jueves. 28.03.2024

¿Qué pasa con la reforma laboral?

No pocos de los que echaban incienso a la reforma laboral empiezan a pedir que se maquille un tantico. Se trata de editoriales de algunos rotativos, de comentaristas y otras congregaciones. Posiblemente algo pasará y, tal vez, se inicie sigilosamente una prudente operación cosmética, aunque sin romper el espinazo de dicha reforma. Que, quizá, será expuesta como si la gallina fuera un pavo real; lo que podría  ocurrir si el sindicalismo confederal no sitúa, ordenada y gradualmente, una estrategia convincente con la idea de trascender las medidas de enorme y negativo paquete de medidas.

Entiendo que el sindicalismo no puede estar a la espera de lo que las fuerzas políticas hagan sobre el particular. Tampoco debería aguardar que el PSOE cumpla su promesa de abolir la reforma laboral. Porque, en todo caso, lo haría –si es que lo hace— en un contexto de mayoría de las fuerzas de izquierda. En resumidas cuentas, el sindicalismo confederal necesita un proyecto autónomo (unitario, desde luego) para trascender la reforma. A mi juicio el reciente congreso de CC.OO. no ha despejado la indefinición. Se está por la labor, por supuesto, pero no se dice cómo. Y ese cómo es le madre del cordero. Por ejemplo, si vas de viaje a Parapanda debes plantearte de qué manera, no basta anunciarlo. Debes decir: voy en tren, por carretera, en avión, o en el coche de San Fernando. Es decir, con qué proyecto y en qué trayecto.

La primera tentación de los sindicalistas –también la de algunos profetas desarmados--  sería esperar a que la ley lo resuelva. Sin embargo, me atrevo a decir que por ese camino no se va a ninguna parte. La ley puede dar un ligero baldeo a la cubierta de algunos aspectos, sólo secundarios. No a las paredes maestras del edificio.

Así pues el punto de vista fundamentado sería el siguiente: poner en marcha un proceso contractual, dentro y fuera de los centros de trabajo, que trascienda dicha reforma. Un proceso sostenido con planteamientos cualitativos, que posteriormente, dado su condición de «fuente de derecho», iría generando gradualmente un nuevo estadio de relaciones laborales. Cierto, es el camino más lento, pero sin duda es el más macizo y eficaz.

Lo que se dice sin perifollos para abrir el apetito. En el debate, si es que lo hay, entraremos en detalles.

¿Qué pasa con la reforma laboral?