viernes. 19.04.2024

Los misteriosos papeles de Guantánamo

¡Albricias! ¡Qué estupendo! Ya tenemos nuestros propios “papeles de Guantánamo”, como Nixon tuvo los suyos “del Pentágono”, que versaban sobre lo mismo: episodios sucios de una guerra también sucia. Como ya somos mayores y modernos, tenemos nuestra ración de consecuencias negativas por haber participado en proyectos imperiales sin que nadie nos mandara.
¡Albricias! ¡Qué estupendo! Ya tenemos nuestros propios “papeles de Guantánamo”, como Nixon tuvo los suyos “del Pentágono”, que versaban sobre lo mismo: episodios sucios de una guerra también sucia. Como ya somos mayores y modernos, tenemos nuestra ración de consecuencias negativas por haber participado en proyectos imperiales sin que nadie nos mandara. Bueno, alguien nos lo mandó, y nuestro gran mandatario, emulando a un general de poca estatura muy querido en el PP, quiso ser un pequeño coronel y se puso a disposición del comandante en jefe, que era, indiscutiblemente, G. W. Bush, para invadir Iraq y lo que hiciera falta.

Fue -lo es todavía- una guerra diseñada por los halcones neocons y puesta en marcha con una concienzuda campaña de mentiras, que nuestro gran timonel creyó, o simuló creer, y que se empeñó a hacernos aceptar, empleando sus mejores recursos teatrales -Sabemos que Sadam Hussein tiene armas de destrucción masiva. Créanme, nos dijo por televisión el 13 de febrero de 2003-, para participar en una operación militar que iba a sacar a España del rincón de la historia. Pero en aquella invasión, donde el riesgo era muy alto -caro lo pagamos-, los intereses de España estaban poco claros, y así lo vio la mayoría de la población (un 94% se manifestó en contra). Fue más bien el pretexto de un hombre de escasa talla moral y dudosa capacidad política, que, para salir él, no España, del rincón de la historia, llevó las relaciones con el gobierno de EE.UU. a las más altas cimas del servilismo. Colaboración que merecía, según él mismo, que el Congreso norteamericano le impusiera una medalla (pero con cargo al erario español).

Esa lacayuna disposición explica la autorización general para que los aviones norteamericanos que transportaban prisioneros desde frentes lejanos hasta la base de Guantánamo, pudieran repostar en aeropuertos españoles sin tener que declarar la mercancía que llevaban. Que el procedimiento era ilegal lo prueba el que los vuelos fueran secretos y que el gobierno del PP propusiera usar aeródromos discretos para facilitar el tránsito de detenidos cuyo destino era el gulag de Guantánamo, donde serían sometidos a vejaciones y torturas sin contar con asistencia jurídica. Al aceptar esa colaboración, el equipo de Aznar mostraba escaso interés por los derechos humanos y por la legalidad nacional e internacional, pues, en este aspecto, los halcones, que actuaban con imperial unilateralidad, ya habían decretado el ocaso o incluso la desaparición de la ONU.

Hemos sabido que faltan de los archivos documentos sobre aquel acuerdo infame. Lo que se desconoce es desde cuándo faltan y por qué. Sería muy lamentable que hubieran desaparecido con este Gobierno que alardea de más transparencia, pero no sería extraño que faltaran desde antes. El Gobierno de Aznar, que fue muy dado a la opacidad y a mentir cuanto fuera preciso, antes de abandonar la Moncloa contrató a una empresa para que borrara los archivos de todos los ordenadores, incluyendo las copias de seguridad.

Francisco José Vivas
Escritor

Los misteriosos papeles de Guantánamo
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