sábado. 20.04.2024

Nuevas estampas sobre El Ejido

NUEVATRIBUNA.ES - 28.10.2009...ha caído el regidor de uno de los municipios protagonistas del llamado milagro de Almería: El Ejido viene siendo el mascarón de proa de la pujanza de los invernaderos del Poniente almeriense.Mucho se ha discutido en torno a la sobreexplotación de la tierra y de los seres humanos que conlleva ese sistema de producción.
NUEVATRIBUNA.ES - 28.10.2009

...ha caído el regidor de uno de los municipios protagonistas del llamado milagro de Almería: El Ejido viene siendo el mascarón de proa de la pujanza de los invernaderos del Poniente almeriense.

Mucho se ha discutido en torno a la sobreexplotación de la tierra y de los seres humanos que conlleva ese sistema de producción. Los sucesos de enero de 2000, con una espiral de linchamientos contra la comunidad inmigrante puso en cuestión aquel laboratorio de la convivencia del que hablaría Mikel Azurmendi en su libro “Estampas sobre el Ejido”: era obvio que la presencia de más de cien nacionalidades diferentes en esa estrecha franja de terreno podría provocar roces. Pero aquello se pasó de castaño oscuro y reveló que se estaba creando un tigre de papel, un castillo en el aire, porque la avaricia y la ignorancia suelen constituir una mezcla explosiva.

El dinero era fácil y todo era posible. Ocurrió en Almería pero también en otros lugares de la geografía española donde existía un ejército de mano de obra barata, la inmigración sin papeles, al que semi-esclavizar. Más allá de los remedos de Ku-Klux-Klan a la española, aquel universo incluiría timbas clandestinas donde se jugaban BMWs y proposiciones indecentes, acosos sexuales y chantajes en video, selecciones étnicas y parejas dinamitadas en una secuencia de divorcios que en dicho municipio alcanzaron dimensión de hito y de récord olímpico.

En Almería y en la patria chica de Manolo Escobar, también hubo mucha luz, desde el ejemplo de numerosos profesores echándoles horas sin sueldo a la integración escolar de alumnos que no hablaban una palabra de español a la de los profesionales del hospital del Poniente, abiertos a atender a quien quiera que lo demandase, sin pedir visado ni pureza de sangre. O los propios trabajadores y muchos jefes del sector, que trataron de igual a igual a sus compañeros llegados de otros mundos. O las ONGs que combatieron los insólitos derechos de admisión que vetaban la entrada en locales públicos a colores y acentos distintos al español.

Esas otras estampas de El Ejido merecerían una reflexión en voz alta y no sólo por parte de los ejidenses. En cualquier caso, la detención de su alcalde Juan Enciso por un supuesto de blanqueo de capitales, malversación de caudales públicos, falsedad en documento mercantil, cohecho y tráfico de influencias, supone un cierto ejemplo de justicia poética. Y es que quizá hubiera debido ser detenido antes por crímenes sociales: en gran medida, su retórica demagógica aventó tempestades xenófobas pero recabó votos a barullo, tanto desde las filas del Partido Popular como desde el Partido por Almería (PAL), que ahora lidera y que respaldó al PSOE para que mantuviera la presidencia de la Diputación.

Populares y socialistas quieren quitarse con la boca chica a ese muerto de encima, mientras la jueza encargada de la investigación de la Operación Poniente contra la
corrupción municipal en El Ejido, Montserrat Peña, prosigue diligencias en relación con la supuesta malversación de 150 millones de euros de las arcas municipales por medio de una trama de empresas subcontratadas por la empresa mixta de servicios Elsur. El caso implica también, entre otros, al interventor accidental de El Ejido, José Alemán, y Ambrosio Cuevas, socio de Enciso en la sociedad Gestora Ejidense, que podría ser la madre de todas las corruptelas locales.

Si eso puede llamar a escándalo, ¿qué decir cuando después de tres días de arrasar viviendas y locales de extranjeros, tomó la palabra en público para insistir en la peligrosidad del periodismo? Tras aquella oleada de agresividad colectiva e irracional, él se limitó a para “dar las gracias a un pueblo donde nunca se ha pedido el carné de identidad a nadie y que rechaza la imagen que algunos con la alcachofa en la mano quieren mancharnos”. Lejos de la autocrítica, el cinismo del alcalde ejidense Juan Enciso, que siguió contando con un amplio respaldo local dentro y fuera del PP, llegó al extremo de responsabilizar a las asociaciones solidarias por el brote de violencia: “Creo que gran responsabilidad de lo que ha pasado es de las organizaciones no gubernamentales que, en lugar de colaborar, muchas veces violentan a los inmigrantes con mensajes únicamente sobre sus derechos y haciendo dejaciones de sus obligaciones. Las ONG deben buscar soluciones prácticas como crear alojamientos, y no arremeter contra la Administración llamándola racista y xenófoba”.

Aquel asunto se enmarcaba en una situación generalizada de exclusión que pasaba por la infravivienda pero también por la ausencia de espacios donde la sociedad de acogida conviviera abiertamente con los trabajadores extranjeros: “Hasta las ocho de la tarde, todos los inmigrantes son pocos. Después de las ocho, son demasiados”, llegó a proclamar Juan Enciso, alcalde de El Ejido y rara vez desautorizado por su partido de origen.

Los conservadores jugaron a dos barajas. Transcurría la precampaña electoral y los representantes del partido en el Gobierno corrieron a hacerse una fotografía con el bombero pirómano, el alcalde Juan Enciso. Resultado: subida de votos del PP en la circunscripción electoral de Almería, durante los comicios del 12 de marzo, apenas un mes más tarde de aquella nueva edición de “Arde Mississippi”. En Almería alcanzó cerca de un 50%, diez puntos más que en las anteriores elecciones de 1996. En El Ejido, el PP arrasó; obtuvo 4.415 votos más que en los anteriores comicios, con un 64,12% de los votos totales”.

A pesar de que la vivienda aparecía como una de las principales causas de aquellas fricciones entre propios y extraños, tras los disturbios, el Ayuntamiento de El Ejido se negó expresamente a ceder terrenos, incluso, la para la instalación de cuatro campamentos provisionales que debían acoger a más de 1.500 inmigrantes obligados a dormir en la calle tras los destrozos sufridos por sus viviendas, de mayor o menor porte, situadas en ese mismo término municipal. Se trataba, según el polémico Ayuntamiento, de “evitar así la creación de ghettos” y avalaba su postura en un pliego de 8.539 firmas. Insistía en la reconversión subvencionada de los barracones de los invernaderos, a fin de revalorizarlos y evitar que los jornaleros venidos de fuera pudieran a llegar a ser, alguna vez, usuarios de pleno derecho o propietarios del techo donde duermen: “La solución –se indicaba en el pliego de los firmantes—pasa por subvencionar o ayudar económicamente a los agricultores para que acondicionen los cortijos de sus fincas o cedan las viviendas a sus trabajadores mientras dure su contrato y puedan vivir en condiciones dignas”. Incluso se utilizaron fondos para luchar contra la infravivienda, para mejorar las infraestructuras de los invernaderos.

Claro que su actitud fue tan contagiosa que prendió en los municipios limítrofes de La Mojonera y Vícar, cuyos alcaldes estimaban que allí no se habían destruido casas de trabajadores extranjeros, por lo que no eran los lugares idóneos para instalar los campamentos de acogida. La Corporación que preside Enciso pretendía sacar un supuesto provecho del río revuelto y quitarse de encima a 1.500 habitantes gratos tan sólo para las duras faenas agrícolas, pero no para residir en sus lindes municipales.

Cuando la convivencia con el PP se hizo inviable, en 2005 creó el Partido de Almería (PAL), de vocación municipalista y bajo el explícito tema de "Tu pueblo en buenas manos". Lo curioso es que cuatro años después, su antiguo partido no quiera hacer leña de su árbol caído. Ni siquiera le exige la dimisión como alcalde. El secretario general del PP de Almería, Javier Aureliano García, junto con el de El Ejido, Ángel Escobar, compareció en rueda de prensa para asegurar que no iban a entrar "en juicios paralelos o declaraciones sensacionalistas" en torno a la presunta trama de corrupción empresarial ante la "gravedad" de las imputaciones. Tampoco quieren sacar ventaja a dicha situación para presentar una moción de censura contra el presidente de la Diputación almeriense, el socialista Juan Carlos Usero, que asumió dicho cargo con los votos del PAL. Los socialistas, mientras tanto, parecen mirar a otro lado como si este escándalo tampoco les incumbiera. Unos y otros ya imitaron a don Tancredo, en gran medida, cuando los sucesos de 2000.

Juan José Téllez es escritor y periodista, colaborador en distintos medios de comunicación (prensa, radio y televisión). Fundador de varias revistas y colectivos contraculturales, ha recibido distintos premios periodísticos y literarios. Fue director del diario Europa Sur y en la actualidad ejerce como periodista independiente para varios medios. En paralelo, prosigue su carrera literaria como poeta, narrador y ensayista, al tiempo que ha firmado los libretos de varios espectáculos musicales relacionados en mayor o menor medida con el flamenco y la música étnica. También ha firmado guiones para numerosos documentales.

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