No, no me gustan nada los jueces estrella

NUEVATRIBUNA.ES - 12.4.2010 Me desperté de golpe y escuche la noticia. A Baltasar Garzón lo procesan en el Tribunal Supremo por investigar crímenes del franquismo. Ya no hay márgenes para el asombro y, aún así, era sorprendente escucharlo, aunque "era lo esperado". Poco a poco, como lluvia fina, se habían ido destilando noticias que debían prepararnos para lo “inevitable”. “Van a por el” se decía. Era verdad.
NUEVATRIBUNA.ES - 12.4.2010

Me desperté de golpe y escuche la noticia. A Baltasar Garzón lo procesan en el Tribunal Supremo por investigar crímenes del franquismo. Ya no hay márgenes para el asombro y, aún así, era sorprendente escucharlo, aunque "era lo esperado". Poco a poco, como lluvia fina, se habían ido destilando noticias que debían prepararnos para lo “inevitable”. “Van a por el” se decía. Era verdad. ¿Y ya está?

Viejas querellas entre "compañeros de carrera"; viejas pendencias en el "maltrato dado a los procedimientos". ¿Qué procedimientos? ¿Los recuerdan? ¿Quién los jaleaba? ¿Quién hizo de la Audiencia Nacional un espectáculo estelar? ¿A quién interesó? ¿Quién tuvo bula y derecho de pernada en acusaciones sin pruebas y sin castigo? ¿A quién importó la presunción de inocencia, el honor, el deshonor y los daños morales y humanos a los protagonistas penales de esa "época prodigiosa"? ¿A quién molestaron los procedimientos inquisitoriales, coactivos y ajenos a la protección del derecho en esos y otros juzgados? ¿Quién se mofó de los más elementales secretos sumariales publicándolos a toda página y media? ¿Quién creó noticias y por qué tuvieron el acogimiento inmediato de jueces de instrucción y fiscales en la Audiencia Nacional? ¿Quién inició procedimientos penales luego archivados que ocasionaron alarma social y arruinaron vidas, patrimonios y profesiones? ¿Quién aplaudió? ¿Quién calló? ¿Quién alzó la voz contra eso? ¿Quién tuvo poder para combatirlo y lo hizo? ¿Quién no? El listado de interrogantes es eterno y se resume en uno ¿Quién salió beneficiado de todo eso?

Lamento concluir que muchos de los beneficiarios de todo aquél aquelarre son los que ahora dicen basta. Se acabó aquella y esta diversión. Que no se repita cuando afecta a nuestros orígenes, a nuestros instintos, a nuestra ideología, a nuestro derecho natural. La historia -esa historia- no debe rozarse y aprovechemos este bonito momento de desactivación de tanto valor ético, de crisis de comportamientos institucionales y de descrédito de la política en general, para dar un carpetazo a una forma de actuar que sólo es aceptable conforme a nuestro único y exclusivo interés. Porque, además, en nombre del sacrosanto justo derecho no faltan ni faltarán "compañeros de viaje" en las "dos orillas". En fin, que siempre habrá gente que habrá de hacerse perdonar sus viejos "desvaríos" y si no miren a ese antiguo dirigente saharaui que acaban de hacer embajador ¡del Reino de Marruecos!

Por supuesto que esto que sucede es un escándalo insoportable. Pero deberíamos ser un poco autocríticos con el grado de participación, aceptación o silencio que contribuyó a crear y mantener aquella época. Pagamos precios insoportables por eso y los pagarés al cobro vencen ahora, a través de estas cosas tan repugnantes. Por si no lo dije suficientemente claro antes, afirmo que no; que no me gustan los jueces estrella, ni los de ahora ni otros que pudiesen existir. En consecuencia: No, no me gusta Baltasar Garzón, en tanto que su forma de actuar como juez, ni por sus procedimientos procesales. Él sufre ahora las recetas y maneras que aplicó en no pocos casos y momentos. Pero ese no es el problema. En absoluto lo es.

En mi opinión, el problema está en la propia naturaleza de un órgano relevante del poder del estado conformado al margen de la soberanía popular, sin antecedentes históricos democráticos, profundamente endogámico y peligrosamente corporativo. Si esto no es así ¿Cuáles son las credenciales para desmentirlo? ¿Cuáles son los procedimientos por los que se elige a los magistrados del Tribunal Supremo, por ejemplo? Procedimientos haberlos, haylos… claro que sí, pero no son transparentes, están mediatizados constantemente por intereses y poderes del estado, por factores y favores políticos y por dinámicas internas de complejos vericuetos que afectan a ascensos y descensos en las carreras profesionales de los jueces. Si niegan esto, que demuestren lo contrario, porque la carga de la prueba en este caso les corresponde. Si sólo niegan poco importa. Todos sabemos la verdad. Y produce pena y frustración.

En esas objetivas condiciones, es posible operar “políticamente” y mediante la excusa de evidenciar una forma procesalmente errónea de instruir procedimientos penales, aplicarlo a un solo caso. A ese exclusivo caso. El único que le ha interesado “políticamente” o, lo que es peor, ideológicamente, al aparato conservador que domina ese poder estatal. Tan profundas son aún las raíces del franquismo.

Utilizan para ello las mismas armas que pretenden cuestionar: El prejuicio inquisitorial, la predeterminación ideológica personal, la utilización arbitraria y ejecutiva de las normas procesales que pone el derecho en manos de un juez en perjuicio de la justicia material. En suma, todo lo contrario a lo que los ciudadanos entienden por justicia. Porque, ¿cómo actúa en este asunto el Juez Varela? Como un juez estrella, ni menos ni más. Pero con apoyos sorprendentes y sentando el precedente peligroso de involucrar al Tribunal Supremo en ese lance y, con ello, comprometiendo la imagen de toda la Administración de Justicia Española

Pocas veces España tiene el privilegio de aparecer en un editorial del prestigioso New York Times. Y, por desgracia, ha sido para esto. Cierta guerra no ha terminado porque hay gentes que no desean su fin. Todo por pretender enterrar a unos muertos de siglos en “camposanto” o civilmente y con honor… ¡Qué horror!

Si se consuma este disparate, se acarreará un daño aún mayor a la ya quebrantada imagen de la Administración de Justicia en España y se minará de forma inconsciente y temeraria uno de los fundamentos básicos del estado de derecho. Hoy se puede afirmar que los poderes ejecutivos y legislativos del conjunto del Estado Español se corresponden con la soberanía popular de la que dimanan y son controlados por ella.Yo afirmo que el poder judicial no. O, para no incurrir en desacato, corregiré que no me lo parece.

Por todo lo dicho. A no ser que la respuesta social sea de tanta intensidad que se imponga el sentido común, el derecho universal y la justicia material a la fuerza del poder de una casta… A no ser que nuestra Administración de Justicia posea algún recurso efectivo y urgente para acabar con este desatino… A no ser que me equivoque y el poder judicial en España tenga arreglo… A no ser que ese y otros milagros existan… Porque si no se producen algunos de estos “a no ser” y todo queda en un bonito acto de apoyo a Garzón en la facultad de Medicina, de veras que estamos perdidos.

El Señor de Fouquet