20 de septiembre de 2010, 16:37
NUEVATRIBUNA.ES - 7.10.2009
El parcial levantamiento del secreto del sumario del caso Gurtel aclara mucho las cosas: ya no se trata de bulos, de mentiras, de información filtrada a la prensa o de una conspiración urdida por políticos, periodistas, policías y jueces, sino de un grueso expediente basado en hechos considerados delictivos, que afecta a cargos públicos y a militantes del Partido Popular de Valencia, de la Comunidad de Madrid, de Castilla y León y de Galicia. Lo que empezó con el regalo de unos trajes al presidente de la Comunidad de Valencia y la presunta concesión de contratos a dedo a empresas dirigidas por Francisco Correa, se ha revelado una tupida trama de cohechos y favores que apunta a la financiación irregular del Partido Popular.
El asunto no es baladí, pues afecta al principal partido de la oposición, al partido que afirma representar a las personas normales y a los verdaderos intereses nacionales, y que llegó al Gobierno central, en 1996, agitando la bandera de la regeneración política. Entonces, decía Aznar que el PP era un partido incompatible con la corrupción, pero lo que parece es que, allí donde encuentra una holgada mayoría, su forma de gobernar es incompatible con la honradez, pues no conviene olvidarse de otros casos de corrupción. En Baleares, durante el mandato de Matas (casos Palma-Arena, Andratx), en la Comunidad de Madrid, con otros casos aparte de Gurtel, en Murcia, en la taifa de Castellón, en Canarias (en Telde y Mogán), en Benidorm, Alicante, Orihuela y Torrevieja, pero la lista es más larga, pues en numerosas localidades aparecen casos de alcaldes y concejales implicados en diversas irregularidades, muchas de ellas derivadas de la recalificación de terrenos.
La metástasis del caso Gurtel, con más de sesenta personas implicadas, se extiende no sólo geográficamente (llega a paraísos fiscales), sino que se alarga en el tiempo y se remonta a los años triunfales de Aznar, en cuyo círculo familiar aparece señalado su yerno, pero, hasta ahora, en el Partido Popular no se han dado por enterados. Culpaban a la prensa y al gobierno de perseguirles y afirmaban desconocer de qué se les acusaba, apoyándose en el secreto del sumario. Ayer mismo, Rajoy, aconsejaba indiferencia ante unos hechos que él forzosamente debía de conocer, pues formaba parte del equipo electoral cuyas campañas aderezaba el Bigotes, y como presidente del partido se le supone enterado de las actividades del tesorero Luís Bárcenas, que ha ocupado el cargo que antaño desempeñó Naseiro con una diligencia de todos conocida.
¿Qué puede hacer Rajoy, que hasta ayer mismo apoyaba a Camps? Esa es la pregunta del millón. ¿Puede hacer algo más que mostrarse distante y tranquilo? Ha solicitado que en el PP valenciano actúen de forma contundente, pero hasta ahora no lo han hecho. Su resistencia a decidir y su facilidad para delegar responsabilidades en los barones regionales del partido le han permitido sobrevivir hasta hoy, pero ahora se encuentra prisionero de sus decisiones. No lo tiene fácil, porque aún queda por conocer la mayor parte del sumario.
Francisco Javier Vivas - Escritor.
El parcial levantamiento del secreto del sumario del caso Gurtel aclara mucho las cosas: ya no se trata de bulos, de mentiras, de información filtrada a la prensa o de una conspiración urdida por políticos, periodistas, policías y jueces, sino de un grueso expediente basado en hechos considerados delictivos, que afecta a cargos públicos y a militantes del Partido Popular de Valencia, de la Comunidad de Madrid, de Castilla y León y de Galicia. Lo que empezó con el regalo de unos trajes al presidente de la Comunidad de Valencia y la presunta concesión de contratos a dedo a empresas dirigidas por Francisco Correa, se ha revelado una tupida trama de cohechos y favores que apunta a la financiación irregular del Partido Popular.
El asunto no es baladí, pues afecta al principal partido de la oposición, al partido que afirma representar a las personas normales y a los verdaderos intereses nacionales, y que llegó al Gobierno central, en 1996, agitando la bandera de la regeneración política. Entonces, decía Aznar que el PP era un partido incompatible con la corrupción, pero lo que parece es que, allí donde encuentra una holgada mayoría, su forma de gobernar es incompatible con la honradez, pues no conviene olvidarse de otros casos de corrupción. En Baleares, durante el mandato de Matas (casos Palma-Arena, Andratx), en la Comunidad de Madrid, con otros casos aparte de Gurtel, en Murcia, en la taifa de Castellón, en Canarias (en Telde y Mogán), en Benidorm, Alicante, Orihuela y Torrevieja, pero la lista es más larga, pues en numerosas localidades aparecen casos de alcaldes y concejales implicados en diversas irregularidades, muchas de ellas derivadas de la recalificación de terrenos.
La metástasis del caso Gurtel, con más de sesenta personas implicadas, se extiende no sólo geográficamente (llega a paraísos fiscales), sino que se alarga en el tiempo y se remonta a los años triunfales de Aznar, en cuyo círculo familiar aparece señalado su yerno, pero, hasta ahora, en el Partido Popular no se han dado por enterados. Culpaban a la prensa y al gobierno de perseguirles y afirmaban desconocer de qué se les acusaba, apoyándose en el secreto del sumario. Ayer mismo, Rajoy, aconsejaba indiferencia ante unos hechos que él forzosamente debía de conocer, pues formaba parte del equipo electoral cuyas campañas aderezaba el Bigotes, y como presidente del partido se le supone enterado de las actividades del tesorero Luís Bárcenas, que ha ocupado el cargo que antaño desempeñó Naseiro con una diligencia de todos conocida.
¿Qué puede hacer Rajoy, que hasta ayer mismo apoyaba a Camps? Esa es la pregunta del millón. ¿Puede hacer algo más que mostrarse distante y tranquilo? Ha solicitado que en el PP valenciano actúen de forma contundente, pero hasta ahora no lo han hecho. Su resistencia a decidir y su facilidad para delegar responsabilidades en los barones regionales del partido le han permitido sobrevivir hasta hoy, pero ahora se encuentra prisionero de sus decisiones. No lo tiene fácil, porque aún queda por conocer la mayor parte del sumario.
Francisco Javier Vivas - Escritor.