jueves. 18.04.2024

Los fabricantes del miedo

NUEVATRIBUNA.ES - 25.10.2009La crisis económica está conduciendo a millones de trabajadores a perder la capacidad de controlar y planificar sus procesos vitales, provocando un elenco de alteraciones en la salud y en las relaciones sociales. Sus sueños se convierten en pesadillas por que no saben qué va a suceder cuado se despierten. Sus noches se hacen eternas y vuelven lentos los relojes.
NUEVATRIBUNA.ES - 25.10.2009

La crisis económica está conduciendo a millones de trabajadores a perder la capacidad de controlar y planificar sus procesos vitales, provocando un elenco de alteraciones en la salud y en las relaciones sociales. Sus sueños se convierten en pesadillas por que no saben qué va a suceder cuado se despierten. Sus noches se hacen eternas y vuelven lentos los relojes. Enfrentarse a la realidad en tiempos de crisis produce tanto miedo, que muchos prefieren la ingesta diaria de futbol o famoseo para escapar de la realidad y vivir un mundo de fantasía. Y el miedo conduce a un silencio aterrador, de tal forma que como decía M. L. King, “lo malo no son las fechorías de los malvados sino el silencio de las mayorías”.

El miedo global es un tema que no puede faltar en nuestras reflexiones. La nuestra es la época del miedo que conduce al silencio y a la inacción social.

El miedo se convierte en una poderosa herramienta política para legitimar políticas y la gestión de los políticos. El miedo es irracional y fácilmente manipulable a través de máquinas de propaganda que crean imágenes aterradoras y resucitan mitos del pasado para justificar el uso de la violencia. Violencia en el trabajo, en la comunidad de vecinos, en las relaciones interpersonales, en la calle. De esta forma la política del miedo convierte al ciudadano en más vulnerable, dócil, sumiso, indeciso. Campo muy propicio para los “actores políticos”, sin ideología (de izquierdas) que se mueven a través de encuestas a la caza de los votantes del miedo, de los indecisos. Estos actores fabrican ilusiones políticas a través de empresas y redes mediáticas que le son adictas. Una vez instalado el miedo, los políticos tienen vía libre para todo: invadir países, bombardear poblaciones indefensas, crear limbos jurídicos, aplicar políticas económicas de privatización, degradación, desempleo, empobrecimiento y hambre; y encima aumentar su popularidad. Es un miedo inducido, inteligentemente fabricado.

Las ilusiones fabricadas por los políticos y apoyadas por los medios de comunicación están en la base de una maquinaria de propaganda que llene el vacío ideológico creado por la desintegración del comunismo (con perdón). Y se profundizó en un mundo de buenos y malos, de una izquierda buena (Lula, Kistner, Bachelet…) y una izquierda mala ( Evo Morales, Chavez, Correa…). Y se creó el miedo al terrorismo. Y apareció el funcionario del miedo: Bin Laden con cara demoníaca que se come a los niños del bando de los buenos.

Este miedo al terror está inteligentemente fabricado, por ejemplo, cuando viajamos. Se crea la ilusión de que para poner fin al terrorismo es suficiente con llevar menos de 100 mililitros de champú, perfume o medicamentos a bordo, sacarse previamente los zapatos, relojes, monedas, desnudarse. Sin embargo es más fácil que los norteamericanos puedan ser asesinados en sus propias casas o colegios que ser víctimas de un atentado terrorista. En USA cada año mueren 16.000 personas por homicidio cometido por norteamericanos.
¿Por qué estamos tan asustados? ¿a qué tenemos miedo? ¿Quién nos asusta y con qué objetivos?. ¿Quién interrumpe nuestros sueños?

El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, con sus miles de millones de dólares en préstamos condicionados, dejan las manos atadas a gobiernos y países para dar de comer o beber y atender a los más pobres del mundo, se encuentran entre los fabricantes del miedo a nivel global. A estos le acompañan organismos ilegítimos como el G8, el G20, la OMC, Walt Street, la OTAN, las multinacionales de la industria química, y armamentista, encargados todos ellos de fabricar miedo. Hasta la propia OMS con los medios de comunicación masiva ha logrado expandir el pánico a nivel mundial con gripes reales o inventadas de las que salieron beneficiadas la industria farmacéutica y algunos más.
“Las masas del mundo desarrollado viven en constante temor. El miedo al entorno en que viven, miedo a la globalización, miedo al futuro, miedo a ser, miedo a vivir y a morir, miedo a hablar, miedo a respirar, miedo a perder el empleo, miedo a no encontrar nunca trabajo; miedo a la noche sin pastillas para dormir y al día sin pastillas para despertarse, miedo a la soledad, miedo a tener miedo, miedo a inquietar al mercado que nadie sabe quien lo ha elegido” (Eduardo Galeano)

A los miedos descritos por Galeano habría que añadir otros miedos más cercanos:

Miedo a formar parte de las estadísticas macro que reduce el sufrimiento, el paro y la pobreza a un número, que nos convierte en analfabetos emocionales y nos conduce a un abismo ético que nos hace cómplices de un holocausto cotidiano.

Miedo a la desintegración social; miedo al jefe, miedo al dpto. de recursos humanos, miedo al compañero, miedo al inmigrante.

Miedo al pluralismo y a la diversidad política.

Miedo a la derecha y miedo de la izquierda a adoptar medidas que incomoden a la derecha, al mercado.

Miedo al banco que nos tiene la vida y la vivienda hipotecada: miedo a formar parte de las 85.000 unidades familiares que deben afrontar procesos de desahucio en 2009; porque los bancos solo prestan el dinero de los contribuyentes a quien tiene dinero, no a quien lo necesita para sobrevivir.

Miedo al ERE y miedo a participar en una respuesta colectiva.

Miedo a las gripes, miedo al dentista; miedo a la jubilación sin pensión suficiente por falta de períodos cotizados. Mientras que un parlamentario tiene derecho a una pensión “máxima”, por aplaudir y votar a su jefe durante cuatro años, un trabajador necesita 35 años cotizados para acceder a una pensión digna.

A la expansión del miedo ha contribuido también la desintegración de la izquierda, de una izquierda que tendría la obligación de decir ¡Basta Ya, hasta aquí hemos llegado!. Silencio, no vaya a ser que venga la derecha verdadera.

Miedo a las iglesias y religiones y a sus dioses; por si hubiera dios, no puede ser el mismo para los pobres que para los ricos.

Después de pasar por lo que hemos pasado y vivido, no es posible que el miedo y el silencio formen parte de nuestras vidas. Es necesaria una información crítica, una delimitación de quien o quienes componen el nuevo sujeto histórico de transformación que conduzca a la participación activa de la ciudadanía, pensando que otro mundo es posible, que es posible transformar la realidad, no solo observarla (ahora que se han puesto de moda los observatorios) o gestionarla mejor.

Ángel Cárcoba es activista sindical de CC.OO. y experto en salud laboral.

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