viernes. 19.04.2024

No hacer mudanza

Se repite mucho y no siempre adecuadamente. Incluso esta cita puede estar forzada, pero me parece a mí que la directriz de San Ignacio tiene mucha razón. Dijo el de Loyola: “En tiempos de turbación no hacer mudanza”. Puede interpretarse como un canto al conservadurismo pero, visto desde otra óptica, no es una máxima disparatada.
Se repite mucho y no siempre adecuadamente. Incluso esta cita puede estar forzada, pero me parece a mí que la directriz de San Ignacio tiene mucha razón. Dijo el de Loyola: “En tiempos de turbación no hacer mudanza”. Puede interpretarse como un canto al conservadurismo pero, visto desde otra óptica, no es una máxima disparatada.

El Presidente del Gobierno ha presentado este lunes 23 de junio su informe económico en el Consejo Económico y Social (CES). La verdad es que, ateniéndonos a la letra de su discurso, no hay ni siquiera turbación. Todo va bien. Y lo que va mal, no va tan mal. Ni en una sola ocasión reconoció, por ejemplo, que estamos en una crisis. No digo yo que el Presidente del Gobierno no esté obligado a ser optimismo, porque como él mismo dijo en su momento, con pesimismo no vamos a ningún lado y es verdad que no se crea empleo.

Pero a uno le queda la duda de que no puede despacharse la actual situación señalando que hoy estamos más preparados que hace unos años para soportarla. Porque, al final, lo que vino a decir es que tenemos fondos de reserva para casi todo. Debe de ser verdad cuando los bancos siguen presentando unas cuentas de resultados cuyas cifras marean cuando intentamos pasarlas a las antiguas pesetas.

Da la sensación de que José Luis Rodríguez Zapatero, en su discurso más importante �o al menos de los más importantes- ha decidido no hacer mudanza. Las medidas anunciadas, los compromisos que hizo solemnemente ante una representación cualificada del mundo de la economía, del trabajo y de la sociedad, son, seguramente, lo menos que puede pedirse en tales circunstancias.

Algunas de esas medidas plantean, además, serias dudas sobre su alcance: AENA, mercancías por ferrocarril, colegios profesionales� Temas importantes que hubieran merecido un tratamiento más diáfano y preciso. Algunas de ellas recuerdan a otras que el PP puso o intentó poner en marcha con la oposición de los socialistas.

Desde un punto de vista global, seguramente, la idea de reducir la oferta de empleo público, tiene su razón de ser porque, sin duda, rebaja el gasto público. El problema es que, a la vez rebaja el empleo y será difícil explicar a los cientos de miles de opositores que van a ver mermadas sus posibilidades de encontrar un trabajo para el que se han estado preparando durante años. De la congelación de sueldos en los altos cargos, mejor dejarlo en la piedad del silencio.

Lo mismo puede decirse de la rebaja en aranceles notariales y registrales que millones de españoles jamás utilizan. Habría que recordar que la necesidad de la existencia de un cuerpo de notarios ha sido puesta en duda en muchas y repetidas ocasiones y que, en otros países ni siquiera existe esta figura.

Los planes RENOVE o VIVE de los que habló el presidente bienvenidos sean, pero no parece que vayan a solventar el problema de, por ejemplo, el sector de automóvil cuando lo relegan a vehículos de más de quince años. Y ojalá sirva el plan RENOVE para edificios para revitalizar a la construcción, siempre y cuando quienes quieran renovar su casa no se encuentren con las trabas municipales que tan bien conocen los que han intentado, por ejemplo poner un ascensor, adecuar su vivienda a sus nuevas necesidades o remozar su edificio.

Apenas habló Zapatero de los inmigrantes, salvo para decir que habían rejuvenecido la población española. Pero saltó con exquisito cuidado sobre la directiva que sus diputados aprobaron sumisa y dulcemente en el Parlamento europeo. Algo podría haber dicho sobre su futuro, ¿no?

No es posible un resumen sobre el informe económico, entre otras cosas porque apenas se refirió en su intervención a él. Habló de otras cosas, de medidas que ha ido soltando en distintos foros y que el jueves asumió y sumó. Pocas novedades y, a uno, en su ignorancia, le pareció, un discurso más cansado y menos convincente que otros en los que Zapatero se ha demostrado entusiasta y con ganas.

A lo mejor es que tendría que haber empezado por reconocer que esto no va bien -lo hizo tibiamente- y, como dijo al final �y eso está bien-, esto sólo puede cambiarse con el esfuerzo de todos. De todos. De los trabajadores y de los representantes del mundo empresarial y económico que le escucharon y le aplaudieron. Porque, como decía José María Hidalgo, secretario general de CC OO, esa misma tarde en una emisora, el problema es que las crisis la acaban pagando los trabajadores. Por cierto: el mismo presidente adelantó que no esraba en su ánimo que el desaguisado lo pagaran los menos favorecidos.

Por cierto, la prudencia de los sindicatos que al final de la tarde de ayer apenas se habían pronunciado, es para que, al menos Zapatero, se lo agradezca.

Tal vez -qué quieren- un o hubiera deseado que el Presidente dijera lo que dijo en su día Luis Alberto de Cuenca. Digo en cuanto a claridad:

Dicen que hablamos claro, y que nos repetimos
de lo claro que hablamos, y que la gente entiende

nuestros versos, incluso la gente que gobierna,
lo que trae consigo que tengamos acceso
al poder y a sus premios y condecoraciones,

ejerciendo un servil e injusto monopolio.

Dicen, y menudean sus fieras embestidas.

Defiéndenos, Tintín, que nos atacan.

Aunque, luego, hubiera llamado a Tintín, que no es mal héroe.

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