición de mal catalanes.

En Cataluña no ha pasado nada que no haya pasado en Madrid, Valencia, Baleares o Andalucía. Un poder, sin contrapesos ni controles democráticos, ejercido durante muchos años, tiende inexorablemente al abuso y a la impunidad.

Para que esto ocurra, se necesitan muchas connivencias, de la política y los medios de comunicación, pero también de buena parte de la sociedad. Sólo así se puede entender actitudes prepotentes como la del Presidente Camps en Valencia, cuando, al ganar de nuevo las elecciones con mayoría absoluta tras ser imputado, se atreve a decir que el pueblo valenciano ya la absuelto. Algún día tendremos que reflexionar con profundidad sobre el papel de la ciudadanía en la extensión de lacra de la corrupción.

En mi opinión hay un factor que hace del caso Pujol, que es el caso Cataluña, una realidad ética y democráticamente más preocupante. Una buena parte de estos comportamientos han sido defendidos, justificados, tapados, en nombre de los intereses del pueblo de Cataluña. Y ha existido y continúa existiendo en una parte de la sociedad catalana un sentimiento de pueblo elegido. Desgraciadamente lo confirman algunas reacciones significativas que se han producido después de la autoinculpación de Pujol.

Desde sectores sociales y mediáticos de Cataluña se ha hecho hincapié a la hora de explicar la aparición del escándalo Pujol en la voluntad del Estado Español de erosionar el proceso de la consulta. No dispongo de elementos para saber cuáles han sido los factores desencadenantes, pero obviamente no descarto que los aparatos del estado hayan contribuido a su difusión. Y es bastante evidente que la caverna lo está aprovechando de manera descarada. En todo caso me parece un elemento periférico, que no puede servir para desviar la atención del tema central, que no es otro que Pujol y su familia han sido, al menos, unos evasores y defraudadores fiscales.

Una cosa es que defendemos el proceso de la consulta ante las pijas intenciones de contaminarlo con el asunto Pujol. Y la otra, muy distinta, es que se utilice esto para desviar la atención de las responsabilidades de Pujol y de los que la han amparado. Hacerlo conlleva el riesgo de que continúe pasando.

En todo caso, lo más grave en mi opinión han sido las explicaciones muy frecuentes en algunos entornos por las que el asunto Pujol es fruto de un virus español, que ha llegado a Cataluña a través del modelo autonómico y de la contaminación española de Cataluña. Para luego decir que esto justifica aún más la necesidad de una Cataluña independiente, donde estas cosas no pasarían. Más allá del carácter pueril de estas reflexiones, pone de manifiesto el riesgo de caer en el síndrome de pueblo elegido que explica muy bien Jorge Drexler en su milonga del "Moro Judío".

El tercer factor significativo de la comparecencia es el tratamiento de los informativos de TV3 . Reconozco que puede ser una visión subjetiva, pero me ha parecido ver un intento de destacar las intervenciones de la portavoz del PP y las de Albert Rivera. Y cualquiera que haya seguido la comparecencia podrá comprobar que las intervenciones con más contenido, las que hacían las preguntas punzantes, las que situaban en una posición delicada a Pujol eran otras. Pero una vez más por el imaginario del conflicto catalán es útil destacar los factores más "cutres" del ataque a Cataluña, perdón quería decir a Jordi Pujol.

En resumen, no comparto la idea de que la comparecencia de ayer de Jordi Pujol no tuvo ninguna utilidad. Sin duda, no sirvió para que Pujol diera explicaciones a la ciudadanía de Cataluña, respondiendo a las preguntas que le hicieron los portavoces parlamentarios.

Pero en mi opinión sí ha servido para explicar lo ocurrido en Cataluña durante cuatro décadas, porqué ha pasado y como corremos el riesgo de que continúe pasando, sea cual sea el resultado del proceso de la consulta y la forma de organizarnos políticamente que decidimos libremente los catalanes.

Ahora sólo hace falta que como sociedad queramos aprender de estas lecciones o que decidimos mirar hacia otro lado.

Una comparecencia que explica mucho