jueves. 25.04.2024

Malas noticias

Huracanes, tifones, ciclones y toda clase de fenómenos meteorológicos se cobran por año la vida de miles de personas.

Huracanes, tifones, ciclones y toda clase de fenómenos meteorológicos se cobran por año la vida de miles de personas. La cobertura mediática de este tipo de sucesos depende del país en donde se haya producido la catástrofe. Cientos de personas mueren cada año intentando cruzar la frontera que separa México de Estados Unidos, y otras tantas fallecen diariamente como consecuencia directa de las decisiones que se adoptan en el país de la libertad. ¿Ha visto usted algún enviado especial cubriendo esta noticia?. Pues yo no. Sin embargo esta semana me he hartado -y supongo que usted también- de ver los rostros de guapas periodistas que desde New York me informaron respecto del infortunio que les ha tocado experimentar a los habitantes de esa gran urbe. “Soplan vientos de 130 kilómetros por hora” decía la corresponsal de una cadena nacional mientras su cámara hacía foco en el vuelo de un semáforo.

Los 66 mil civiles asesinados que se suman a otros tantos seres que fueron torturados durante la guerra de Irak, no tuvieron quien les preguntase en dónde pensaban refugiarse de los bombardeos norteamericanos. Si algún lector recordase qué era Faluya, quizás podría saber que es una ciudad del centro de Irak en la cual los marines estadounidenses provocaron una matanza indiscriminada para vengar el asesinato y mutilación de cuatro de sus mercenarios. En lugar de atacar a unos dos mil insurgentes, las tropas de Estados Unidos arrasaron la ciudad de 300.000 habitantes porque así se aseguraban el “éxito de la maniobra”. Siete meses después, volvieron a atacarla con artillería y bombas en lo que se describió como la guerra urbana más sangrienta de los estadounidenses desde la Guerra de Vietnam.

Si le suena Basora, quizás le interese saber que allí, los residuos radiactivos de las 800 toneladas de bombas y del millón de proyectiles utilizados por Estados Unidos, dejaron su marca indeleble en los recién nacidos: brazos atrofiados, estómagos hinchados, corazones defectuosos o otros horrores. ¿Vió usted algún corresponsal preguntándole a las madres qué pensaban hacer con las horribles enfermedades de sus hijos?. Pues yo no he visto a ninguno.

En su paso por República Dominicana, Haití y Cuba, el huracán Sandy se cobró la vida de un centenar de personas. Sin embargo hasta no amenazar la seguridad de los neoyorkinos, esta perfecta tormenta no despertó mayor interés en los medios de comunicación. ¿A qué puede deberse este desfase informativo?. “El huracán Sandy deja pérdidas de miles de millones de dólares”, comentaba con preocupación un periodista español. Y mientras en la mayoría de las cadenas televisivas no se hablaba de otra cosa, Fadilah aún lloraba por Khaled y Mozhgan, sus dos hijos masacrados por una bomba norteamericana en la ciudad de Basora ¿Vió usted algún enviado especial que cubriese este dolor?. Pues yo no.

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