viernes. 29.03.2024

Los 270.000

Lo dice un informe del propio Consejo General del Poder Judicial: hay casi 270.000 sentencias sin ejecutar en toda España. Un montón, dicho sea en lenguaje paladino. Parece que los juzgados no dan más de sí y son incapaces de culminar sus propias sentencias. Lo que, dicho así, no deja de ser un disparate. Lógico, tal vez, pero un disparate.Se quejan los jueces de falta de medios. No diré que no.
Lo dice un informe del propio Consejo General del Poder Judicial: hay casi 270.000 sentencias sin ejecutar en toda España. Un montón, dicho sea en lenguaje paladino. Parece que los juzgados no dan más de sí y son incapaces de culminar sus propias sentencias. Lo que, dicho así, no deja de ser un disparate. Lógico, tal vez, pero un disparate.

Se quejan los jueces de falta de medios. No diré que no. Pero, a lo mejor, hay que discriminar entre los jueces que se matan por tener sus juzgados al día y los que creen que las sentencias tienen largos días para hacerse públicas. De todo hay en la viña del Señor.

En cualquier caso, el dato resulta, cuando menos, preocupante. En teoría hay 270.000 personas que no saben qué será de ellos, que tienen, para bien o para mal, pendientes de su cabeza la espada del juez. Lo peor, en este caso, no es la sentencia. Es su ejecución.

¿Tan mal anda la Justicia? Habría que contestar que peor. Porque una sentencia no es nada si no se ejecuta. Siempre me ha llamado la atención leer que alguien pide la ejecución de una sentencia. Porque uno, en su ignorancia, pensaba que la sentencia se ejecutaba sin más. Pero resulta que no. Que a un juez hay que pedirle que ejecute lo que el mismo ha dictado.

Hace relativamente poco, los medios de comunicación denunciaban el colapso de los juzgados. No ocurrió nada. Hubo, eso sí, editoriales asombrados del atasco judicial, exigencias perentorias de que se solucionara un problema viejo y antiguo. Desde hace varios días, ningún medio ha vuelto sobre el tema. Supongo que ahora, con motivo del informe del Consejo General de Poder Judicial, asistiremos a una nueva oleada de escritos pidiendo que se ataje tal despropósito.

Y ¿luego? Luego, nada. Porque el problema es que no se buscan responsabilidades. El problema es tan enorme que miedo da enfrentarse a él. Hay 270.000 sentencias pendientes de ejecución. Una cifra que marea. ¿Quién es el responsable? Parece evidente que el culpable es el Poder Judicial.

Porque, en teoría, existen el Poder Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. Todos independientes. Cada uno de ellos con plena autonomía. Digo yo que el Judicial es independiente para todo. También para la ejecución de sus sentencias. Si no tiene los medios necesarios, habrá que exigirle que los pida. Pero, mientras tanto, resulta difícil entender que 270.000 personas o entidades se encuentren en un limbo en el que esperan que un día los jueces decidan que, por fin, hay que aplicar una sentencia que en su momento dictaron.

Porque si no, habrá que decir con Miguel Hernández que las sentencias, como las cárceles,
se arrastran por la humedad del mundo,
van por la tenebrosa vía de los juzgados:
buscan a un hombre, buscan a un pueblo, lo persiguen,
lo absorben, se lo tragan”.


Para que no se lo traguen. Que sea la Justicia algo en lo que creer y apoyar.

Los 270.000
Comentarios