sábado. 20.04.2024

Majestad, tarde y mal

Majestad, no podéis ignorar que vuestro discurso de Nochebuena era esperado con gran expectación por buena parte de la ciudadanía española preocupada por las circunstancias que nos circundan y que no son nada halagüeñas, ni en lo que atañe a la economía ni en lo referente a la brutal corrupción que campa a sus anchas en nuestro país.

Majestad, no podéis ignorar que vuestro discurso de Nochebuena era esperado con gran expectación por buena parte de la ciudadanía española preocupada por las circunstancias que nos circundan y que no son nada halagüeñas, ni en lo que atañe a la economía ni en lo referente a la brutal corrupción que campa a sus anchas en nuestro país.

Tampoco debe de desconocer vuestra Majestad que la salvaje crisis que nos atenaza no es algo nuevo y descubierto tras los resultados de las elecciones del 20-N. Vos debéis de saber igualmente que esta crisis inunda los países del euro; que manifestó sus inicios en la quiebra del holding estadounidense Lehman Brothers, y que ha sido potenciada por todos los medios neoliberales en un intento más de ahogar a los países más pobres y relanzar el capitalismo más feroz.

Igualmente, Majestad, no deberíais ignorar la desleal utilización del hecho económico global por parte del Partido Popular, ahora en el poder de toda España. Ha ejercido este Partido la más miserable oposición en temas de Estado desde el mismo momento en que las urnas decidieron que fuera un Gobierno Socialista el responsable de este país. Se le acusó de mantener una connivencia continuada con ETA; se le responsabilizó de ser el culpable de la crisis económica que en España estamos sufriendo, y con el hábil discurso goebbeliano de reiterar incansablemente las más burdas mentiras crearon un clima de desasosiego tal que consiguieron convencer a gran parte de la ciudadanía de que la 'salvación' se hallaba única y exclusivamente en Mariano Rajoy.

Y los frutos de tal propaganda vieron la luz en las recientes Elecciones Generales. Y es ahora cuando se niega lo tantas veces reiterado anteriormente: la solución a la crisis no la puede dar ni Mariano Rajoy ni todo el PP en su conjunto. Resulta que es necesaria la ayuda de todos , partidos políticos y ciudadanos, para salir de esta crisis. Se exige en estos momentos lo negado tantas y tantas veces.

Nunca, Majestad, os había escuchado una petición tan contundente como la de este año para que todos se preocupen y ocupen en ayudar al Partido Popular. Las circunstancias económicas del año pasado eran semejantes a las de ahora; el Gobierno Socialista se hallaba solo ante el peligro, y vos, Majestad, no clamasteis en su ayuda. Por eso, Majestad, entre otras cosas, me habéis decepcionado.

De igual forma, Majestad, no es nuevo y por ello vos deberíais de estar sabedor de que una desaprensiva corrupción nos invade desde los últimos tiempos del gobierno de Aznar. Corrupción mayormente vinculada (¿presuntamente?) con altos cargos del Partido ahora en el Gobierno, bastantes de los cuales han sido imputados por la justicia y algunos se hallan ya en el banquillo de los acusados. Antaño el nuevo Presidente del Ejecutivo no pareció darse por enterado, y tampoco vos, Majestad, que en algo hubierais podido llamar la atención.

Ha sido necesario, Majestad, que un miembro de vuestra familia haya sido aireado por la práctica totalidad de los medios de comunicación para que vos de manera muy seria hayáis hecho alusión a los procederes no adecuados del comportamiento de cargos públicos.

Habéis afirmado, Majestad, que la Justicia debe ser igual para todos. Y se agradece, Señor, vuestro deseo. Pero la realidad, Majestad, es que, por desgracia, los hechos no se producen de ese modo en el sistema que nos atrapa: ni la Justicia ni Hacienda son igual para todos los ciudadanos. Existen demasiadas evidencias acerca de la desigualdad entre los españoles. Desigualdad que, en las circunstancias presentes, Majestad, parece que va incrementándose.

Por todo ello, y con el debido respeto, como no podía ser de otro modo, Majestad, su discurso llega tarde y mal

Majestad, tarde y mal
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