sábado. 20.04.2024

Los aires que soplan

No me negarán que ante unas elecciones, parciales o generales, no les embarga la preocupación. Cuando empieza la campaña electoral nos enteramos de lo rematadamente mal que el partido gobernante –sea el que fuere en cada ocasión– lo ha hecho durante la legislatura, y le llueven acusaciones, denuncias, improperios, descalificaciones, etc. que nos llevan a exclamar: “en manos de quienes hemos estado, Dios mío”.

No me negarán que ante unas elecciones, parciales o generales, no les embarga la preocupación. Cuando empieza la campaña electoral nos enteramos de lo rematadamente mal que el partido gobernante –sea el que fuere en cada ocasión– lo ha hecho durante la legislatura, y le llueven acusaciones, denuncias, improperios, descalificaciones, etc. que nos llevan a exclamar: “en manos de quienes hemos estado, Dios mío”. Pero el gobernante no se queda corto y nos adelanta las catástrofes, desolaciones, miserias y hasta despojos que sufriríamos si se marchan y les suceden los contrarios, hasta tal punto que pensamos: “Dios mío, en qué manos podemos caer”. Y como hoy en día ya no sucede que  “la manera de expresarse colectivamente un pueblo es un a modo de rebuzno, aunque cada uno de los que lo componen use de lenguaje articulado para sus menesteres individuales”, como decía Unamuno,  no queda más remedio que intentar separar el trigo de la paja, repasar objetivamente lo que unos y otros ofrecen en sus programas, aprehender el sentido ideológico que los impregna y decidir nuestro voto. Porque, aunque un voto no hace granero, ayuda a su compañero y puede ser decisivo para el futuro –propio y de nuestros descendientes– por lo que no es cuestión baladí. ¡Ya que se consulta al pueblo, responda el pueblo!.

Y, por aquello de “las barbas del vecino” dado que –por ahora– no puedo ejercer de votante en los territorios que han anunciado convocatorias electorales, he centrado mi atención en las nuevas esperanzas que para la sociedad civil, o sea todos nosotros,  soplan por Breogán y sus aledaños... Me preocupa, claro es, si el soplo iniciado en el noroeste peninsular adquirirá la intensidad suficiente para aventar y barrer tanta hojarasca depositada en todos los caminos, empezando por los del Señor Santiago…

Porque el otoño, inexorable, cada vez está más próximo!

Los aires que soplan
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