miércoles. 24.04.2024

México: la victoria pálida del PRI

Enrique Peña Nieto será el próximo Presidente de México. El PRI, que dirigió los destinos del país durante siete décadas y acabó su mandato desprestigiado por la corrupción y el autoritarismo, se ha sentido reivindicado. Pero esta victoria no ha sido inequívoca ni estará ausente de polémica.

Enrique Peña Nieto será el próximo Presidente de México. El PRI, que dirigió los destinos del país durante siete décadas y acabó su mandato desprestigiado por la corrupción y el autoritarismo, se ha sentido reivindicado. Pero esta victoria no ha sido inequívoca ni estará ausente de polémica. La ventaja amplia de diez puntos avanzada por las primeras estimaciones se vio reducida sustancialmente al término del conteo oficial en apenas seis puntos. Peña tendrá que gobernar sin haber sido respaldado por más de la mitad de los mexicanos. El PRI tampoco pudo contar con la mayoría absoluta en el Parlamento, lo que limitará el margen de maniobra del Ejecutivo. En compensación, ha reforzado su poder regional, ya que gobernará en dos de cada tres Estados.

Pero empañan mucho más este resultado favorable las denuncias de irregularidades y chapuzas electorales, que confirmaban los temores ya avanzados durante las últimas semanas de campaña. El candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, segundo en la carrera, ha impugnado los resultados, como hizo seis años atrás, cuando sostuvo que había sido él y no el conservador Felipe Calderón quien había ganado las elecciones presidenciales.

En esta ocasión, el margen otorgado por la autoridad electoral a vencedor (PRI) es mucho mayor, unos cinco puntos, frente al medio punto de ventaja concedido en 2006 al derechista Partido de Acción Nacional (PAN). Pero, contrariamente a lo ocurrido hace seis años, la protestas no han venido sólo de la gran coalición de izquierda liderada por el PRD, sino por sectores organizados de la ciudadanía, en particular por el movimiento estudiantil de protesta, ‘#YoSoy132’. Las irregularidades denunciadas consisten en falta de papeletas de votos en algunos colegios electorales, compra-venta de credenciales electorales, amenazas y extorsiones, etc.

¿REGRESO AL PASADO?

En todo caso, con o sin discusión, la victoria atribuida al PRI confirma el fracaso de la alternancia de la derecha después de doce años de escasas reformas, modestos resultados económicos, estancamiento de los problemas sociales más acuciantes y, sobre todo, el incremento de la violencia (más de 50.000 muertos), fruto de una estrategia de militarización del combate contra los cárteles del narcotráfico. La candidata ‘panista’ (conservadora) no ha superado el 25% de los votos. Ni siquiera contó con el apoyo decidido de su correligionario y actual presidente, Felipe Calderón. Peor aún, el antecesor de éste, el también derechista Vicente Fox, recomendó el voto para el candidato de sus rivales del PRI.

Peña Nieto habría ganado estas elecciones sin que se sepa a ciencia cierta con qué programa cuenta para afrontar los grandes desafíos del país. A pesar de las protestas de renovación del partido que dirigió los destinos de México durante siete décadas, la ambigüedad continua siendo su principal divisa. El futuro Presidente no actuó precisamente como renovador en su anterior cargo como Gobernador del Estado de México, el más poblado de la treintena que compone la Federación mexicana.

El triunfador electoral eludió los temas más espinosos del panorama político y social. Algunas de sus propuestas más concretas, como la contratación de un exitoso policía colombiano como asesor de seguridad, persiguieron más el impacto que la clarificación de su proyecto político. Por sus credenciales, se le atribuye un pragmatismo sin referencias muy precisas. En este sentido, Peña Nieto pretende situarse en el centro, más como tierra de nadie donde podrá maniobrar con más comodidad que como voluntad de equilibrio entre la derecha y la izquierda. Se espera que avance en la liberalización económica y que busque una relación sin conflictos con Estados Unidos. Pero en Washington temen que afloje en el acoso a los narcos para asegurarse una mayor paz social. Sus primeras declaraciones prometiendo una conducta sin compromisos hacia los capos de la droga parecen dirigidas a despejar esas dudas.

En los próximos días se sabrá si su victoria en la ‘grande’ (como llaman los mexicanos a la elección presidencial) se ve reforzada con la mayoría ‘priísta’ en el Parlamento. De momento, también parece consolidada su hegemonía en los gobiernos regionales. Nunca perdió este anclaje en el poder, que le ha sido el PRI de gran utilidad para recuperar la Jefatura del Estado.

Peña Nieto ha asegurado que su triunfo no representa un regreso al pasado, porque él representa una nueva generación y el PRI ha aprendido de sus errores y ha cambiado. No ha resultado convincente, ni para sus adversarios, ni para una buena parte de los mexicanos. Pero si un porcentaje suficiente de ellos ha decidido depositarle su confianza, puede deberse en gran parte al fuerte sentido práctico y conservador de los mexicanos.

EL AVANCE INSUFICIENTE DE LA IZQUIERDA

La izquierda tendrá que seguir trabajando para consolidar una opción de gobierno, que de momento se limita a reforzar sus posiciones en la capital del Estado, el Distrito Federal, y la gobernación en media docena de Estados. No es un mal resultado, pero los mexicanos progresistas más activos confiaban en dar la vuelta a la historia y asumir la responsabilidad de acabar con el ciclo de fracasos históricos de México.

La derrota por segunda ocasión consecutiva de López Obrador disparó las especulaciones sobre su ‘jubilación’ política. Durante la campaña, algunos analistas progresistas temieron que los votantes de izquierda no compartieran ciertos guiños casi místicos del discurso de su candidato, como sus apelaciones a la bondad y a la búsqueda de la felicidad como motivaciones supremas de la acción política. Este discurso de AMLO puede deberse en parte al esfuerzo por hacer más amable su imagen y borrar el malestar que despertó en ciertos sectores de la clase media su insistencia en no admitir la victoria de Calderón en 2006 por considerarla fraudulenta.

Al final, la opción de izquierda fue revitalizada por el movimiento juvenil de protesta ‘#Yosoy132’, sin discusión la gran novedad de la campaña electoral. La denuncia de los manejos del viejo (y nuevo) aparato ‘priísta’ y las valientes críticas de los manejos propagandísticos de los oligopolios televisivos han constituido una de las grandes novedades de este proceso electoral. Está por ver si se consolida y ejerce un papel dinamizador de las opciones progresistas en México.

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