viernes. 26.04.2024

Paro

Ya no hay quien lo niegue. Y son las cifras más tristes. Las más preocupantes. Comisiones Obreras habla ya de unas previsiones de 3.000.000 millones de parados. Y el señor Solbes, vicepresidente económico, no niega que el paro vaya a subir. Nadie rechaza ya lo evidente. Lo que tampoco está mal si se mira desde el punto de vista de reconocimiento y aceptación de la realidad.Lo que pasa es que está mal, muy mal, desde un punto de vista humano.
Ya no hay quien lo niegue. Y son las cifras más tristes. Las más preocupantes. Comisiones Obreras habla ya de unas previsiones de 3.000.000 millones de parados. Y el señor Solbes, vicepresidente económico, no niega que el paro vaya a subir. Nadie rechaza ya lo evidente. Lo que tampoco está mal si se mira desde el punto de vista de reconocimiento y aceptación de la realidad.

Lo que pasa es que está mal, muy mal, desde un punto de vista humano. El paro es una lacra, es el sufrimiento real, es el ataque más profundo y serio a la calidad de vida. Yo, que soy mayor, recuerdo el impacto psicológico que supuso superar la barrera del millón de parados y no digo lo que fue rebasar los dos millones.

Ante el paro, la verdad, es que solo cabe la desesperación, la desolación. Serán, en el peor de los casos, tres millones de personas desesperadas, buscando empleo. Tres millones de personas tras las que hay tres millones de tragedias. Por mucha protección social que hayamos logrado. Porque, se diga lo que se diga, nadie quiere estar en esa lista amarga del desempleo. Ni cobrando.

Se ha escrito muchas veces. Y no importa repetirlo. Detrás de las cifras está un rostro humano. Tres millones de hombres y mujeres que tienen nombre y apellidos, que tienen preocupaciones. Tres millones de vidas que sobrepasan holgadamente la frialdad de los números.

El paro crea impotencia. Crea inseguridad y miedo. Se puede hacer poco contra el paro, aunque uno confíe en la sensibilidad de los gobernantes. Pero es que tres millones son mucha gente. Este comentario es el comentario de la impotencia. No soy un teórico de la estadística y nunca he podido abstraer la cifra de la gente. Por eso estas líneas hoy no van más allá, porque nada tengo que decir. Porque no sé qué decir.

Cuando todavía no se admite la palabra crisis desde los ambientes socialistas, tres millones de personas golpean la realidad en la peor de las constataciones. Y a uno, a todos, le entra la angustia de la incertidumbre, de un futuro difícil y oscuro.

Ni siquiera se encuentra consuelo en los versos. Pero cómo no refugiarse en la belleza de las palabras, en palabras tan hermosas como las que nos regala Antonio Gamoneda:


Retrocede, combate
hacia atrás, corazón mío.


Cíñete al amor, queda
activo en cuerpos, en

materiales amantes.

Olvida la nieve, vive
con los tuyos, desciende

a la ternura. Este
es tu país.

Sí, éste es nuestro país. No hay otro. Ojalá podamos ceñirnos al amor, descender a la ternura de Gamoneda.

Paro
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