viernes. 29.03.2024

Patria y partido

Que mantener al PP en el gobierno sea equivalente a salvar a España es una afirmación, cuanto menos, delirante.

Que mantener al PP en el gobierno sea equivalente a salvar a España es una afirmación, cuanto menos, delirante

A mediados del otoño pasado un veterano dirigente socialista les dijo a los nuevos dirigentes del PSOE: «vuestra generación tendrá que elegir entre salvar a España y salvar al partido». Lo hizo en ese tono teatralmente grave que ponemos los mayores cuando estamos más seguros de nuestra autoridad que de nuestras razones. La aparición de Podemos en las elecciones europeas y las buenas perspectivas para este partido en la encuesta del CIS de octubre provocaron tantas esperanzas en unos como inquietudes en otros. Obviamente, el veterano dirigente piensa que si el PSOE se alía con el PP salvará a España, y que si se alía con Podemos se salvará como partido. Yo no estoy tan seguro de ninguna de las dos cosas. De lo que estoy seguro es de que el veterano dirigente socialista había aceptado acríticamente los discursos dominantes de los adversarios del socialismo español.

Que mantener al PP en el gobierno sea equivalente a salvar a España es una afirmación, cuanto menos, delirante. Es verdad que no sería inteligente por mi parte confundir a los dirigentes del PP con todos sus afiliados y sus votantes, pero lo cierto es que el PP ha hecho oposición utilizando el problema del terrorismo, ha exacerbado la cuestión territorial para sacar beneficios electorales a corto plazo, ha dinamitado la imagen de nuestro país en el exterior en los peores momentos de la crisis económica, por no hablar de la famosa petición de dejar que España se hundiera en mitad de la crisis. No, la verdad es que la segunda P del PP no es de patriota, su Popular viene de pueblo en el sentido de nación, el PP es el Partido Nacionalista Español. Y confundir el nacionalismo con el patriotismo es una torpeza que un dirigente socialista no debe permitirse.

Por otro lado tampoco parece muy perspicaz creer que una alianza con Podemos necesariamente vaya a beneficiar al Partido Socialista. A comienzos de la presente legislatura un diputado de ERC me preguntó: «¿qué cambiarías del pasado?». A lo que le contesté: «nunca hubiera pactado con ERC». Él me repreguntó: «¿por qué?». Respondí: «porque es un error aliarte con quien se avergüenza de ti». Y lo que tiene contra el Partido Socialista una incierta izquierda es algo bastante diferente a una discrepancia política. Cuando dicen que van a poner unas condiciones que todavía no han pensado, para pactar con los socialistas, lo importante para ellos no son las condiciones, sino humillar a un partido que siempre juzgaron moralmente reprobable. Hasta ahora esa incierta izquierda ha vivido casi exclusivamente de una acerba crítica moral a los privilegios de la casta, en la que incluyen a los socialistas; pero sus propuestas políticas para resolver los problemas más urgentes de las personas de carne y hueso son escasas, inconcretas y cambiantes. Y es evidente que su agenda responde más a las prioridades de una clase media radicalizada que a las de una clase obrera igualitarista. Ser más radical no significa necesariamente ser más de izquierdas. Y confundir ambas cosas es una torpeza que un dirigente socialista no debe permitirse.

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