miércoles. 24.04.2024

Lo que parece es, lo que parece ser

No es muy conocido que Darwin comenzó a especular en 1830 sobre la relación de las emociones, expresiones y la herencia, cuando viajaba en el HMS Beagle. Posteriormente, en 1868, diseñó un experimento con el que pretendía obtener respuestas a esas cuestiones. Tan interesante es el tema que, recientemente, se ha llevado a cabo un experimento en la Universidad de Cambridge, intentando repetir aquél.

No es muy conocido que Darwin comenzó a especular en 1830 sobre la relación de las emociones, expresiones y la herencia, cuando viajaba en el HMS Beagle. Posteriormente, en 1868, diseñó un experimento con el que pretendía obtener respuestas a esas cuestiones. Tan interesante es el tema que, recientemente, se ha llevado a cabo un experimento en la Universidad de Cambridge, intentando repetir aquél. Las respuestas obtenidas siguen de acuerdo con la teoría de Darwin de que ciertas expresiones y su reconocimiento, es universal. También soportan la sugerencia de Darwin de que las emociones complejas son mezcla de simples y esta puede ser la razón de la diversidad de respuestas que se han obtenido.

La Ciencia corre paralela a la experiencia vital que Pirandello plasmó magistralmente e la farsa que desarrolló en 1917, sobre el relato “La señora Frola y el Señor Ponza”,  que trata de la verdad, el contraste entre la realidad y la apariencia, entre lo verdadero y lo falso y que el escritor italiano pone en crisis en “Asi es, si así os parece”, escenificando una realidad objetiva que pueda interpretarse de forma unívoca a través de los instrumentos de la racionalidad.

Y vienen al caso, tales referencias, por cuanto estamos asistiendo a unos escenarios en los que un partido de gobierno, hoy en la oposición, seguramente por sus desaciertos, equivocaciones u errores, en todo caso inferiores en número e intensidad a los que adornan al hoy partido en el Gobierno, pero que se ve hostigado por algunos que dicen ser militantes de aquél, a su vez algunos de ellos implicados de forma directa en los tales errores de gobierno del pasado, y otros de ellos, también es verdad, con cierta vocación de marginalidad, lo que les acompaña en su biografía, poco comprometida con hechos, hasta ahora, y menos trabajada en los parámetros de compromiso.

Y el caso es, que los proponentes de un nuevo futuro, suelen enarbolar la bandera de la modernidad verbal e insisten en que la suya es, la verdad más reconfortante. No faltan los eufemismos para autocalificar tales conductas. Se quejan de un presente y pretenden prometer un futuro mejor. Pero sobre sus cabezas pende inextricablemente la evidencia del desacierto. Y es que Darwin lo apreció y Pirandello lo dramatizó: lo que parece es, lo que parece ser. Y si racionalizamos algo, observaremos que la lealtad es imperativa: el adversario no puede ser uno mismo. Es posible que las formas haya que afinarlas, recomponerlas, incluso rehacerlas. Pero lo que es el objetivo, y con ello la puntería, no puede ser uno mismo. Es, ciertamente, simple, si apuntamos todos en la dirección objetiva de las cosas, igual acertamos y todo, ¡ mira que bien ! Si no acierta el uno, el otro dará en la diana.

La satisfacción del deber cumplido solamente puede obtenerse cuando la Sociedad, a la que se debe un Partido Político, se ve mejorada por su actuación. Las consecuencias de las decisiones tienen que ser benefactoras para una sociedad ávida y precisada de aciertos. Todo lo que sea disgregar los efectivos, supone una diversidad más fácil de contrarrestar. Solamente la unidad de acción ha permitido en distintos momentos históricos, tomar el relevo para proponer alternativas a una Sociedad que se veía sometida a avatares  regresivos. Ahora, nada cambia en este sentido. Todo se mantiene conceptualmente. Eso sí, faltan las aportaciones de algunos que prefieren mantenerse en los palcos de la comodidad, apuntando hacia sí mismos y regodeándose en problemas particulares, de ombligo, dejando que los que maltratan a la Sociedad a la que aquéllos dicen deberse, no se despeinen, sin reparar que la obligación y el compromiso con la propia Sociedad es lo único a mantener a toda costa.

No es tiempo de romanticismos revolucionarios, ni de aventuras ni mucho menos de comportamientos mediocres, cuando las exigencias son de total entrega. Hay que asumir, de una vez, que las decisiones de los Congresos, Asambleas, y las voluntades colectivas son para tiempo, hasta que otro Congreso, otra Asamblea, otra voluntad colectiva otorgue el relevo. Mientras tanto, las ocurrencias solamente debilitan y los problemas, simplemente lo agravan. Esto lo enseña la vida, la experiencia, el sentido común y lo recoge la Historia, en muchas páginas, incluso mal escritas. No me gustaría, por nada del mundo, leer una de ellas, y mucho menos formar parte de una. Lamento que algunos no así no lo vean. El caso es que, como Darwin y Pirandello nos revelan, si así parece, es que es, no le den más vueltas. Si parece deslealtad, es que lo es, porque así lo parece y lo que parece es lo que parece ser, ¡Ah! y universalmente, Darwin dixit.

Lo que parece es, lo que parece ser