viernes. 29.03.2024

Mucha indignación, poca reflexión y malos resultados

Los resultados de las últimas elecciones autonómicas y municipales suponen un avance apabullante de la derecha en España. En todo caso lo que parece evidente es que fundamentalmente las ha perdido el PSOE que disminuye sus votos (un millón y medio menos) frente a un modesto crecimiento de los del PP (medio millón más). ¿Donde fueron los votos perdidos del PSOE?, parece que en parte a IU (200.000 votos más) y a UPyD (450.

Los resultados de las últimas elecciones autonómicas y municipales suponen un avance apabullante de la derecha en España.

En todo caso lo que parece evidente es que fundamentalmente las ha perdido el PSOE que disminuye sus votos (un millón y medio menos) frente a un modesto crecimiento de los del PP (medio millón más). ¿Donde fueron los votos perdidos del PSOE?, parece que en parte a IU (200.000 votos más) y a UPyD (450.000 votos más), pero en su gran mayoría al voto blanco y/o nulo (900.000 votos en el total del país). Por supuesto a nivel autonómico ha habido distintos movimientos de votos que deben analizarse de manera detallada, muy especialmente en el País Vasco y Navarra donde ha irrumpido Bildu con una gran fuerza.

Estos resultados merecen algunas reflexiones:

La primera es que tenemos un sistema electoral que penaliza a los terceros y cuartos partidos y refuerza las mayorías absolutas en muchas ocasiones contra los resultados de las urnas. Parece evidente que no es razonable que con el 37,54% de los votos el PP consiga casi la mayoría absoluta de concejales y diputados autonómicos, una vez más se pone en evidencia la necesidad de un sistema electoral proporcional que se ajuste mas a la realidad social y a las decisiones de los ciudadanos expresadas en las urnas.

La segunda es como ya se ha dicho que las elecciones las ha perdido el PSOE porque su política ha conseguido la desafección del 20% de quienes le votaron en 2007. De manera general hay 3 motivos para ello, es evidente que la crisis está suponiendo un coste electoral para casi todos los gobiernos europeos (en Francia el gobierno perdió las regionales y municipales, en Alemania la coalición de la CDU y los liberales han perdido todas las elecciones regionales, la última el 22-M, en Italia los partidos del gobierno han sufrido un castigo en las municipales, la caída de los liberales en Gran Bretaña, etc), es decir la población esta penalizando en las urnas a los partidos gobernantes en casi toda Europa seguramente responsabilizándoles de la crisis económica y del tipo de salida neoliberal que se le está dando. Por otro lado la actuación del PSOE en España ha sido especialmente mala y las medidas que se han adoptado frente a la crisis han ido fundamentalmente dirigidas a penalizar a sus potenciales electores (reforma laboral, pensiones, etc) y a favorecer a los intereses bancarios y empresariales, con lo que la percepción de la ciudadanía es que no hay diferencias esenciales en política económica y que por lo tanto no merece la pena apoyar a un partido que se dice de izquierdas pero que en la práctica hace políticas de derecha. Por fin el partido socialista ha mantenido su habitual postura de prepotencia y falta de capacidad para buscar aliados en su izquierda, ignorando la inteligencia de la ciudadanía y convencido de manera suicida que las elecciones se ganan en un supuesto centro que tiene poca realidad social en el país y haciendo continuas concesiones hacia los sectores más conservadores que nunca van a apoyarle y a los que tampoco consigue neutralizar (el caso más paradigmático es la iglesia católica que cada concesión que recibe es un acicate mas para incrementar su presión sobre el gobierno y que tiene un peso económico e ideológico muy por encima de su apoyo social como se comprueba en las declaraciones de hacienda, en las iglesias y en los seminarios).

Obviamente dentro del PSOE y en las distintas CCAA hay muchas diferencias, pero en esta campaña se han perdido tanto por una campaña inteligente del PP que ha creado un ambiente de primarias ante las elecciones generales, como por las repercusiones generalizadas de la crisis económica y de las políticas de ajuste que no han permitido que se pongan en valor los logros de los gobiernos autonómicos y que han priorizado los aspectos generales sobre los locales, en este caso con la evidente excepción del País Vasco.

Los indignados

En este contexto apareció el movimiento 15M que obviamente cristalizaba el rechazo generalizado a las políticas mayoritarias, a los ajustes económicos realizados a expensas de los sectores populares, y a un sistema de representación que prima escandalosamente a los grandes partidos sobre las posiciones de la ciudadanía. El movimiento, que ha tenido una excepcional cobertura mediática muy por encima de su realidad (en la Puerta del Sol habrán participado, tirando por lo alto, no más del 2% de la población de la Comunidad de Madrid), ha pecado desde el principio de una gran ambigüedad que lo ha desactivado como fenómeno de presión política: se ha lanzado un mensaje contra todos los partidos por igual, lo que ha acabado penalizando a la izquierda, y seguramente explica el aumento de los votos en blanco y/o nulos lo que, de manera paradójica con los propósitos expresados por el movimiento, ha penalizado a los grupos mas pequeños y reforzado la hegemonía del PP.

A veces conviene repasar la historia y recordar que en 1933 las elecciones fueron ganadas por la derecha más reaccionaria debido a la abstención propugnada por la CNT y que ese fue el principio del fin de la republica. Por supuesto las condiciones económicas, políticas y sociales son muy distintas, pero no así la crispación mediática que lleva años alcanzando niveles similares a los de entonces.

El movimiento, en parte por su espontaneidad, ha pecado de ingenuo y ha pretendido obviar las repercusiones de las elecciones y de las políticas institucionales actitud esta que, de mantenerse, desactivara su potencial regenerador. No parece que pueda mantenerse a medio plazo la ficción de una isla de utopia en medio del triunfo escandaloso de la derecha, entre otras cosas porque acabara por imponerse el cuestionamiento de su utilidad social. No estamos en una dictadura y el sistema acabara digiriendo e instrumentalizando (si no lo ha hecho ya) al movimiento a menos que se configure como una alternativa política consistente, como sucedió con mayo del 68 que acabo siendo un balón de oxigeno para el gaullismo que le permitió mantenerse en el poder hasta el año 1981.

Los partidos de la izquierda deben de replantearse seriamente la situación, el PSOE por sus pérdidas estrepitosas e IU por no haber conseguido capitalizarlas, y ambos porque hay un malestar social que necesita encontrar un referente político para expresarse e influir para lo que precisa establecer alternativas propias o verse reflejado en la de los partidos actuales de la izquierda, porque si no lo hacen el nacimiento de movimientos populistas, supuestamente apolíticos es probablemente inevitable.

Mucha indignación, poca reflexión y malos resultados
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