sábado. 20.04.2024

Poesía

Afirmaba Benedetti que los editores temen “la poesía como el diablo a la Cruz”. Y les acusaba de miedosos y mercachifles por no arriesgarse a publicar serventesios y sonetos. Y añadía: “Las editoriales piensan que sólo la mala literatura representa un buen negocio. Pero si se ofrece sólo basura, la gente elegirá de entre esa basura lo menos malo.

Afirmaba Benedetti que los editores temen “la poesía como el diablo a la Cruz”. Y les acusaba de miedosos y mercachifles por no arriesgarse a publicar serventesios y sonetos.

Y añadía: “Las editoriales piensan que sólo la mala literatura representa un buen negocio. Pero si se ofrece sólo basura, la gente elegirá de entre esa basura lo menos malo. Pero si se mejora la calidad del producto, el listón del gusto popular irá subiendo. Ningún pueblo tiene un mal gusto congénito”.

Pero la reprimenda de Benedetti contra los editores exige una explicación menos gloriosa para la fama de los escritores. A fin de cuentas, ¿cómo es posible que algunas editoriales publiquen la poesía de Benedetti, acarreando pérdidas a la editorial? Pues de la manera que cabe hacerlo: editando al mismo tiempo mucha morralla, que es lo que, al parecer, la gente compra. Y gracias al dinero, que proporciona esta literatura basura –desde Tito el dinero non olet-, se pueden hacer ediciones de escritores de culto, también del Benedetti poeta, y que sólo leen diez, entre los que me cuadro.

Suele decirse que a muchas editoriales les viene su prestigio –etimológicamente, cosa de magia-, por la publicación de obras clásicas y maravillosas; pero no dicen que el sostenimiento económico de la misma sólo es posible gracias a la edición de literatura calificada de basura.

Por supuesto que con las excepciones de quienes escriben literatura a secas y hasta venden cifras millonarias. Algo paradójico, pues, como se sabe, la gente no tiene buen gusto; nunca reconoce al genio, y, sobre todo, porque jamás lee buena literatura. Solo la elite lo hace.

Además, si los expertos aseguran que la poesía es la quintaesencia de lo literario y la gente no lee un verso en su vida, ni cuando se va de vacaciones, ¿cómo conocerá este vulgo bestselleriano la buena literatura?

¿Y el crítico? ¿Podrá ejercer su sagrado ministerio si no es lector de poesía? Lo pregunto porque acabo de leer que “los críticos que alaban a Pérez Reverte es porque jamás han leído un buen verso. Un crítico que no lee habitualmente poesía debería hacerse el harakiri”.

¿Sí? ¿No? Sírvase usted mismo.

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