viernes. 19.04.2024

Los Heraldos Negros

No acabarán aquí las cosas, desgraciadamente. Y, desgraciadamente, seguirán las voces de la rabia vertiendo dudas y sombras sobre la tragedia del 11-M. Pase lo que pase y digan lo que digan los tribunales, difícilmente, se va a dar por cerrada una operación que perseguía y persigue mantener abierta una herida utilizando la mentira como argumento.No hay delito en los agentes del famoso ácido bórico.
No acabarán aquí las cosas, desgraciadamente. Y, desgraciadamente, seguirán las voces de la rabia vertiendo dudas y sombras sobre la tragedia del 11-M. Pase lo que pase y digan lo que digan los tribunales, difícilmente, se va a dar por cerrada una operación que perseguía y persigue mantener abierta una herida utilizando la mentira como argumento.

No hay delito en los agentes del famoso ácido bórico. Y lo que la sentencia da por probado no hace sino confirmar las primeras apreciaciones en torno a unos hechos de opereta y a unas acusaciones que no respetaron el dolor de la muerte, la angustia de esas familias destrozadas por la sangre.

Durante meses una brigada mediático ha cebado las dudas, ha hinchado el perro de la desolación, en una operación que, contra toda razón, ha pretendido hacer creíble lo que desde el primer momento era increíble. Una operación que no ha dudado en manchar con las más negras acusaciones la credibilidad de las instituciones, que ha buscado una conspiración horrible donde sólo había lo que había: dolor y muerte.

No es raro el día que no tengamos que escuchar y leer en esos medios la afirmación de que existen oscuras y desalmadas razones en la brutalidad del 11-M. la sentencia, en su día, de nada sirvió. No servirá tampoco para nada �quiero decir para cambiar sus acusaciones- la última sentencia de la Audiencia Provincial.

Son medios que sólo respetan aquellas sentencias y actuaciones que pudieran ayudar a corroborar sus delirios. La Justicia se respeta siempre y cuando se adapte a sus convicciones. Habrá relecturas de la sentencias. Se cogerán por los pelos matizaciones, se buscará en puntos y comas cualquier indicio que ls permita mantenerse en sus trece.

Pero lo cierto es que la crueldad de quienes tratan de mantener abiertas las heridas no tiene base legal alguna. Están dispuestos a luchar con uñas y dientes para no aceptar ni fallos judiciales, ni sentencias, ni razones. Y, sin embargo, me parece a mí que la teoría de la conspiración se va diluyendo como un azucarillo. Se diluyó ya con la sentencia del 11-M y ésta última no es más que una confirmación de aquella.

Haya piedad no ya para las víctimas, sino para los familiares de las víctimas que en momentos como éste vuelven a revivir y a llorar la pérdida y la muerte de tantos seres queridos. ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar esos heraldos negros? Mucho me temo que hasta el último resquicio, hasta la más mínima posibilidad de ensombrecer un proceso judicial que se ha demostrado limpio, diligente y efectivo.

Vaya, pues, nuestra solidaridad con todos aquellos que hoy han visto revivir tanto dolor y sufrimiento, que verán en las próximas semanas como se arroja el cadáver de los suyos hacia las ciénagas de no sé qué ocultos o vivos intereses.

Recordemos, precisamente, esos Heraldos Negros de Vallejo:

Hay golpes en la vida, tan fuertes...¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido

se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.

Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o lo heraldos negros que nos manda la Muerte.


¿Qué más puede añadirse?

Los Heraldos Negros
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