jueves. 28.03.2024

Melodías de agosto

“La música es el verdadero lenguaje universal”. “La música comienza donde acaba el lenguaje”. K. J. Weber y E.T.A. Hoffmann son los autores, respectivamente de esas dos frases.
“La música es el verdadero lenguaje universal”. “La música comienza donde acaba el lenguaje”. K. J. Weber y E.T.A. Hoffmann son los autores, respectivamente de esas dos frases. Dos alemanes que hablaron a finales del siglo XVIII y principios del XIX, del poder de la música para armonizar no sólo sonidos, sino también sentimientos, para lograr, durante un corto periodo de tiempo, que personas de distintos lugares, con distintas procedencias y diferentes historias experimenten las mismas emociones. Acercando sus posiciones, recordándonos que al final del día, todos somos humanos, y sufrimos y amamos igual.

Dos compositores, como decía, alemanes cuyas palabras parecen alumbrar la entrega y dedicación de uno de los personajes más comprometidos con la búsqueda de la paz. Argentino de nacimiento, judío de ascendencia rusa, nacionalizado español e israelí, goza también de la ciudadanía palestina honoraria. Y combina todas ellas con el mismo arte con el que su batuta guía a cada sección instrumental de las orquestas que dirige. Daniel Barenboim, pianista y director de orquesta, lleva desde 1950 jugando con la armonía y el ritmo, aportando su grano de arena para que las grandes obras no dejen de escucharse nunca. Y lleva 18 años ya trabajando para que la música logre lo que las palabras se han mostrado incapaces desde hace años: que palestinos e israelíes trabajen codo con codo, compartiendo alegrías y esfuerzos en su empeño por construir algo que el mundo pueda admirar. Estrechando lazos entre los más jóvenes de ambos pueblos, en la confianza de que ellos podrán cambiar las cosas.

Con ese objetivo, el de reunir cada verano a jóvenes talentos de origen israelí y árabe, fundó con Edgard Said la Orquesta West-Eastern Divan. Un proyecto ampliado en capacidad, trabajo y ambición con el tiempo y que actualmente tiene su sede en Sevilla. Una circunstancia afortunada para nosotros, ya que no hay año en que la Orquesta West-Eastern Divan no viaje por la geografía española para acercarnos no sólo la magia de la música, sino también la realidad de una convivencia imaginada por dos soñadores y convertida en realidad gracias a su esfuerzo y al de los músicos que han pasado por ella.

Este año las ciudades afortunadas serán Sevilla, Huelva, Madrid y Zaragoza. La gira comienza el martes 5 de agosto en la Plaza Mayor de Madrid, escenario tradicional de las visitas de la West-Eastern Divan a la capital. Tanto en esta cita como en la sevillana, el 6 de agosto en el Teatro de la Maestranza, Barenboim dirigirá el Acto I de La Valquiria de Wagner. Y de Sevilla a Huelva (día 7, en el Foro Iberoamericano de la Rábida) y a Zaragoza (día 8, Auditorio) con un programa alejado de cualquier polémica pero no por ello menos emocionante: Sinfonía concertante de Haydn, Opus 31 de las Variaciones de Sch�nberg y la Sinfonía número 4 de Brahms.

4 compositores, 4 obras, una orquesta y un director empeñado en demostrar al mundo que el diálogo es posible. Que la paz puede llegar no por las palabras o la diplomacia, sino por el trabajo conjunto, la educación y la cultura compartida. Wagner interpretado por músicos israelíes junto a músicos palestinos sigue siendo posiblemente una de las mejores puestas en escena de esta idea. Y siempre, sea cual sea el programa, Barenboim y la Orquesta West-Eastern Divan son un espectáculo que merece la pena verse, escucharse y disfrutarse. Para que nos recuerden que, al final del día, todos somos humanos.

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