martes. 23.04.2024

Madrid: Debate de un mal año

Se inicia hoy mismo el Debate sobre el Estado de la Región. Damos por sentado, con demasiada laxitud, que en este tipo de debates sólo cabe que el Gobierno salga a cantar sus bondades y la oposición a constatar las insuficiencias y debilidades. Veremos lo que da de sí este debate en los próximos días.Sería conveniente que nuestro debate de este año sea diferente.
Se inicia hoy mismo el Debate sobre el Estado de la Región. Damos por sentado, con demasiada laxitud, que en este tipo de debates sólo cabe que el Gobierno salga a cantar sus bondades y la oposición a constatar las insuficiencias y debilidades. Veremos lo que da de sí este debate en los próximos días.

Sería conveniente que nuestro debate de este año sea diferente. Yo partiría del reconocimiento de que ni Gallardón, ni Pedro Castro, ni Aguirre, ni Zapatero son los culpables de esta crisis. Decisiones políticas de Bush como la guerra de Irak, desestabilizando los mercados mundiales del petróleo. Prácticas de bancos estadounidenses con altos beneficios y aún mayor riesgo, como prestar indiscriminadamente dinero sin garantías, para pagar una vivienda a un precio sobrevalorado, que permitió comprar el piso, amueblarlo, comprar un coche y hasta irse de vacaciones.

Algunos de estos bancos se han hundido bajo el peso de los impagos, arrastrando consigo la confianza del sistema financiero mundial que compró paquetes de inversiones que contenían un número indefinido de esas hipotecas.

Ahora el neoconservador Presidente de los Estados Unidos, partidario a ultranza del libre mercado y de la capacidad autorreguladora de los mercados, se lanza a comprar bancos en quiebra para evitar males mayores. Nuestros políticos no son culpables de esta crisis, pero sí de la situación en la que nos encontramos ante ella. Demasiados años viendo llover el dinero desde la altura de montañas de ladrillo edificadas sobre suelo especulativamente sobrevalorado. Demasiados años sin inyectar aliento e inversión en la producción de bienes y servicios, en la industria madrileña. Por eso somos más débiles que otros ante la crisis. Porque lo que se ha gripado es precisamente el motor que nos hacía crecer deprisa. El sector inmobiliario, su financiación y sus altos beneficios especulativos, en muchos casos.

Por lo pronto, de un año para acá Madrid ha visto crecer en casi 57.000 personas el número de parados. Las hipotecas que se firman han caído en un 34 por ciento. Los ingresos de la hacienda pública se reducen considerablemente y la tentación inmediata es reducir presupuestos sanitarios, educativos o para atender las situaciones de dependencia de nuestros mayores. 35.000 niños y niñas se quedan sin plaza en una escuela infantil pública. La consejería de Sanidad cursa instrucciones de no contratar personal salvo necesidad urgente. En Madrid se han tramitado sólo el 3 por ciento de las solicitudes de valoración de dependencia, frente al 12 por ciento de Cataluña o el 6 por ciento de la Comunidad Valencia.

Ahora los políticos, sea cual sea su responsabilidad en el Gobierno del Estado, al frente de un Ayuntamiento, de una Comunidad o del Estado Central, a juicio de CCOO tienen la obligación de moderar los efectos de la crisis sobre los ciudadanos. Por eso los trabajadores madrileños queremos que en el Debate sobre el Estado de la Región se despotrique menos sobre la eutanasia, sobre la memoria histórica, o la educación para la ciudadanía. Que no se nos anuncien ocurrencias de última hora, inauguraciones descabaladas y autocomplacencia infinita. Queremos que se hable de los trabajadores, de nosotros. De nuestro empleo, del fortalecimiento de lo servicios públicos de empleo, del reforzamiento de las prestaciones por desempleo. De la necesidad de cambiar un modelo productivo agotado que ha prestado muy poca atención a la productividad, la inversión, la reinversión de beneficios, la formación y cualificación del empleo, la calidad de nuestros productos y servicios. Del fortalecimiento de servicios públicos esenciales como la sanidad, la educación, la atención a la dependencia.

Venimos de un mal año y vamos a otro peor. No sería malo que este Gobierno Regional tendiera la mano al diálogo con la oposición política y con la sociedad para sumar fuerzas en lugar de seguir jugando a ser el banderín de enganche de las esencias neoconservadoras que ya ni Bush respeta.

La crisis genera conflictos. Los conflictos se negocian o se agudizan. Para los sindicatos la negociación y el acuerdo permiten resolver de la mejor manera posible los conflictos. Por eso alentamos el diálogo social, pero no huimos del conflicto, ni nos tiembla la mano en la confrontación.

Desde los sindicatos, desde CCOO, consideramos que el futuro pasa por el trabajo decente y la vida digna. De cómo construimos ese futuro, queremos hablar. De ese futuro queremos que hablen nuestros gobernantes.

Madrid: Debate de un mal año
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