País de teatro

El declinar físico de D. Juan Carlos se está convirtiendo en una metáfora de su declinar político y un recordatorio angustioso de lo poco ejemplar...

EL REY O LA TRAGEDIA: El declinar físico de D. Juan Carlos se está convirtiendo en una metáfora de su declinar político y un recordatorio angustioso de lo poco ejemplar de su biografía desde el punto de vista de una ética pública: ni practicó una ética de la responsabilidad ni una ética de la convicción, que lo suyo es la ética de la supervivencia. Nadie sensible puede recrearse con sus balbuceos o con el despedazamiento de lo que quiso ser la familia más ideal que los siglos vieron. Pero tampoco podemos dejar de solazarnos, con angustia, si se quiere, de la esperpéntica imitación del padre de Indiana Jones en la portada del “¡Hola!”: parece que no se da cuenta de que si deseaba disimular su vejez –lo que no es necesario- lo que ha conseguido es aparentar arrogancia de viejo verde, repintado por las maravillas de la tecnología fotográfica. No es precisamente eso lo que necesita España, por más que se empeñe en recordarnos lo importante que es la unidad y que desde su altura de rico genético muestre cada Navidad su solidaridad con los desfavorecidos. Hay algo que se nos está rompiendo por dentro: al fin y al cabo este hombre es materia de nuestra nostalgia y, pensemos lo que pensemos de la Monarquía, ha prestado sus buenos servicios y encarna una institución que merece respeto formal mientras exista. Prescindir de él no va a ser fácil. Pero menos lo va a ser convivir con su decadencia convertida en espectáculo y parte médico habitual. Él y algunos sabios madrileños sabrán por qué no abdica, atrapado como está entre la fragilidad de sus huesos y la rigidez de una Constitución que impide al Príncipe de Asturias asumir funciones constitucionales, condenándole a ser un figurón trotamundos, acartonándose mientras se hiela en el funesto destino de quien espera la muerte de su padre para ver realizada su misión. La psicología de los tiempos actuales no está preparada para entender tanta crueldad. He aquí un argumento inédito a favor de las Repúblicas: éstas no son sádicas, no emparedan a un heredero entre la educación para ser amo del futuro y la larga expectativa de la expiración o de la senilidad total de un ser querido. Hay en todo esto un aire de predestinación trágica a la griega, una broma del tiempo, con el fantasma entubado de Franco paseándose por algunas memorias y con un joven Príncipe a la espera de lo que dispusiera para sí el Señor. Pero, insisto, no estamos para estas truculencias, que bastante tenemos con lo que tenemos y tampoco se sabe que el poder del monarca fuera usado nunca para pedir moderación a sus amigos, los que le regalaban yates en las horas altas de la monarquía y de la economía. Ni supo parar esa congregación de sombras que le fue apareciendo por los rincones de la estirpe. Símbolo del sistema, este marino egregio hace aguas conforme las preguntas se acumulan a las puertas de la Carta Magna; a este cazador cazado, se le ha agotado la pólvora de rey cuando las finanzas vienen flacas. La escena de la Pascua Militar, penosa, nos remitió a otras de Juan Pablo II. El Papa que, por ver si la aureola de martirio conseguía algo, aguantó hasta el final. Pero su sucesor no aguantó. Que se apliquen el cuento. Juan Carlos: ¡santo súbito!

EL PRESIDENT O EL DRAMA: Que Cotino arranque naranjas para cultivar caquis es un signo tragicómico del declive de la patria valenciana entendida como Levante feliz. No damos para más. Pido a los Diputados que inscriban en el Libro Guinnes a nuestro parlamento como el único presidido por un cultivador de caquis. Y que se dejen de esas zarandajas de preguntar por qué antes consideraba compatible su negocio naranjero con la exclusividad retributiva y ahora no. ¿Por qué habría de ser? Lo de las naranjas era lo de todos, los caquis es lo exótico, el último símbolo del cambio, o sea, del paso del caballo de Atila, uno de los mejores afiliados al PP. Como él: alto representante de los ungidos por las sectas vaticanistas y por las velas del diablo del dinero inmobiliario y aledaños, aunque en trance de adaptarse, acometiendo el inmenso sacrificio de renunciar a unos cientos de euros al año. Dios nos perdone lo que les hemos obligado a hacer, a él, que más que moderar debates sacramenta con su mirada y el terciopelo de su lengua a esa institución, les Corts, que él, personalmente, debe considerar una estupidez. Habiendo caquis…

EL CURA O LA COMEDIA: No entiendo el revuelo que se ha gestado –con perdón de Dios y sus Ministros- con el folleto –con perdón de Dios y de sus militantes de base- emitido por el párroco de Beniarrés para preparar mejor a las almas para recibir el sacramento de la penitencia, alentar el sentimiento de dolor de contrición y aclarar las dudas impertinentes que asaltaran maltrechas conciencias de la de grey de ovejas católicas en general y, en especial, de ovejas católicas lelas, con perdón de la redundancia. Larga es la historia de los manuales para pecadores y confesores y algunos son altamente valorados por la tradición, así, el de Alfonso María de Ligorio, como es sabido. Y si unos fueron laxos, como acusó Pascal a los jesuitas, otros fueron de feroz rigidez. Sea como fuere, este es actual, aunque lamentablemente no esté disponible en aplicación para tablet, con preguntas sabrosas y ya veremos lo que dicen algunos descarriados cuando se vean en el infierno mientras los que ejercitaron esta gimnasia del espíritu revoloteen entre nubes haciéndoles burla. Al fin y al cabo, se pongan como se pongan los rojos, todo seminarista sabe que, por ejemplo, hay mujeres que, por puro vicio, abortan dos o tres veces a la semana, y conviene afearles su conducta. Lo que creo es que faltan algunas preguntas. Amplia es la nómina que se me ocurre, pero a título de muestra, sugiero añadir: ¿Ha practicado en la últimamente el sexo por conducto auricular o nasal? ¿Cuántas bombas atómicas ha arrojado? ¿Le gusta la carne de niño crudo? ¿Ha reflexionado más sobre la Santísima Trinidad o sobre la crisis? ¿Le ha robado alguna vez un paraguas a un cura? ¿Ha tenido sueños eróticos con Wert, Báñez o Gallardón?, ¿juntos o por separado? ¿Ha comido caquis?, ¿cuántas veces al día? ¿Es monárquico o cree en la familia? ¿Ha dado en pensar que su párroco a) es tonto del haba, b) es un degenerado a la espera de ciertas respuestas, c) es un imbécil, d) es todo a la vez?