viernes. 19.04.2024

Pero, ¿quién manda aquí?

NUEVATRIBUNA.ES - 23.5.2010...que difícilmente puede compartir si contemplamos su gestión anterior. Su Gobierno, como el médico a palos de Moliére, ensaya una serie de medidas económicas en las que no cree pero que le exigen sus socios comunitarios para que el déficit público no alcance a la confianza y nuestro país no entre en la lista negra de los morosos.
NUEVATRIBUNA.ES - 23.5.2010

...que difícilmente puede compartir si contemplamos su gestión anterior. Su Gobierno, como el médico a palos de Moliére, ensaya una serie de medidas económicas en las que no cree pero que le exigen sus socios comunitarios para que el déficit público no alcance a la confianza y nuestro país no entre en la lista negra de los morosos.

No se reconoce, en estos días, en los discursos del presidente y en los de algunos de sus ministros, al Gobierno que había puesto en práctica una gestión socialdemócrata clásica en la que se hizo más reconocible que nunca los postulados de la izquierda que Felipe González atenuó en su día a partir sobre todo de su segunda legislatura.

Cautivo y derrotado ese nuevo Ejército rojo, las tropas neocons han alcanzado sus últimos objetivos en lo que se refiere a la rendición de Breda del socialismo español, uno de los últimos mohicanos en una Europa de centroderecha, que hasta ahora no parecía compartir sus postulados. Pero, a pesar de ello, ni la crisis ni la guerra tienen pinta de terminar.

Cierto es que la crisis económica que nos aflige incumbe al euro, una moneda en común para un territorio que carece de instituciones comunes que permitan una mejor gestión política de sus horas bajas: este mismo mes, como denunciaba “Le Monde” hace unos días, la moneda europea estuvo a punto de desaparecer, alcanzando un mínimo histórico que quizá, al menos, pueda favorecer a las exportaciones de la zona. A la fuerza, ahorcan. O de lo perdido saca lo que puedas.

Ya que no es posible la devaluación y el neoliberalismo europeo impide el proteccionismo público que nos ayudó a capear las crisis económicas del 83 y del 93, ahora lo único que puede hacer el Ejecutivo español es ajustarse el cinturón aunque ello signifique serios sacrificios para funcionarios y pensionistas y para las propias expectativas de crecimiento económico y, por lo tanto, de creación de empleo.

Y toda esta sangre, sudor y lágrimas, ¿para qué? ¿Para que un puñado de especuladores bursátiles tumbe del revés los parqués en unos días o en unas horas, arramblando con sumas similares a las que debemos ahorrar para hacer frente a los fuerte pagos a los que nos obliga ya el vencimiento de de nuestra deuda pública?. A saber, 9.000 millones durante el mes de mayo, 8.000 en junio y nada menos que la refinanciación de 25.000 millones en julio. Los expertos insisten en que el déficit público, más de 100.000 millones de euros, supone ya el 11,2% del PIB, lo que está muy lejos del 3% al que se aspira en Europa y del superávit del 2% que España tenía en 2006.

Nuestro país no va a tener problemas para afrontar esos pagos o para refinanciarlos. Sobre todo, teniendo en cuenta que la Unión Europea ha creado ya un colchón para ello. Pero también habrá que decir que hay otros países con más deuda que España. Grecia, claro, que está como está y a la que no queremos parecernos. O Portugal. Pero, ¿nadie habla del Reino Unido? No, porque está fuera del euro y puede seguir tomando decisiones soberanas al respecto sin que afecte a la estabilidad de la moneda única.

El Gobierno de ZP se ha endeudado intentando frenar el impacto de la crisis económica sobre las familias y las pequeñas empresas. Pero ha fracasado notablemente en ese propósito así que en el pecado lleva la penitencia: ahora, forzado por sus socios europeos, tiene que hacer la política que haría un gobierno de derechas, mientras que la derecha juega al populismo de Robin Hood y deja que el Gobierno se vaya a pique aunque para ello tenga que irse a pique todo el país.

De momento, la consigna vuelve a ser la de no despertar al tigre dormido. El plan de ajuste anunciado hasta ahora excluye de momento a las grandes fortunas y a las bolsas de evasión fiscal y economía sumergida. Atados de pies y manos, los socialistas entienden que si apretaran dichas cuerdas, el capital huiría a esos paraísos fiscales que los gobiernos han sido incapaces de erradicar ni en el continente europeo, ni en las islas del Canal de la Mancha, Asia o El Caribe.

Así que, según afirman, lo único que han podido hacer es prometer recortes a base de decretazos en los sectores que el Gobierno controla, que son realmente exiguos y vulnerables. Pero, ¿es que el PSOE no va a poder hacer ni un solo gesto para que no parezca que sólo su potencial electorado es el pagano de la crisis? Adiós a buena parte de las inversiones y a la cooperación exterior, cada vez más lejos del sueño del 0,7 por ciento. ¿Por qué no se atreve a romper ese extraño Concordato con la Santa Sede que mantiene nuestro Estado laico y que supone, al año, alrededor de 5.000 millones de euros en manos de la jerarquía de la Iglesia Católica que aprovecha cualquier ocasión para deteriorar al zapaterismo? Si la célebre casilla de la declaración del IRPF apenas reporta 250 millones de euros, el resto de dicha cuantía sale de los impuestos de todos los españoles, sean o no sean católicos. Dicha cuantía resulta del cálculo de los salarios de los profesores de religión, subvenciones a colegios privados eclesiásticos, a organizaciones sociales y de caridad, encomiables por otra parte en muchos casos, ayudas para el mantenimiento y mejora del patrimonio inmobiliario, las exenciones fiscales y desgravaciones.

Quizá La Moncloa piense que sería demasiado el coste político si se tiene en cuenta que a pesar de semejante peaje, la jerarquía eclesiástica española sabe movilizar como nadie a sus feligreses. Y, a escala macroeconómica, a fin del día, tal desembolso apenas es una migaja del pastel. La misma, más o menos, que el Partido Popular pretende arrancar erradicando vicepresidencias o ministerios y sacrificando las subvenciones a los sindicatos o a la RTVE. Sólo que el PP predica en tal sentido para su parroquia y el PSOE está más callado que en misa.

Esta crisis no sólo afecta, por lo tanto, a la construcción, a los medios de comunicación, a las PYMES, a las economías familiares, a los cuatro millones de parados que pueden llegar a cinco o al propio sistema financiero, que también. Esta crisis afecta a todo el sistema, en su conjunto, empezando por lo estrictamente político: ¿cómo confiar en una democracia que no es capaz de constituirse en un poder verdadero? Ahora, más que nunca, la pregunta es quién manda aquí. Sin duda, un poder oculto, emboscado en consejos de administración cuyos miembros no son elegidos por sufragio universal, o acantonado en la piratería de los trileros de la Bolsa y del toma el dinero y corre.

Para una vez en la historia que este país tiene derecho a hablar en las urnas, parece que ya no sirviera para mucho.

Juan José Téllez es escritor y periodista, colaborador en distintos medios de comunicación (prensa, radio y televisión). Fundador de varias revistas y colectivos contraculturales, ha recibido distintos premios periodísticos y literarios. Fue director del diario Europa Sur y en la actualidad ejerce como periodista independiente para varios medios. En paralelo, prosigue su carrera literaria como poeta, narrador y ensayista, al tiempo que ha firmado los libretos de varios espectáculos musicales relacionados en mayor o menor medida con el flamenco y la música étnica. También ha firmado guiones para numerosos documentales.

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