viernes. 19.04.2024

Los antisistema visten de Prada

NUEVATRIBUNA.ES - 11.10.2010Desde hace algunos años impera en muchos ambientes de Barcelona una opinión unánime sobre la caída de un modelo de ciudad que ha muerto de éxito. De hecho, el diario francés Le Monde se hacía eco hace algunas fechas de la degeneración de la capital catalana afirmando que Barcelona era una ciudad de putas, robos, corrupción y propaganda.
NUEVATRIBUNA.ES - 11.10.2010

Desde hace algunos años impera en muchos ambientes de Barcelona una opinión unánime sobre la caída de un modelo de ciudad que ha muerto de éxito. De hecho, el diario francés Le Monde se hacía eco hace algunas fechas de la degeneración de la capital catalana afirmando que Barcelona era una ciudad de putas, robos, corrupción y propaganda. Todo lo cual, visto desde fuera, debe parecer insólito, teniendo en cuenta que Barcelona no sólo sigue estando de moda, sino que ha escalado de un modo consistente hasta las primeras posiciones en diversos barómetros europeos sobre calidad de vida y ubicación preferida para hacer negocios. ¿A qué cabe atribuir tales perspectivas de muerte anunciada? ¿Qué ha pasado, pues, en la ciudad de la libertad por antonomasia y de la tolerancia con seny? ¿Cómo se ha llegado a tal grado de degeneración?

Sin duda, los violentos incidentes perpetrados por grupos antisistema hace pocas fechas han sido la punta del iceberg de un deterioro progresivo que obligan al conjunto de la sociedad catalana, y sobre todo a los poderes públicos, a una reflexión sobre qué se está haciendo mal para que este fenómeno de la saña, la violencia callejera y el latrocinio de lo público se haya hecho crónico en Barcelona. Y todo gracias a que no se ha parado de esparcir por toda Europa que Barcelona es un vergel de libertad y tolerancia (que lo es), una ciudad friendly, un atractivo para que los perroflautas radicales del globo terráqueo campen a sus anchas y conviertan las celebraciones populares de la ciudad en sus desmanes trasnochados y repulsivos.

O sea, que mientras los extranjeros y los antisistema se vuelven locos por venir a Barcelona, muchos barceloneses estamos casi hasta el gorro. Sin embargo, si esto es ya de por sí preocupante y una afrenta para todos aquellos que vivimos en la ciudad, lo más deplorable, sin duda, es la actuación de la clase política catalana contra estos grupos de jóvenes violentos.

Es decir, si algunos estamos hastiados de tanto neosalvador y tanto hostigador del capitalismo, más cansados estamos del papel que está teniendo en esta contienda la izquierda ecosocialista y que se reivindica así misma como la izquierda auténtica. Serán de izquierdas, pero son unos irresponsables gobernando. Y si no, recordemos el numerito que dio el día de la huelga general el testaferro de Joan Saura, consejero de interior de la Generalitat catalana, el erudito Joan Boada. Por supuesto que tenía todo el derecho, como individuo y como militante de Iniciativa per Catalunya, de secundar la movilización sindical y protestar contra el gobierno del Sr. Rodríguez Zapatero. Faltaría más. El único inconveniente, nada nimio a mi juicio- es que, además de individuo, militante de un partido y manifestante esporádico, con coche oficial y chófer, suma la de cargo público, es decir, Secretario General de Interior. Así que mientras él se manifestaba por las céntricas calles de Girona, pancarta en mano, los antisistema y acólitos estaban enfrentándose con una mezcla de chulería y prepotencia, a la policía, saqueando tiendas y destrozando el mobiliario público del centro de Barcelona y con la venia de la Consejería de interior, cuyo ideario invita a no levantar porras porque eso es patrimonio de la derecha.

Pero, en medio de este sainete, ¿nos puede extrañar algo? La historia y la hemeroteca son demasiado peligrosas para el honor de nuestra clase política. Y claro, la izquierda verde no iba a quedarse al margen de sus propios errores de bulto y sus incongruencias ideológicas. ¿Recuerdan las palabras de la primera teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, Inma Mayol, muy vinculada emocionalmente con el encargado de la seguridad en Catalunya, el Sr. Saura? Sí, aquella que sin pelos en la lengua hace pocos años decía afirmar ser antisistema. Pero claro, antisistema con coche oficial, por supuesto. Nadie renuncia al attrezzo, sobre todo si viene con el ajuar del cargo.

Uno se debería preguntar, por tanto, en las similitudes que tienen las vidas de ciertos políticos antisistema de Barcelona con las cuadrillas de ciudadanos anticapitalistas y antiglobalización a los que parecen enaltecer y pertenecer. Los antisistema viven en casas ocupadas, alguno pasa algún verano solidario en algún país en vías de desarrollo o dedican parte de su tiempo a una causa social, visten con ropa de segunda mano, no tienen oficio ni beneficio, y menos en la administración pública a la que dicen aborrecer, y, por supuesto, no creen en el sufragio universal. Sin embargo, los líderes ecosocialistas antisistema, poseen un magnífico ático en uno de los barrios más chic de Barcelona, exhiben sus pieles bronceadas en su chalé de la Costa Brava en verano, no es infrecuente verles en la exclusiva tienda de Gonzalo Comella en Paseo de Gràcia, arteria del lujo de la capital catalana, garrapiñando las últimas tendencias de Calvin Klein, Armani, o Jimmy Choo. Rebeldes, pero con causa –léase con Prada- Y, faltaría más, tienen un magnífico jornal que sale del bolsillo de todos los contribuyentes, más coche oficial. Son antisistema, pero no idiotas.

En fin, no sólo estoy harto de la incapacidad de nuestras autoridades por mantener el orden y el cumplimiento de las leyes básicas de convivencia y detener el avance de esos libertadores de las ideas, que campan a sus anchas por las calles con el beneplácito de los antitodo del consistorio barcelonés y la complicidad inexorable de los habitantes del edificio de enfrente, sino que estoy hasta las narices de la hipocresía política y del fracaso de parte de la izquierda. Lo peor no es la incompetencia. Lo peor es que se creen la izquierda inteligente y moralmente superior. Pero me temo que en la batalla de las ideas no sólo es importante tener razón, sino saber transmitirla y actuar en coherencia. Me temo, pues, que el buenismo de cierta izquierda ecoverde y ecofriendly, no es más que una tapadera para no hacer autocrítica de sus muchos errores. Y los ciudadanos perdonan los errores, pero jamás la soberbia.

Javier Montilla - Periodista y escritor

Blog: jmontilla.blogspot.com
 

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