miércoles. 24.04.2024

Los mismos pero diferentes

Aún cuando faltan dos años para las Generales,  llevamos meses visionando y analizando encuestas electorales, En ellas, se vaticina el fin del bipartidismo...

Aún cuando faltan dos años para las Generales,  llevamos meses visionando y analizando encuestas electorales, En ellas, se vaticina el fin del bipartidismo. Algunos analistas, van más allá, y providencian el fin del Régimen. Las encuestas son catas de opinión del momento en el que se pregunta. Cierto es que cuando una tras otra,  durante un período amplio,  vienen a expresar las mismas conclusiones se obtiene una tendencia. Una orientación sólida hacia una dirección determinada.

La tendencia política que se viene evidenciando en todas las encuestas publicadas es que los dos primeros partidos políticos sufren un retroceso importante en su apoyo social; pierden fuerza. Esta pérdida es rentabilizada por otras opciones políticas. Avanzamos hacia un nuevo reparto de las cuotas del poder político. Un nuevo reparto donde habrá más protagonistas; más influencia para otros sujetos políticos. Donde el diálogo deberá ser más fluido y plural. Donde los pactos y acuerdos serán múltiples y variables. De hecho, estas características no son nuevas en el plano autonómico. Han sido muchos los diferentes gobiernos autonómicos de coalición experimentados. Así pues, en las formas de nuestro sistema político no parece que se vayan a sufrir profundas transformaciones. Más allá, de que haya un bi, tri, cuatri o penta partidismo.

Pero las formas no son el fondo. El cambio proviene en la naturaleza y las características del discurso, de las ideas; que son las que construyen la política.  A este nivel, estamos asistiendo a profundos cambios en la cultura política. Valores que hasta hace poco eran percibidos como intocables, se cuestionan. Instituciones, presumiblemente sólidas, como el Senado, la Monarquía, la articulación territorial del Estado se hacen más líquidas.

Existe un profundo debate de naturaleza política.  Un debate sobre cómo queremos construir nuestro vínculo social con lo público; sobre cómo queremos que sea nuestra delegación ciudadana de poder. Surgen con fuerza,  propuestas de regeneración, de empoderamiento ciudadano, de transparencia, de ética política. Las ideas no se cuentan, pesan. Y es aquí, donde prácticamente todos los partidos empiezan a tomar nota de las demandas que la ciudadanía pide a la política. Es desde éste ámbito, desde donde se percibe un nuevo tiempo político.

Y para ese nuevo tiempo, las formaciones existentes necesitan de profundos cambios. Nuestro sistema está compuesto por formaciones políticas, tales como el PSOE, PCE, PNV, CiU, PP, IU con una acreditada  antigüedad. Salvo la excepción de UPyD y Equo, no hay partidos políticos novedosos, ni emergentes. Son formaciones que han participado desde el principio de la Transición Política; algunas desde antes de la Guerra Civil. Sus líderes tampoco es que sean un canto personificado a la juventud; de hecho, la edad media de los diputados españoles se sitúa en los 53 años. Se hace precisa la entrada de nuevas generaciones. Ya no digo de relevo, de sustituir a unos por otros. También, de nuevos mecanismos internos de participación democrática, de deliberación y de decisión.

Así pues, las próximas elecciones generales no provocarán la caída del actual sistema de partidos. Con diferentes proporciones e influencias, prácticamente,  estarán los mismos de hace décadas. Cuestión distinta es que nos encontramos en un nuevo tiempo, en una nueva transición política; que debe ser aprovechada por todos y todas para dotar de más calidad a nuestra democracia. Sin duda, éste será el reto.

Los mismos pero diferentes