martes. 23.04.2024

Los gratuitos

NUEVATRIBUNA.ES - 18.5.2009 Siempre he disfrutado con la observación de algunas de las cosas que hacemos los humanos a la vista de todos. Me siento bien cuando dos personas de una "cierta edad", caminan por la calle de la mano y también cuando una pareja se besa en un parque o en el metro o en la calle.
NUEVATRIBUNA.ES - 18.5.2009

Siempre he disfrutado con la observación de algunas de las cosas que hacemos los humanos a la vista de todos. Me siento bien cuando dos personas de una "cierta edad", caminan por la calle de la mano y también cuando una pareja se besa en un parque o en el metro o en la calle. Pero últimamente lo que me alegra las mañanas, antes de llegar al trabajo, es la cantidad de mujeres y hombres que van en el transporte público leyendo. Muchas de estas personas, leen libros pero, la mayoría, se informa a primera hora en los periódicos gratuitos. Hay muchos: "QUE", "20 MINUTOS", "ADN",. y están en todas partes. Yo misma lo primero que hago cuando subo al metro es mirar en los asientos para ver si se han dejado uno o varios gratuitos.

En torno a los gratuitos ha habido y hay un gran debate, una enorme controversia. Se ha dicho que hacen competencia desleal a la prensa convencional, porque sus costes empresariales y de personal son menores y además compiten en el mercado publicitario. También se afirma que su existencia perjudica la calidad que deben tener los periódicos y, en general, se ha despreciado su papel y sus posibilidades de sobrevivir al margen de los grandes grupos empresariales de comunicación.

Ninguna de esas afirmaciones ha podido seguir sosteniéndose. Con la perspectiva que da el tiempo y otras experiencias puestas en marcha en distintos países europeos, podemos afirmar que los gratuitos son una buena manera de acercarse a la actualidad para los jóvenes que todavía no han adquirido el hábito de ir al kiosco o no tienen dinero porque están estudiando y también para todas aquellas personas que llegan con dificultad a final de mes. Parece demostrado que es un buen medio para iniciarse en el interés por la actualidad y hacerle un seguimiento diario.

Buena parte de los trabajadores de esos medios tienen ya regularizadas sus relaciones laborales y, en algunos casos, han elegido a sus representantes sindicales y negociado sus propios convenios colectivos. Probablemente sus índices de precariedad no estén muy por encima de los de los trabajadores de la prensa diaria de siempre y, en general, de los medios de comunicación escritos y audiovisuales.

Por otro lado, llama la atención que, unos periódicos que no reciben ayuda de la administración pública a través de sus campañas publicitarias, puedan mantenerse y, se supone, ganar dinero, que es finalmente el objetivo de toda empresa nueva o antigua. Y ganan dinero sin tener que recurrir, por ejemplo, a los anuncios de "contacto" que por cientos publican a diario todos los periódicos de tirada nacional, incluidos los que tienen una línea editorial de carácter más religioso. Es curioso, pero aquí nadie se rasga las vestiduras ante las vergonzosas ofertas que, por un poco de dinero, se pueden publicar en cualquier diario. Cuando se trata del resultado de las cuentas anuales parece que la ideología, la moral o las creencias, pasan decididamente a un segundo plano. Todo vale, incluso la compre-venta de carne humana, si ayuda a mejorar los beneficios empresariales.

De momento, en lo que no pueden competir los "gratuitos" es en la información especializada, de profundidad. Probablemente no entra en sus pretensiones y objetivos pagar personal más cualificado para abordar y analizar en toda su complejidad las cuestiones de actualidad en los distintos ámbitos, desde la política a la ciencia o la cultura. Por lo demás, los gratuitos son, a mi juicio, un buen instrumento para aproximarnos a lo que ocurre en nuestro entorno, sin pretensiones de hacer una radiografía con todos los matices que requiere la complejidad de la realidad.

Sin embargo, los argumentos a favor de los "gratuitos", no pueden ocultar el valor intrínseco que tiene el acto voluntario de querer informarse, que con el tiempo se traduce en el hábito de acercarse todos los días al kiosco a comprar aquel periódico cuya información tiene más que ver con nuestra percepción del mundo. Es esta posibilidad, la de la elección, uno de los aspectos más interesantes de nuestro afán por estar al tanto de lo que ocurre. Aunque, el hecho de comprar el periódico, el hecho de pagarlo, tiene el inconveniente de que resulta mucho más difícil encontrarlo en los asientos y papeleras del transporte público, y la imposibilidad de que te lo pongan en la mano a la entrada o la salida de los nudos de comunicación más importantes, aspectos estos que ya no me gustan tanto.

Carmen Rivas es periodista y Directora del Observatorio de Medios de Comunicación y Sociedad de la Fundación 1º de Mayo de CCOO.

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