viernes. 19.04.2024

Noruega es Grecia ( y España)

En los tiempos (más difíciles aún que estos) de los asesinatos sistemáticos de ETA, cuando teníamos que acudir a entierros y homenajes de trabajadores, también de afiliados a CC.OO.

En los tiempos (más difíciles aún que estos) de los asesinatos sistemáticos de ETA, cuando teníamos que acudir a entierros y homenajes de trabajadores, también de afiliados a CC.OO. y otros sindicatos de clase, llamaba escandalosamente la atención el hecho de que para cada víctima se destacara la pertenencia y la participación protagónica de la organización política, social ó cultural a la que esta pertenecía, actuando los representantes de las no afectadas en ese momento (aunque los papeles en el siguiente atentado se intercambiaban ) como invitados y acompañantes. Frente al tratamiento sangriento que la banda daba a todos por igual, no se entendía por que no había unidad absoluta y todos los sectores golpeados no consideraban a todas y cada una de las víctimas como específicamente propia.

Salvando la enorme distancia, estamos asistiendo a una similar dispersión en relación al discurrir de las economías europeas, especialmente en relación a las actuaciones que vienen sosteniendo los mercados y las agencias de calificación. Cuando es evidente para todo el mundo que estas actuaciones tienen un diseño y una práctica global de ataque al estado social europeo, a la capacidad mundial del euro como divisa principal, e incluso se vislumbra que casualmente los ataques son más sistemáticos y virulentos hacia los escasos países con gobiernos de izquierda, tampoco se entiende como es posible, no ya que no haya una respuesta común europea, sino que cada país, incluso cada fuerza política dentro de cada país, que además pertenecen a estructuras europeas de su respectivo marco político, no se sienta agredida directamente cada vez que aquellos actúan y por tanto no se sienta implicada simplemente por solidaridad, sino directamente afectada y obligada a responder con cada actuación de los mercados y las agencias de calificación se produzca esta en el ámbito que se produzca.

¿Cómo es posible que los trabajadores griegos lleven numerosas huelgas en solitario, que en España además de una huelga general se produzcan amplias movilizaciones sociales y en Portugal exista una lucha prácticamente permanente y todo esto se realice en compartimentos estancos y que más allá de valerosos pero tímidos intentos de la Confederación Europea de Sindicatos no haya capacidad de entender que el problema es común, de todos y exactamente el mismo?

También los gobiernos están tomando medidas restrictivas y equivocadas, pero sobre todo se está actuando como si el problema fuera particular y restringido al marco de cada país sobre el que gobierno respectivo tiene autoridad, obviando que los mercados y las agencias de calificación actúan globalmente y que de esta misma forma es como hay que oponerse a sus designios.

Parecida situación se plasma en el auge de la extrema derecha en Europa. Noruega no pertenece al Euro, ni siquiera a la UE, sin embargo es obvio que forma parte del mismo ámbito común cultural, social y democrático de todos los países de la Unión.

Cada vez que un partido racista y xenófobo incrementa su resultado electoral, este resultado se trata como si fuera un problema específico y solitario del país en cuestión. Es más, los medios y los analistas políticos se esfuerzan por encontrar diferencias en las razones por las que en cada caso se produce este avance, y lo que es aún más sorprendente, las acaban encontrando, cuando resulta meridianamente claro que la extrema derecha europea, tiene un objetivo común, acabar con la democracia y las sociedades libres, también con los avances sociales y los derechos de ciudadanía, lo que intenta allí donde puede sin importarle mucho de que país se trate, cual sea su gobierno, o la historia y tradición democrática de sus sociedades.

En definitiva, como se viene demostrando no es fácil articular soluciones, pero siendo la unidad europea clave para atacar estos problemas, lo es tanto ó más que las sociedades, los gobiernos y los partidos políticos dejen de considerar que solo afectan los acontecimientos cuando se producen en su territorio específico. Cualquier actuación de los agentes enemigos de la democracia y la libertad lo es directamente contra todos y cada uno de nosotros. Los ataques a Grecia no son a Grecia, lo son contra la cohesión de la Unión, de la moneda común e incluso contra la propia articulación de la UE. El atentado de Noruega, se produce en Noruega sí, pero es un atentado contra la idea de una Europa social, libre y permisiva.

Haríamos bien todos, pero especialmente los gobiernos, en empezar a considerarnos directamente implicados en cada acontecimiento de este tipo que se produzca en cualquier lugar de Europa y actuar en consecuencia, la teoría del efecto dominó es muy antigua y si no se le ponen barreras funciona. Avisados estamos.

Noruega es Grecia ( y España)
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