jueves. 28.03.2024

Oportunidades del preacuerdo

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Por Alberto Novoa | “Para este viaje, no hacían falta alforjas” o “esto lo podían haber hecho en julio”, son algunas de las frases que se han podido escuchar o leer en las primeras horas tras el anuncio de un preacuerdo de Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos.

Tales afirmaciones no están faltas de razón, teniendo en cuenta el hartazgo y la paciencia demostrada por una ciudadanía que, consciente de lo que nos jugamos, ha sido “obediente” cada vez que se le ha pedido que volviera a manifestarse para que le “salieran los números” a quienes no terminaban de entender que con una vez que se digan las cosas es suficiente.

El acuerdo alcanzado tras el 10N se podría haber dado en 2015 y nos habríamos ahorrado a Vox, pero las estrategias sobradamente conocidas de unos y otros nos han traído hasta aquí

Las Elecciones Generales del pasado 10 de noviembre han demostrado que la extrema derecha es más Vox y mucho Vox y que la ciudadanía ha vuelto a dejar claro que quiere que las izquierdas se pongan de acuerdo. No queda tiempo ni espacio para tonterías: o hay gobierno de coalición y de progreso, o la democracia corre un serio peligro. El mensaje de las urnas es contundente.

En el último lustro de ciclo electoral ininterrumpido, el electorado progresista español se ha comportado de forma perseverante y madura frente a la testosterona y la irresponsabilidad de los dirigentes políticos de las izquierdas. Hasta en cuatro ocasiones, los votantes progresistas han respondido insistiendo en que lo que querían era un acuerdo de Gobierno de progreso, y lo han hecho sin alterar significativamente el porcentaje de participación en las urnas. Una constatación de que la democracia española está más asentada de lo que a veces se piensa y que la ciudadanía sabe estar más y mejor a la altura de las circunstancias que los partidos a los que vota fielmente.

El acuerdo alcanzado tras el 10N se podría haber dado en 2015 y nos habríamos ahorrado a Vox, pero las estrategias sobradamente conocidas de unos y otros nos han traído hasta aquí.

En cualquier caso, vivimos un momento histórico, aunque muchos no lo reconocerán: los partidos que impulsaron la moción de censura que expulsó a la corrupción del Gobierno de España han alcanzado un preacuerdo para el primer gobierno de coalición y de izquierdas de la historia de la última etapa democrática tras la II República. 

Sin duda, España ha superado el ciclo bipartidista iniciado en 1978 para enfrentar por fin el siglo XXI como una democracia plural y moderna donde las coaliciones de un sistema multipartidista pueden ser la tónica general. Hemos pasado de una democracia mayoritaria a una democracia consensual. 

Por otra parte, el abrazo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias pone de manifiesto que el primero se pasó de frenada con los vetos y que el segundo ganó el relato de la necesaria coalición. Ambos dirigentes tienen la oportunidad de actuar ahora con la madurez democrática que su electorado les viene demandando desde el principio, y las izquierdas, sin complejos, pueden demostrar que nuestro país puede ser igualitario, tolerante y verde.

Hay una última oportunidad con el preacuerdo, también para las derechas, en esta nueva etapa histórica que se abre para la democracia. El Partido Popular tiene una excelente ocasión para sacudirse el polvo de la tumba del dictador por la que ha pasado de puntillas durante la exhumación, condenando el Franquismo y situándose a la altura del momento que nos ocupa. O puede seguir blanqueando a Vox y pasar, en el próximo ciclo electoral, por el mismo calvario que ha sufrido Ciudadanos.

Éstos últimos, por su parte, tras el descalabro sufrido por sus desvaríos ideológicos y una estrategia alejada de la regeneración democrática que inicialmente pregonaron, pueden insistir en los errores hasta la desaparición definitiva, o aprovechar la oportunidad del preacuerdo PSOE-Unidas Podemos para, al menos, diferenciarse desde la abstención y aprovechar la legislatura para ocupar el espacio central de una derecha democrática liberal, al estilo de las derechas modernas de los países de nuestro entorno.

En definitiva, ante nosotros se plantea una coyuntura estupenda en torno al preacuerdo de gobierno de coalición para ensanchar la democracia y hacerla madurar. Su aprovechamiento dependerá de la capacidad de los partidos para desarrollar su labor en un contexto de calma para hacer política y que garantice a España la estabilidad de una legislatura que impulse algunos de los avances que la ciudadanía reclama y se merece con creces.


Alberto Novoa | Secretario de Organización de Actúa

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