sábado. 30.03.2024

Nacionalismo sanitario

NUEVATRIBUNA.ES - 23.9.2009Hace muy bien Ibarra en reclamar el derecho a la disidencia. Así se sabe de qué pie cojea cada cuál. Su libertad para expresarse, además de ser un saludable ejercicio, nos sirve a los demás para no llamarnos a engaño. En realidad, este nacionalismo sanitario que defiende es tan solo un peldaño más en esa escalera al cielo del patriotismo más recalcitrante.
NUEVATRIBUNA.ES - 23.9.2009

Hace muy bien Ibarra en reclamar el derecho a la disidencia. Así se sabe de qué pie cojea cada cuál. Su libertad para expresarse, además de ser un saludable ejercicio, nos sirve a los demás para no llamarnos a engaño. En realidad, este nacionalismo sanitario que defiende es tan solo un peldaño más en esa escalera al cielo del patriotismo más recalcitrante. Ibarra lo que de verdad quiere es que nos pongan la anestesia con banderillas y que los cirujanos cambien la bata verde por un traje de faralaes.

Al parecer, aquí los turistas vienen a ver la Giralda, se hacen unas fotitos para disimular y luego, en vez de tomarse un fino y unos pepinillos, se van al hospital más cercano a que les revisen el páncreas. Normal. Si antes éramos la cuna del turismo de sol y playa hoy lo somos el paraíso del bisturí y la sonda gástrica. Y luego lo alternativo es irse a hacer puenting. Con lo bonito que queda mandar una postal desde los pasillos de urgencia de cualquier centro sanitario. España para los españoles. Y sus ambulatorios también.

En tan solo unos días el resurgir de Ibarra, harto acaso de ver obras y hacer autodefinidos, se perfila como la mejor de las noticias posibles en un país falto de aportaciones de alto calado intelectual. Es curioso que ésta no se le hubiera ocurrido cuando en los tiempos de bonanza económica los trabajadores extranjeros se deslomaban para que luego el ministro de turno presumiera del superávit de la Seguridad Social. Y es que, por lo general, son gente de mal conformar. No sólo se dejan explotar sino que además quieren que les miremos las anginas. Hay que ser poco solidario.

Debería ser más cuidadoso. En tiempos de aguda crisis económica agitar el espantajo del racismo y la xenofobia es más peligroso que el virus de la gripe A. Sólo falta que a quienes ya creen que les quitan el trabajo les hagamos creer que también les quitan las aspirinas. Más cuando es incierto como bien le ha recordado la ministra de Sanidad. La mayoría de ellos trabaja y cotiza. Aunque no lo hicieran, ¿qué es exactamente lo que propone? ¿Qué no les atendamos? ¿Qué sólo lo hagamos si animan a la Selección?

Ibarra, por su cuenta, cual Manolo el del Bombo de la calle Ferraz, ya se ha encargado de jalear a sus compañeros de partido para que haya más debate de ideas. Él ya ha dejado la suya sobre la mesa. Eso se llama predicar con el ejemplo. Ahora sólo falta dilucidar si es mejor no tener ninguna que tener una como esa. De todos modos se ha reblandecido con los años ya que, por lo menos, no ha pedido que se excluya a los catalanes del sistema sanitario.

Germán Temprano es escritor y periodista

JAULA DE GRILLOS








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