jueves. 25.04.2024

Manuel Valls, alcaldable cunero por Barcelona

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La jugarreta le ha salido, de momento, bien al versátil político. El inicial gozo de los de Rivera en un pozo. No era esa inicialmente la operación.

Esta semana Manuel Valls, que fuera primer ministro de la República Francesa, anunciará que se presenta a las elecciones municipales de la ciudad de Barcelona. Quiere ser alcalde. Hace tiempo nuestro hombre fue tentado por Ciudadanos para que encabezara la lista. Fue una opción que no pocos analistas calificaron de brillante. Andando el tiempo, Valls le ha dado la vuelta al planteamiento inicial: se presentará al frente de una coalición de ciudadanos que quiere que esté apoyada por el mayor número de fuerzas políticas posible. La jugarreta le ha salido, de momento, bien al versátil político. El inicial gozo de los de Rivera en un pozo. No era esa inicialmente la operación.

Ya lo dijo Peret, el rey de la ruma catalana: «Barcelona tiene poder». Es el poder de un prestigio global. Tiene tanto prestigio que ha podido encandilar a un político que ha hecho su cursus honorem en Francia. Cierto, es una personalidad que está de capa caída, pero eso no invalida lo anterior. En todo caso, dejamos constancia de esta novedad: un político que ha llegado a la cima en Francia quiere ser alcalde de Barcelona.

En la vida política es muy frecuente que en las listas electorales para las elecciones generales se presenten personas que, tras el resultado de las mismas, sean llamados «diputados cuneros». Es una práctica antigua que nos viene del siglo XIX. Son personas que no pertenecen al distrito electoral por el que se presentan. La normalidad de esta situación es tal que ya ha perdido la connotación despectiva que tuvo otrora. Hoy la utilizan todos los partidos. «Todos» quiere decir todos.

Ahora bien, hasta donde yo sé la opción de Manuel Valls es la primera –al menos de esa enjundia--  que se da en el ámbito municipal. No hay ningún artificio legal que se lo impida. Ahora bien, lo que tendría cierto sentido –el que dan los usos y costumbres--  en el terreno parlamentario no parece tener un sensato acomodo en la vida municipal. Menos todavía en lo referente al candidato a alcalde. Porque dicha técnica desvirtúa –o, al menos, así nos parece--  la cercanía de los candidatos a la ciudadanía que pretenden representar. Y, por otra parte, así las cosas, se da un giro indeseable de aproximación de las elecciones municipales a las generales, rompiéndose  el concepto de vecindad. Vecino, cuyo origen es el siguiente: procede el latín vicinus, que a su vez proviene de «vicus» (barrio o lugar): o sea, el que habita con otros en un mismo edificio, barrio o ciudad, aunque en viviendas independientes. En resumidas cuentas, el vecino construye la democracia vecinal, la más próxima. El cunero es otra cosa. No es, pues, una cuestión formal, sino de fondo.

Por lo demás, el caballero Valls, con sus pomadas transformistas, «dejó en todas partes memoria amarga de sí». Con lo que espero y deseo que don Manuel vuelva a hacer las maletas y como Eugenia de Montijo, que cambió las aguas del Darro por las del Sena, deje las aguas del Besós por las del Sena. Sería una decisión acertada.


Artículo publicado en el blog 'Metiendo Bulla'

Manuel Valls, alcaldable cunero por Barcelona