jueves. 28.03.2024

Los trabajadores en la dictadura: enseñanzas del pasado

Nueva Tribuna ya se ha hecho eco del acto de presentación del libro “Comisiones Obreras en la Dictadura”.

Nueva Tribuna ya se ha hecho eco del acto de presentación del libro “Comisiones Obreras en la Dictadura”. Creo que el numeroso publico y la trayectoria militante de las personas que lo componía, entre las que se encontraba, entre otros, Santiago Carrillo, no había acudido solo por el interés que pueda tener el libro, o por el panel (Nati Camacho, Nicolás Sartorius, Julián Ariza, Eduardo Saborido, Rodolfo Benito e Ignacio Fernández Toxo). Se podía palpar una necesidad de verse, de reunirse “los viejos camaradas” no solo para recordar el pasado heroico de Comisiones, que relata el libro, sino para escuchar mensajes que puedan aliviar la preocupación ante la dura realidad presente y el temor de que ésta empeore tras la previsible victoria del PP.

Algo dijeron sobre ello algunos de los ponentes, en particular Toxo, que reiteró la necesidad de una amplia alianza de fuerzas para defender el modelo social y que, al igual que hiciera días antes en Vista Alegre, trasmitió confianza sin esconder la crudeza de la situación. De la crisis y de los recortes se hablaba también en los corrillos que se formaron al finalizar las intervenciones. No es muy acertado aceptar resignadamente la victoria electoral de la derecha política sin presentar batalla para evitarla pero los últimos años del gobierno del PSOE nos indican que sea cual sea el resultado electoral la mal llamada política de austeridad seguirá orientando (con mayor o menor énfasis) la acción gubernamental.

Habría que interrogarse porqué se deja a los neoliberales la bandera de la austeridad. Hace treinta y tres años era Enrico Berlinguer quien, en Italia, proponía una verdadera política de austeridad como oportunidad para salir de la crisis de aquellos años. En realidad lo que llaman planes de austeridad en la Europa actual son solo rebajas en las condiciones de vida para los de abajo. La austeridad es un sacrificio común, de todo un país, un recorte de los excesos de la sociedad de consumo, empezando por los que más consumen, sin alterar, e incluso reforzando, el modelo social.

Aunque el libro Comisiones Obreras en la Dictadura termina en abril de 1977, con la legalización de los sindicatos, creo que en sus páginas hay ejemplos que pueden aportar a los trabajadores y a los sindicalistas de hoy algo más que un conocimiento de las propias raíces, tan escaso como necesario, o un rendimiento de gratitud a los hombres y mujeres que sacrificaron su juventud para traer la libertad sindical y política a España.

No se trata de que vaya a volver el franquismo, ni mucho menos, pero si es probable que haya que hacer frente a una forma de thatcherismo (ya se está ensayando) similar a la que padecieron los trabajadores británicos. Conviene por ello el máximo de unidad y una combinación de firmeza y de negociación. Eric Hobsbawm escribía en sus memorias que lo peor de los inicios de la era de Thatcher era la evidente falta de realismo y de alternativas de la oposición por lo que advirtió (siendo atacado por algunos sindicalistas) que muchas de las reformas conservadoras serían irreversibles aún cuando volviera el laborismo, que además tardó 18 años… y vino muy descafeinado.

Las Comisiones Obreras fueron un movimiento de trabajadores, pero su éxito se debió a que no era una fuerza gremial que solo se ocupaba de los salarios y de la denuncia de los jerarcas del Sindicato Vertical. Al luchar por los trabajadores lo hacía también por la libertad que anhelaban amplios sectores. Su programa laboral pilotaba sobre la carestía de la vida pero, junto a ello, reclamaba una democracia pluralista poniendo como modelo a los vecinos europeos, y exigiendo la amnistía, los estatutos de autonomía y los derechos de huelga y de asociación.

Comisiones buscó, y consiguió, apoyos en otras capas sociales o colectivos profesionales y ni siquiera rehusó el dialogo con los jerifaltes del Régimen, (ni con sus Obispos) como Solis, Emilio Romero o Romeo Gorría, sin caer en ninguna de las tentativas de atracción que les tendieron.

Formó una alianza con el movimiento estudiantil apoyándose (y protegiéndose) mutuamente en sus luchas. Los abogados laboralistas, los economistas, periodistas, sociólogos, inspectores de trabajo estuvieron en torno a Comisiones. Muchos curas prestaron sus iglesias y otros además participaban en las reuniones y las huelgas. El padre Llanos que había sido destacado falangista, y llegó a confesar a Franco en una ocasión, terminó siendo “fichado” por CCOO llegando a ser uno de sus mas orgullosos militantes. Incluso hubo algunos pocos fiscales y jueces (los agrupados en Justicia Democrática) que estuvieron junto a los trabajadores y los demócratas. El conde de Motrico (el primer alcalde franquista de Bilbao) dejó su finca de Aravaca para la primera asamblea nacional de Comisiones en junio de 1967 y después prestó otras colaboraciones.

Comisiones logró, con dificultades y altibajos, aglutinar en torno suyo a numerosas tendencias, muy distantes entre sí. Desde los católicos de HOAC, JOC o AST a los comunistas de PCE, MC, ORT, LCR o PTE, a los socialistas de diversos grupos como el FLP o el PSP e incluso a algunos carlistas y falangistas. Favoreció la unidad de las plataformas de oposición al franquismo, priorizando siempre los puntos de encuentro sobre las diferencias. Tampoco hoy vendría mal que quienes defienden el estado del bienestar, hagan un esfuerzo para no dispersar sus fuerzas.

Juan Moreno | Autor de Comisiones Obreras en la Dictadura
Más información sobre el libro: www.1mayo.ccoo.es

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