sábado. 20.04.2024

Navarra como excepción

A estas alturas, prácticamente se han configurado todos los gobiernos autonómicos derivados del proceso electoral del 22 de Mayo; donde el Partido Popular ha sido el claro vencedor. El PP no sólo ha mantenido todos los gobiernos que ya tenían antes, Madrid, Castilla y León, Rioja, Valencia, Murcia, Ceuta y Melilla, sino que además ha obtenido los gobiernos de Castilla-La Mancha, Cantabria, Aragón, Baleares y Extremadura.

A estas alturas, prácticamente se han configurado todos los gobiernos autonómicos derivados del proceso electoral del 22 de Mayo; donde el Partido Popular ha sido el claro vencedor. El PP no sólo ha mantenido todos los gobiernos que ya tenían antes, Madrid, Castilla y León, Rioja, Valencia, Murcia, Ceuta y Melilla, sino que además ha obtenido los gobiernos de Castilla-La Mancha, Cantabria, Aragón, Baleares y Extremadura. Sólo quedan como excepciones a los populares, Asturias, Canarias y Navarra. Estas dos últimas, de las 13 Comunidades donde ha habido elecciones, son las únicas en el que PSOE está en el Gobierno y de forma compartida con opciones regionalistas o nacionalistas. El resultado global es consecuencia de la importante pérdida de votos del PSOE, no compensada en la otra parte de la izquierda. Esta es la realidad política pura y dura. A partir aquí se debe partir. En términos clásicos, es lo realmente existente. Es la ciudadanía la que ha confeccionado el mapa político sobre el que hay que hacer la ruta.

En Navarra, se podría haber constituido un gobierno diferente mediante la complicidad de Bildu. Pero, en mi opinión, esa opción en términos de gobernabilidad y teniendo en cuenta los ritmos del proceso de paz no hubiese sido ni oportuna ni conveniente. Por otra parte, en Extremadura, también se podría haber constituido otro gobierno pero las bases de IU han preferido que el PSOE pasara a la oposición. Lo considero un error pero se trata del proceso propio extremeño.

Estos inapelables resultados han abierto un período serio de reflexión en el espacio de la izquierda ciudadana y en los progresistas de España. Un debate similar al que también se está produciendo en Europa. Una reflexión que inevitablemente será precipitada por la inmediatez, en cualquier caso, de las próximas elecciones generales. Como siempre, lo urgente prima sobre lo necesario; tal como ocurrió en el año 2000 con el pacto programático preelectoral alcanzado entre el PSOE-IU. En este período de reflexión o de reacción política ante la demanda de la ciudadanía se han visto movimientos inmediatos. Por una parte, el discurso de Rubalcaba desarrolla un giro a la izquierda que merece la pena ser leído y tenido en cuenta. Trata de reconciliarse con su base social. Por la otra parte, se desarrollan múltiples formas e iniciativas con el fin de constituir una plataforma común en la dispersa izquierda alternativa. También aquí habrá que ver qué resultado unitario obtienen.

Recién salimos de un proceso electoral y a la vuelta de las vacaciones nos someteremos a otro. Da la sensación de que el debate electoral no acaba nunca. Pero en ese “mientras tanto” electoral los problemas no cesan. Es preciso seguir interviniendo públicamente en la crisis, amortiguando sus efectos sociales e intentando reactivar la economía. Porque el mejor bálsamo para curar los males que la política padece, entre ellos la deslegitimación de la misma, es solucionar los prioritarios problemas de la ciudadanía. En Navarra, se ha constituido un Gobierno, inédito y singular, que más allá de su complejidad tiene la obligación de gobernar adecuada y satisfactoriamente para y con la ciudadanía. Con el hándicap de que las cuentas públicas no son lo que eran. Del mismo modo, la oposición deberá cumplir con su labor de control político y propuestas. Por lo tanto, aunque el tiempo de predicar (elecciones) no acaba, el de dar trigo (gobernar) debe empezar.

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