viernes. 26.04.2024

Miserables

No por esperado ha sido menos ofensivo, me refiero al desembarco de los “populares” en el Gobierno de España. Signos había, y experiencias de la misma cuerda algunos las llevamos sufriendo ya bastantes años, demasiados.

No por esperado ha sido menos ofensivo, me refiero al desembarco de los “populares” en el Gobierno de España. Signos había, y experiencias de la misma cuerda algunos las llevamos sufriendo ya bastantes años, demasiados. Cuando en diciembre de 2010 el Gobierno del indolente y diletante Ramón Luis Valcárcel dio el visto bueno a una de las mayores agresiones perpetradas contra los derechos sociales, laborales y sindicales de los empleados públicos murcianos, la Ley de Medidas Extraordinarias conocida popularmente como “Tijeretazo”, algunos ya advertíamos de que la Región de Murcia se convertía en laboratorio del experimento neoliberal “pepero”. Que el paso del tiempo y los acontecimientos nos hayan dado la razón no tiene mucho mérito: se les veía venir. En mayo de 2011 fueron los ayuntamientos y las comunidades autónomas, en noviembre, coincidiendo con el aniversario de la desaparición del dictador Franco, sus herederos ideológicos se hicieron con el poder político, esta vez por medios democráticos. La abrumadora mayoría parlamentaria del Gobierno empero no legitima para acabar con lo que tantos años costó construir desde el erial de la dictadura; tampoco la crisis provocada por los mismos que se referencian en el ideario conservador es coartada; la venganza de Friedman contra Keynes como gusta decir un amigo, venganza de clase, colijo yo.

Las primeras medidas aprobadas por el Gobierno del hasta entonces sesteante Rajoy apuntaban y olían a venganza; y como siempre los empleados públicos en la diana, que para eso tertulianos de variado pelaje, medios de comunicación y demás carcunda llevaban bramando contra los privilegios de esa casta de vagos y creando el clima social propicio para que ese primer rejonazo contra la base misma del Estado del Bienestar tuviese la mínima contestación social. No estaría de más recordar que cuando se vilipendia, ataca y denigra al empleado público (docentes, personal sanitario, asistentes sociales, etc.) en realidad hacia donde se dispara es al corazón del Estado Social y de Derecho: los servicios públicos, ese trozo de tarta tan apetecible sobre el que revolotean los buitres de siempre. El siguiente rejón, el desmantelamiento de la estructura jurídica de las relaciones laborales de nuestro país, asentada tras decenios de lucha sindical, negociación colectiva  y diálogo social (eso que algunos torticeramente llaman “paz social”). Y para ello qué mejor que desprestigiar a quienes en estos momentos representan el último baluarte de resistencia frente al envite privatizador neoliberal: los sindicatos, en concreto el sindicalismo de clase representado por CCOO y UGT. Y de nuevo la caverna a bramar (con inestimables ayudas quinceemeistas).

Frente a tanto desatino, el proceso de movilizaciones emprendido a raíz de la aprobación de la “Ruptura Laboral” parece haber empezado a despertar a la adormecida sociedad española. El 19 y el 29 de febrero han sido hitos de participación  y respuesta ciudadana a la convocatoria de los dos sindicatos mayoritarios como hacía tiempo que no veíamos; también lo será el 11 de marzo, en el camino hacia la Huelga General que a todas luces se convocará para finales de mes.

Es en este proceso donde se ha producido el destape de las verdaderas esencias autoritarias de nuestros actuales gobernantes. Empezando por su líder, Don Mariano, intentando convocar él mismo la huelga general ante la agresión que ya rondaba por su descansada mente. Y seguido por el resto de la camada ministerial. De Guindos, el exLehman Brothers, rumiándole servilmente al comisario Rahn la agresividad con la que nos iba a dar otra vuelta de tuerca y garantizándole de paso el orgasmo ideológico. Las rotundidades declamatorias de Soraya y Cospedal (nunca hay que fiarse de quien no mueve los labios al hablar: Remember Aznar), las bravuconadas del otrora mediático Wert en el Congreso y por último, last but not least, el ministro (de la porra) Fernández Díaz, neoconverso a la espiritualidad OpusDeística, para quien Dios es el supremo legislador y conductor se sus acciones, entra las que me imagino que figurará la de mandar aporrear a peligrosos estudiantes  y adolescentes. Aunque puestos a repartir estopa, debería de tomar ejemplo del fundador de su secta en eso de arrojar a latigazos a los mercaderes del Templo y aplicarle la medicina a los que hoy campan por sus respetos y convierten nuestras vidas en acciones de bolsa.

Y estos por citar a los del candelero, porque entre los de bajo tono tampoco hay desperdicio aunque de momento se limitan a secundar las arremetidas de la guardia de corps, con Monseñor Gallardón a la cabeza.

Nunca aceptaron la derrota del 2004, abandonaron el gobierno mintiendo y mintiendo y crispando a la sociedad lo han vuelto a recuperar, con la inestimable ayuda de un partido socialista cada vez menos partido y menos socialista. No han dudado en salir a la calle con sus obispos, con sus “pro-vida”, con “sus víctimas” y ahora se escandalizan y rasgan las vestiduras porque el 11-M CCOO y UGT, pero también multitud de colectivos, asociaciones y organizaciones sociales, entre las que se incluyen la mayoritaria Asociación de Víctimas de los Atentados del 11 de marzo que lidera Pilar Majón, han decidido volver a salir a la calle ese día para reclamar la dignidad y los derechos que nos quieren usurpar con su Reforma Laboral. Ellos, que han hecho de la indignidad bandera, nos llaman indignos, y el que más el neoconverso ministro Fernández.

Tenemos razón y nos sobran las razones frente a quienes nos quieren callados y atemorizados. Abyectos y taimados personajes…MISERABLES.

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