jueves. 25.04.2024

Nada engendrará la nada

NUEVATRIBUNA.ES | 10.2.2009Parece evidente que uno no debería alegrarse del acierto de sus propios pronósticos cuando estos se refieren a hechos negativos, como es el caso.
NUEVATRIBUNA.ES | 10.2.2009

Parece evidente que uno no debería alegrarse del acierto de sus propios pronósticos cuando estos se refieren a hechos negativos, como es el caso. Pero no por ello puedo dejar de constatar que lo que he venido escribiendo y diciendo reiteradamente sobre la Presidencia checa de la Unión Europea a lo largo de los últimos meses va cumpliéndose con la exactitud de un reloj: echar un vistazo a los periódicos nos permite constatar que la acelerada evolución de los acontecimientos políticos y económicos en el Planeta es directamente proporcional al empequeñecimiento europeo frente a los mismos. Vaya, que podrán pasar muchas cosas, pero a la UE se le ve poco el pelo en la gestión de las mismas.

La crisis económica sigue campando por sus respetos en términos perfectamente definidos por el Ministro de Trabajo, Celestino Corbacho: tiene la fuerza de un huracán en crecimiento. Pero la UE sigue estancada en el sumatorio de planes nacionales realizado con una buena dosis de voluntarismo por la Comisión Europea a finales de año -¡qué lejos queda!-, incapaz de actuar como tal Unión frente a la realidad de forma perceptible para la ciudadanía.

Me temo que si salimos a la calle y preguntamos a los transeúntes "¿qué está haciendo Europa frente a la crisis?" obtendríamos dos respuestas válidas: no lo sé o nada. De acuerdo, quizás exagero con esto último: es verdad que se han rebajado los tipos de interés, que se maneja el euro de la mejor manera posible, que los estados se han comprometido a poner en marcha planes de reactivación de la actividad económica o que se han lanzado mensajes contra un proteccionismo tan fácil de sacar del agujero como tan peligroso respecto a sus consecuencias.

Pero, a la espera de la cita del 2 de abril en Londres, los compromisos de la Cumbre de Washington se van deshaciendo con el paso de los días, viendo como amarillean las numerosas páginas que los contenían. Eso sin olvidar que las recientes movilizaciones de los trabajadores británicos hace unos días (más allá de la presencia en las mismas de elementos tan poco recomendables como los del British National Party) han mostrado de forma clara la urgente necesidad de avanzar ya en la Europa social y evitar el dumping social, en beneficio de los asalariados, sea cual sea su nacionalidad. Si la falta de competencias de la UE en gobierno económico está a la vista de todos, la presidencia checa ha venido no a colmar el vaso, sino a vaciarlo definitivamente.

Ello mismo podría aplicarse a otra de las grandes cuestiones que tendremos que afrontar en los próximos tiempos: Afganistán. La participación del Vicepresidente Joe Biden en la Conferencia de Seguridad celebrada en Munich no deja lugar a dudas sobre cuáles son las intenciones de la Administración Obama: salida progresiva de Irak y aplicación de un incremento inteligente de la presencia militar en donde realmente están los peligros, o sea, en Afganistán. Parece alejarse en el horizonte la demanda a los aliados europeos de más tropas, pero no de mayor implicación logística. ¿Cómo responderemos? ¿Por separado? ¿En el marco de la OTAN? De acuerdo, es ahí donde formalmente está situada la toma de decisiones en este tema, sobre todo a falta de poderes de la UE. Pero, ¿no sería más lógico una reflexión coordinada y a fondo en el marco de la Unión? Al gobierno checo parece importarle poco que así se haga, o quizás lo que le interesa en que no llegue a realizarse. De esa manera, temas como el escudo antimisiles -por cierto, mantenido por el nuevo gobierno de los Estados Unidos como una prioridad- quedarán fuera de un marco más global y, en jerga bruselense, comunitario.

A la vista de todo ello, se revela cada vez más imprescindible la entrada en vigor del Tratado de Lisboa (por cierto, sobre el que no para de crecer en los sondeos la diferencia a favor del Sí de cara a un segundo referéndum en Irlanda). Y, mirando más allá, escribir de una vez por todas capítulo que ni siquiera están suficientemente desarrollados en ese texto, como el del gobierno económico.

Con las elecciones europeas a la vuelta de la esquina (7 de junio), la presidencia checa parece empeñada en hacer bueno el último capítulo de las irrepetibles "Aventuras del valerosos soldado Schwejk", el personaje de ficción creado por el checo Jaroslav Hasek en los años veinte: la gloriosa catástrofe, vía una inacción que termine abocando a la abstención en las urnas. Una abstención que solo beneficiaría a populistas y retrógrados de toda condición que han hecho de la unidad europea su principal objetivo de ataque.

Eso no lo podemos consentir, porque necesitamos más que nunca una Unión Europea fuerte, capaz de defender los valores políticos y sociales que caracterizan nuestros países. Pero a la ciudadanía no lo bastarán, lógicamente, exhortaciones de un futuro luminoso sino alcanza a ver un presente claro. Como afirma el Rey Lear al comienzo de la obra de Shakespeare, "nada engendrará la nada".

Por eso no podemos adoptar una actitud de espera ("ya llegará la presidencia española del Consejo el 1 de enero de 2010, para reconectar con la hiperactividad sarkozyana a la cabeza de la Unión"), sino de propuesta y de exigencia: que la UE se mueva ya. Eso es lo que trata de conseguir nuestro país y eso es lo que queremos materializar desde la izquierda política y social.

Buena noticia, en todo caso, que vaya a celebrarse a finales de febrero una cumbre del europea para analizar qué hacer con los activos tóxicos. Algo es algo.

Carlos Carnero es eurodiputado y Vicepresidente del Partido Socialista Europeo

Nada engendrará la nada
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