miércoles. 24.04.2024

Madrid, contra las cuerdas

Son demasiadas cosas las que nos hacen pensar, a los madrileños, que tenemos un gobierno municipal desorientado, ineficaz, contradictorio y torpe...

Son demasiadas cosas las que nos hacen pensar, a los madrileños, que tenemos un gobierno municipal desorientado, ineficaz, contradictorio y torpe. Prefiero no utilizar otros adjetivos más cercanos a la capacidad para gobernar o a los sospechosos intereses inconfesables de ciertas actuaciones municipales, pero muchos madrileños se preguntan quién nos gobierna y por qué. Y ya no hay una respuesta que se comprenda.

Cuando en estos días han dejado a Madrid que se hunda en la basura, la alcaldesa se ha limitado a decir que es un problema entre empresas y trabajadores; cuando se les advirtió al firmar las contratas que, con esos recortes, habría conflicto, ellos lo negaron. Cuando se les preguntó por su responsabilidad de hacer una política cultural para los madrileños, la garantizaron, y ahora se dedican a externalizar, privatizar y derrumbar toda la estructura cultural que han pagado los madrileños durante años. Y cuando se les pidió responsabilidades por la tragedia del Madrid Arena, respondieron que los jueces decidirían, y la alcaldesa miró para otro lado.

Madrid no se merece lo que tiene. El equipo Botella ha conseguido que la ciudad haya dejado de ser atractiva para el turismo, ha vaciado las bibliotecas de libros, ha subido los impuestos, hace recaer en el bolsillo de los vecinos las deudas de sus construcciones faraónicas, está convirtiendo la cultura en un negocio, está censurando obras de arte, se niega a cumplir la ley de la Memoria Histórica, carece de medidas para paliar la insalubridad del aire que respiramos, suprime las ayudas a las instituciones culturales históricas de Madrid y toma decisiones, en fin, que nadie comprende, al amparo de una mayoría absoluta que ostenta legalmente pero que legítimamente ha perdido hace mucho tiempo.

Porque del equipo que ganó las elecciones hace dos años, no queda apenas nadie. Por eso Ana Botella se ha visto obligada a dejar las grandes decisiones en manos de contratados externos que, por lo que se viene viendo, llegan al Ayuntamiento con más interés en hacer sus Américas que en servir a los ciudadanos. Dos ejemplos escandalizan: Villalonga se va, tras ser expulsado por la Justicia, a una institución llamada UCCI, y antes de irse la alcaldesa le concede una subvención de 500.000 euros; no sin antes cerrar un regalo a la Fundación Ambasz consistente en la cesión durante 75 años de un edificio en el Paseo del Prado a precio de ganga y con irregularidades en el procedimiento. Otra: el nuevo consejero delegado de Madrid Destino (que gestionará Cultura, Turismo y Negocio) entra a dedo en su consejo de Administración para despedir trabajadores y para hurtar cultura y participación de los madrileños en las dotaciones culturales. 

Madrid necesita ser respetada. Necesita un gobierno capaz y sensibilizado con los problemas de los vecinos. El futuro y la esperanza tienen que volver a rimar. Y con Ana Botella y su coro de silenciosos adláteres, que en privado ya se declaran al límite de su capacidad para gobernar, Madrid vivirá una lenta agonía durante los dos próximos años hasta que las elecciones devuelvan el sentido común a una ciudad que han descerebrado. Con esta alcaldesa, cada día que pasa es un sobresalto, cada semana, un susto, y cada mes, una eternidad.

Tienen a Madrid contra las cuerdas. Y no acaba de sonar el gong que ponga fin a este desbarajuste. La paciencia de los madrileños se agota y al PP no le importa porque, en definitiva, el problema de Ana Botella no es Madrid, ni el pasado del despilfarrador Gallardón, ni siquiera la oposición liderada por Jaime Lissavetzky. Su problema es ella misma, y contra eso no puede. Bueno, en realidad no puede con nada.

Y así le va a Madrid.

Madrid, contra las cuerdas