viernes. 29.03.2024

Paraíso de charlatanes

La crisis de la economía y de las finanzas que sufre Europa, y de manera singular España, está alumbrando un verdadero paraíso de charlatanes. Y no quiero asociar esta afirmación a un simple ejercicio de frivolidad. Estamos ante una peligrosa ofensiva del ideario liberal y conservador contra la política y la democracia.

La crisis de la economía y de las finanzas que sufre Europa, y de manera singular España, está alumbrando un verdadero paraíso de charlatanes. Y no quiero asociar esta afirmación a un simple ejercicio de frivolidad. Estamos ante una peligrosa ofensiva del ideario liberal y conservador contra la política y la democracia. Y como siempre, al frente de este pelotón de charlatanes encontramos a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.

Los dirigentes del PP, en su carrera hacia la Moncloa, se presentaron en sociedad como listos, solventes y sobradamente preparados. Nos agobiaron con títulos, masteres y especialidades diversas. Creyeron que su sola presencia en palacio tranquilizaría a los insaciables mercados y que los índices macroeconómicos se estabilizarían. El único problema era la deuda recibida, pero un buen gobierno puede con todo.

Vamos camino de los seis meses de ejecutivo conservador  y las numerosas reformas, recortes y su larga nómina de damnificados  demuestran que tanta acumulación de saber no ha sido suficiente para enderezar el rumbo. Por el contrario asistimos a una gigantesca exhibición de insensibilidad, improvisación y malas artes. El rescate financiero se nos echa encima. Se desboca el paro y el drama personal y familiar trasciende a las estadísticas. El Estado de bienestar camino del malestar. Arrasan con todo. Hasta la democracia se resiente.

Políticos contra la democracia

La economía especulativa, el capitalismo de casino y sus valedores políticos nos metieron de lleno en la crisis hace cuatro años. Una crisis que contagió la economía productiva y disparó el desempleo, sobre todo en los países del sur de Europa. En España, la crisis se cebó con los asalariados y los sectores más desfavorecidos, a los que el Gobierno de Rajoy no ha dejado de golpear con una agenda plagada de recortes económicos, sociales y laborales. La crisis les envió al desempleo y Rajoy los remató.

Por si la incertidumbre no era suficiente, la derecha, que ya hace poco más de un año había pactado con Zapatero la eliminación de las Cajas de Ahorro y su precipitada bancarización, irrumpe cual elefante en cacharrería y activa una siniestra operación en el sistema financiero, de la mano de los banqueros más poderosos. España, dicen, no da para cuatro grandes grupos. Bankia debe pasar a la reserva, gestionada por leales y en el futuro debidamente subastada. Y para esta conspiración que no falten recursos: 24.000 millones de euros a un equipo gestor encabezado por Goirigolzarri, el mismo de la fusión de BBV-Argentaria, el de los 64 millones de pensión de este banco fusionado, el amigo de Guindos. Y si el regulador público (Banco de España) resulta incómodo, se contrata a un banco privado de inversión estadounidense (Goldman Sachs) para tasar Bankia.

Y en esto llega la campaña de los políticos del PP -no todos- contra la política, contra la democracia. Sobran concejales, diputados, representantes de la ciudadanía. “Necesitamos más emprendedores y menos políticos” (pura retórica, porque los llamados emprendedores empiezan a estar hartos de tanta mentira). La derecha no pierde el tiempo y aprovecha el descrédito de una banda de representantes públicos (en política como en la vida, la insolvencia y la corrupción están presentes) para hacer liberalismo académico y arremeter contra las instituciones democráticas. Juega al despiste y conscientemente confunde el huevo y el fuero. Ya se sabe que la demagogia no necesita razones, bastan ocurrencias, pero ojo a alguna de ellas.

El jueves, 7 de junio, la presidenta de la CM, Esperanza Aguirre, ufana y con su habitual desparpajo bajó salarios a las empleadas y empleados públicos y propuso reducir a la mitad el número de representantes en la Asamblea de Madrid. Al día siguiente, el aparato mediático ultraconservador jaleó la iniciativa y elogió el alivio que supondría para el erario público. Sin ignorar el golpe al pluralismo político, quiero resaltar la miserable y peligrosa ideología que hay detrás de la medida. Exigir limpieza, transparencia y honestidad a los representantes públicos no puede derivar, en ningún caso, en la subversión del valor de la democracia.

Hace tiempo que vengo denunciando (y lamentando) la derrota de la política a manos de la economía. Ahora, algunos insignes representantes de la derecha española envuelven la derrota en papel oficial. La izquierda no puede andarse por las ramas. Debe rechazar rotundamente el populismo de los charlatanes. Se alude con desprecio a “la ocupación de los políticos”, pero es la legitimidad de la democracia la que está en juego. No cedamos al impacto de los gestos -que tanto gusta también a UPyD- y defendamos sin ambages la política y las instituciones democráticas.

 

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