jueves. 25.04.2024

Lo que sí puede hacer el Gobierno a pesar de los mercados, Bruselas y el PP

NUEVATRIBUNA.ES - 7.10.2010...porque ha aumentado su distancia de intención de voto respecto al PSOE y cree asegurada la llegada del Gran Vago a la Moncloa, que es lo único que le interesa. Podemos concluir que entonces ha sido un éxito porque ha dejado satisfechos a todos. Pero ahora se impone un minuto de reflexión por parte de la izquierda no gubernamental y los sindicatos; en cambio, no exijo la reflexión a la derecha -en concreto al P.
NUEVATRIBUNA.ES - 7.10.2010

...porque ha aumentado su distancia de intención de voto respecto al PSOE y cree asegurada la llegada del Gran Vago a la Moncloa, que es lo único que le interesa. Podemos concluir que entonces ha sido un éxito porque ha dejado satisfechos a todos. Pero ahora se impone un minuto de reflexión por parte de la izquierda no gubernamental y los sindicatos; en cambio, no exijo la reflexión a la derecha -en concreto al P. P- porque nunca han tenido esa capacidad como colectivo. En la derecha, el último que pensaba o reflexionaba fue quizá Cánovas del Castillo y de eso hace tiempo. Adelanto que mi punto de vista es que tanto los sindicatos como la izquierda gubernamental o afín se han metido en una jaula de oro de la que ciertos tópicos les impiden salir.

El Gobierno sí que está en una jaula, aunque no sea de oro, que le han fabricado los llamados finamente mercados financieros, las exigencias de Bruselas, el P.P. y la actitud golpista y de linchamiento de la derecha (que es casi toda la mediática) hacia la persona de Zapatero y contra los sindicatos. Ambos no han logrado defenderse, uno porque no sabe o ya no puede, los otros -los sindicatos- porque parecen, según declaraciones de algunos sindicalistas, perplejos de que la derecha mediática y alguna elementa del P.P. -como la señora Aguirre, pretendiente al trono monclovita- les intenten destruir mediáticamente. Volviendo al Gobierno, a todos los gobiernos de la Europa mediterránea, entramos ahora en un ataque de segunda trinchera. Los llamados mercados financieros, con la colaboración necesaria de las agencias de calificación, basaron sus ataques a las deudas soberanas de estos países en sus déficits, obligándoles por instituciones interpuestas (Bruselas) a imponer un calendario de acabamiento de los déficits. Y así se hizo con Grecia, dejándola en la bancarrota, porque un país pierde su solvencia cuando los tipos de interés que tiene que pagar para la renovación de la deuda es superior -y más si lo es notoriamente- a la tasa de crecimiento posible y prevista de su economía. La irracionalidad de los mercados impone pues criterios contradictorios porque sólo piensan en sus intereses presentes y perentorios, y luego ya se verá. Ello es así porque muchos de los fondos especulativos y no tan especulativos tienen problemas tanto de liquidez como de solvencia y necesitan hacer caja a corto plazo. No es que sean bobos -que también- sino que además se han fabricado su propia jaula, pero esperan salir de ella pisando sobre las cenizas de las jaulas de oro de los demás. Y ahora viene el ataque a la segunda trinchera. Una vez que ya han agotado los mercados financieros y especulativos su capacidad destructora mediante el objetivo de los déficits, ahora caen en la cuenta de lo que decíamos antes: que sin crecimiento no hay solvencia. Ahora ponen en duda el uno por la otra. Y el problema es que en economía no hay milagros y menos aún cuando los objetivos son contradictorios a corto y medio plazo: o se lucha contra los déficits o se crece, pero ambas cosas a la vez es un imposible. Los gobiernos de Grecia, Irlanda, España y Portugal no fueron capaces de luchar contra estos criterios y contra la derecha mediática que los avalaba desde la ignorancia. ¿Hay más trincheras? De momento no aparece pero podría aparecer: la inflación. Sólo hay que leer la historia económica del siglo XX. Pero esta tercera trinchera aún no despunta en la lontananza.

Para mayor gravedad, los gobiernos han reaccionado imponiendo medidas a sus opiniones públicas que se han presentado contradictorias entre los hechos y sus fines. Se dice ahora en España -pero igualmente en el resto de los países- que la reforma laboral no servirá para crear puestos de trabajo y que la venidera reforma de las pensiones no es perentoria. ¿Porqué se hacen o se presentan ahora con tanta premura? Se reconoce sotto voce que vienen impuestas por los llamados mercados financieros y no por los supuestos efectos que se presuponen. Es un caso de histerismo institucional, compartido por los especuladores y los gobiernos y patrocinado por Bruselas. Ante esta neurosis institucional, tarde o temprano los gobiernos más afectados han de plantarse ante los mercados -y mejor cuanto antes y en comandita- y optar por pagar algunos cientos de millones por la prima del diferencial de intereses antes que hundir la economía aún más si cabe. No queda otra porque los especuladores no van a parar. Ya lo hicieron hace dos décadas con la serpiente monetaria, obligando a la devaluación de la peseta y de la lira, y a la libra la sacaron del sistema. Y eso por no remontarnos más atrás o más adelante. El problema es que ahora la Unión Europea, la Unión Monetaria, se ha convertido en colaborador necesario de los especuladores, que son los que determinan a quienes prestan el dinero suficiente que permita que bajen o no crezcan los tipos. Y aún así, a pesar de que los gobiernos griego e irlandés han seguido a pie juntillas las recomendaciones de Bruselas, de los especuladores (mercados financieros), de las agencias de calificación y del FMI, han situado en la quiebra técnica a Grecia y a Irlanda. Con Portugal están a punto de conseguirlo. Con España lo han intentado. De momento no lo han conseguido, pero no soltarán la presa hasta que España empiece a crecer a pesar de la política de contención del déficit. Es curioso de que no existe evidencia empírica de que una política deliberada de contención brusca del déficit haya permitido salir de la crisis a ningún país; ha sido justamente lo contrario: creciendo es como se ha amortizado la deuda -que es la suma de los déficit del pasado-, cosa que hizo España en el primer y parte del segundo gobierno de Zapatero. Y sin embargo, los contables de Bruselas, los del FMI, la derecha mediática ignorante e incluso Mr. Mafo, siguen recomendando lo contrario de la evidencia histórica: ¿de dónde han salido estos tipos?

A pesar de todo hay margen de maniobra, pero en temas que se apartan del debate de si déficit primero y crecimiento después o al revés. Veamos algunas medidas que pueden tomarse a corto y a medio plazo para buscar la senda de la jaula de los mercados, de Bruselas y de las políticas a las que obligan.

a) Reforma laboral. Hay una medida que debieran exigir los sindicatos, aparte de la consabida petición de retirada de la reforma. Una medida en positivo y no sólo la del no. Antes una reflexión. Es cierto que nuestro mercado es dual por la creación de los contratos temporales desde la época de Felipe González. Incluso ahora, después de la reforma que pretendía, según sus autores, acabar con la temporalidad, la temporalidad ha subido. Sin embargo -y esta es mi opinión- con esa dualidad no se acaba con medidas meramente jurídicas, meramente normativas, si éstas dependen de un supuesto buen comportamiento de los empresarios y contratadotes. Creo que más eficaz sería dividir el salario mínimo en dos: uno para lo contratos temporales y otro para los indefinidos, siendo mucho mayor el nivel mínimo de los temporales que el de los indefinidos. Esta medida tiene una racionalidad económica que ni los propios sindicatos han valorado. Para empezar, permitiría dejar en evidencia a los empresarios. De esta forma tendrían realmente los empresarios dos alternativas para gestionar laboralmente la empresa: contratar temporalmente y pagar más caros los costes laborales mensualmente o contratar de forma indefinida y pagar más caros los costes de despido. Por supuesto y complementariamente, debería producirse un aumento sustancial de ambos salarios mínimos porque el actual no serviría para estos fines. Con salarios bajos no se moderniza ningún país. Hay que ir a lo que se conoce en la literatura económica como salarios de eficiencia. Una alternativa así permitiría a las empresas y a los verdaderos empresarios montar empresas con una mayor proporción de contratos temporales al principio, para consolidar la empresa posteriormente con una mayor contratación indefinida. Una medida así permitiría a los verdaderos empresarios desalojar del mercado a los que montan chiringuitos sin más fin que hacer caja a corto plazo, defraudando a Hacienda, a la Seguridad Social y a sus trabajadores. Además, la graduación del salario mínimo evitaría a los gobiernos los saltos bruscos y en el vacío que suponen las reformas meramente jurídicas, como la actual, sobre las causas del despido. Desgraciadamente, esta posibilidad no ha sido contemplada ni siquiera por los propios sindicatos y se han quedado empantanados en el no y en lo meramente jurídico, como si el BOE pudiera crear puestos de trabajo por sí sólo. Las medidas jurídicas pueden garantizar o ayudar a garantizar derechos laborales de los que tienen empleo, pero no pueden obligar a crearlo. Eso es así en el sistema actual, el capitalista, y no depende de que estemos en una economía de mercado porque el mercado seguirá existiendo, como diría Marx, en cualquier modo de producción. No es que no sean deseables otras medidas complementarias a estas, pero en mi opinión esta sería imprescindible

b) Tamaño de lo público. España ha llevado un retraso secular en el tamaño de lo público respecto al conjunto de la economía en comparación con los países centrales europeos (Francia, Alemania, Holanda) y mucho más respecto a los nórdicos. Según datos de Eurostat, el tamaño relativo de lo público en la Europa de los 16 era de media del 44,4% a finales del 2009 y la cifra era similar respecto a la Europa de los 27 (44%); para España Eurostat lo cuantifica en un 34,7%, ¡casi 10 puntos menos de porcentaje! Si nuestro PIB es de 1,051 billones de euros, eso supone que el sector público -o lo público en términos generales- sufre un retraso respecto sólo a la media europea de ¡100.000 millones de euros! Sólo con este dato, los sindicatos tienen una respuesta evidente al Gobierno que no puede ser contestada por Bruselas: aumente usted un punto por año el Sector Público, los ingresos públicos, las decisiones desde lo público mediante las pertinentes reformas fiscales, al igual que hace por media el resto del club de Europa; obtenga y aumente por este motivo estos millones marginales en el Presupuesto, y cuando lo haya hecho hablamos de la reforma de las pensiones. Además devuelva usted a los pensionistas y a los funcionarios lo que les ha quitado. Los datos son irrefutables. Sólo tiene el presidente saber traducir government revenue por ingresos públicos y GDP por PIB: nada más. La referencia en Internet viene a pie de página (1).

c) Lucha contra el fraude. Se han hecho estudios, aunque ya no tan recientes, que estimaban el nivel de la economía sumergida en España del 20%. Sabemos que en los momentos de crisis esta aumenta, por lo que este mínimo, aunque hubiera bajado en la reciente época de bonanza, ha debido de aumentar y alcanzar una cifra similar. De hecho, ha sido sospechosa la tremenda bajada de la recaudación de los impuestos del IVA y Sociedades del año 2009 y su recuperación posterior. Esta bajada ha supuesto más del 60% del déficit que no se justifica -sobre todo en el caso del IVA- con la caída de la actividad económica. Pues bien, si los ingresos públicos -que son en más de un 90% fiscales y de los cotizantes de la Seguridad Social- han sido en el año 2009 de 365.000 millones de euros (un 34,7% sobre 1.051.151 millones de PIB, según datos de Eurostat), ello supone que el conjunto de las Administraciones Públicas han dejado de recaudar por efecto de la sumersión una cifra en torno a 73.000 millones de euros (un 20% sobre 365.000 millones de ingresos públicos). Eso, suponiendo que la recaudación potencial de lo sumergido es equivalente (isomorfa) a lo recaudado, cuando cabe pensar que debe ser mayor la proporción de lo no recaudado precisamente porque lo sumergido y lo defraudado se auto-alimentan. Si sumamos estos 73.000 millones de menor recaudación por lo sumergido con los 100.000 millones derivados de nuestro deficiente tamaño público, eso supone que el tamaño de lo público podría aumentar ¡casi un 50% respecto al actual! sin que Bruselas lo pueda impedir y sólo con las lamentaciones de las fuerzas de la derecha política (el P.P) y de los medios de comunicación afines. Más fácil aún para los sindicatos en sus reivindicaciones y en sus negociaciones próximas. Y más aún teniendo en cuenta que cuando llegue Rajoy a la Moncloa en el 2012, hay que recomenzar de nuevo la lucha, no sólo por estos motivos, sino por los atentados desde el BOE que sufrirán además los derechos civiles, la ley de la dependencia, la privatización de la Sanidad Pública, la Educación, la investigación, la Cultura, etc.

d) Banca Pública. La creación de un sector del crédito público es imprescindible, no tanto para esta crisis, sino para las venideras. Da igual que la causa de la crisis se haya residenciado en el sector financiero como creen algunos o que éste la haya alimentado como creemos otros. El caso es que el sector privado y único del sector financiero de los países occidentales ha coadyuvado a la crisis, potenciando y abaratando el crédito en los momentos de auge especulativo -principalmente inmobiliario- y ha potenciado aún más la depresión en estos momentos, restringiendo el crédito, incluso a pesar suyo, por la necesidad de priorizar la solvencia de las entidades. Es un caso más de cómo los intereses privados, cuya guía son las cuentas de resultados, están en contradicción con los intereses generales. Adam Smith estaba equivocado por más que los neoliberales que detentan el poder económico -no me refiero ahora a los gobiernos- hayan convertido el libro del escocés en la biblia o el corán de los mercados, en el santo y seña de su ideología. Un sector del crédito público debería tener una política crediticia y avalística anticrisis y contracíclica, aminorando el crédito en los momentos de bonanza y potenciándolo en los momentos de crisis, siempre con efectos compensatorios de la actuación de los sectores privados del crédito. Ello llevaría inevitablemente a un aumento marginal de la morosidad y la incobrabilidad en esta banca pública. Pues bien, ese aumento marginal -y sólo ese- lo pagaría el resto del sector privado inversamente proporcional a su comportamiento crediticio y avalístico, pagando y aportando más a un fondo a crear aquellas entidades de crédito más remisas a la concesión del crédito y menos las más activas a pesar la crisis. Esta reforma es imprescindible. Bruselas puede poner todo tipo de objeciones, pero ha permitido no sólo la intervención de lo público en la crisis, sino ¡la compra de bancos enteros! en Irlanda, Reino Unido, Francia, Alemania, Bélgica, etc. Si ello no se permitiera habría que abrir un debate que ya debiera estar abierto por el resto de la actuación de la Unión Monetaria, el BCE, el ECOFIN, etc.: ¡así, no! ¡Con esta política monetaria y económica de la UE no queremos estar en la Unión! Al menos, como el Reino Unido, ¡no queremos estar en la Unión Monetaria!

Hay otras reformas más a medio plazo, como la vuelta al menos al control del sector energético mediante algo más que la acción de oro que se cargó el nefasto Aznar; una reforma de la educación profesional y no la que ahora se halla en debate; una reforma fiscal en profundidad para que paguen más lo que más tienen; un debate sobre el modelo de Estado para ir a un estado federal sin privilegios autonómicos, etc., pero las anteriores, en mi opinión, son imprescindibles.

En cuanto a los sindicatos quizá no sea yo quién para decir lo que deben hacer o reivindicar, pero creo que tal como están estructurados internamente no les resulta fácil una reflexión de verdad, a fondo, cuestionándose todo, en lugar de permanecer a la espera y a la defensiva de los grandes cambios que otros proponen. La visión del sindicalismo como mero gestor de las condiciones laborales se ha quedado obsoleta. La posibilidad de que los sindicalistas discutan de política económica, de fiscalidad, de modelo de Estado, de Presupuestos, de lo ecológico, etc. aterra a la derecha, que quiere ver a los sindicatos constreñidos a lo clásico, a la negociación colectiva que aún esta desagregada empresa por empresa, como mucho. Pero para dar estos pasos adelante necesitan renovarse los sindicatos de arriba abajo, con el fin de que sean más fuertes, de que lleguen a más, de que sean ejemplares, tanto como instituciones privadas como por lo que se refiere a los miembros que los componen. En mi opinión, deben abandonar definitivamente tópicos y milongas como la de las bondades y posibilidades de cambios de modelo para crear empleo, por ejemplo. No había modelo más creador de empleo que el que teníamos. Lo que pasa es que era insostenible económicamente y éticamente repugnante. Se basaba ciertamente en la especulación y en el efecto Ponzi. Eso se ha acabado por el momento, aunque volverá porque el crecimiento sobre el ladrillo siempre vuelve como el turrón, aunque sus ciclos son superiores a un año. Los sindicatos deben saber además que el Gobierno Central y el conjunto de los gobiernos autonómicos no tienen poder económico ni político para cambiar de modelo. No estamos en una economía planificada, ni siquiera en lo o desde lo público. Estamos en una economía de mercado, donde las decisiones de inversión las toman los empresarios mirando sus cuentas de resultados y no los intereses generales del país. Esto es el capitalismo en el que estamos, nos guste o no nos guste. Lo sindicatos deben saber también que el maná del I+D+i sólo da para crear unos cuantos miles de puestos de trabajo. Es imprescindible la investigación, la innovación para subsistir en el mundo actual dada la situación económica de España, su historia reciente y su situación geográfica, pero nada más. El I+D+i es una migaja en el pan del empleo que hay que cocinar. Cuanto antes se convenzan los sindicalistas mejor, porque si no les puede pasar lo que les ha pasado al Sr. Toxo y al Sr. Méndez: casi dos años negociando para nada. También deben convencerse de que tarde o temprano el Pacto de Toledo ha de romperse. Hasta el P.P. habla de que hay que negociar las pensiones dentro de ese pacto. No es que las pensiones estén en peligro a corto y a medio plazo en un sistema de reparto como el español, pero sí lo pueden estar las pensiones contributivas si estas han de depender exclusivamente y para siempre de las cotizaciones, porque la relación entre pasivos y activos, entre beneficiarios y cotizantes, aumentará ineludiblemente por al menos dos motivos: porque vivimos más y porque queremos vivir sanos. Con los 173.000 millones de euros de déficit de lo público que he calculado antes se asegura la solidez del sistema, pero con la condición de que tarde o temprano una parte de las pensiones contributivas se paguen con los impuestos. ¿En qué biblia económica está escrito que el monto de las pensiones contributivas tiene que ser menor o igual que el monto de lo recaudado por las cotizaciones?

Antonio Mora Plaza - Economista

1) > PDF: Eurostat: euroindicators





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