viernes. 19.04.2024

Nos jugamos el futuro

Cien años llevamos conmemorando el Día Internacional de la Mujer. Puntual a su cita, la asociación Mujeres en Igualdad exige el cumplimiento del artículo 14 de la Constitución Española y reivindica la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, al tiempo que denuncia las discriminaciones, algunas crónicas, en los distintos ámbitos de la vida.

Cien años llevamos conmemorando el Día Internacional de la Mujer. Puntual a su cita, la asociación Mujeres en Igualdad exige el cumplimiento del artículo 14 de la Constitución Española y reivindica la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, al tiempo que denuncia las discriminaciones, algunas crónicas, en los distintos ámbitos de la vida.

Cualquier discriminación es reprobable, pero resulta cuanto más execrable aquélla que favorece la violencia sobre las mujeres, con cifras de asesinatos que se incrementan día tras día. Quiero centrarme en esta ocasión en la persistente e ilegal diferencia que impide que algunas mujeres se sientan libres y fuertes para denunciar malos tratos: la discriminación laboral y el hecho de no encontrar un puesto de trabajo no precario.

Si bien es cierto que la crisis afectó con especial crudeza al sector de la construcción y, por tanto al empleo masculino, en 2010 el desempleo se ha cebado de tal forma en las mujeres que en febrero se contabilizaron 2.165.000 de desempleadas por ser el sector servicios quien más acusa ahora la crisis.

Nos preocupa la larga permanencia de la mujer, de cualquier edad, en la búsqueda de empleo; las diferencias salariales; el estancamiento profesional o la pérdida del trabajo cuando deciden ser madres; que tengan que ser ellas sí o sí las que reduzcan su jornada o trabajen a tiempo parcial; que se destinen a ellas las tareas y condiciones laborales más precarias; que la inmensa mayoría de las empleadas sean mileuristas; que no gocen de las mismas coberturas de desempleo que los hombres, y que cobren las pensiones más bajas.

Qué injusto, cuando además son las mujeres quienes sostienen el estado del bienestar. Cuidan a los mayores, educan a los hijos, mantienen la unidad familiar, y solo si les sobra un rato libre pueden dedicarse lo imprescindible a sí mismas.

Pese a ello, hay esperanza. El ejemplo de tantas mujeres que lucharon por la igualdad, dejándose el prestigio cuando no la vida en el intento, nos incentiva a seguir trabajando, en la seguridad de lo justo de nuestras reivindicaciones.

Por eso no queremos, paternalismos, ni favores, ni discriminaciones positivas, ni una solidaridad mal entendida. Exigimos una reforma laboral que genere trabajo de calidad para todos: hombres y mujeres. Pedimos a los políticos que hagan cumplir las leyes con todas sus consecuencias, a los empresarios que nos paguen igual por el mismo trabajo, a nuestros compañeros que asuman sus obligaciones familiares. El futuro de la sociedad está en juego.

Nos jugamos el futuro
Comentarios