miércoles. 24.04.2024

Lléveme a la cárcel

A los ríos les llegan los afluentes por la izquierda y por la derecha. Nunca en vertical, porque esa verticalidad, agrandada por la ley de la gravead, podría romper el agua y convertir en una catástrofe su remanso. De hecho cuando el exceso de lluvia desborda los ríos, el agua se llena de odio, toma represalias contra la opresión del diluvio y trunca la amistad que tiene con sus alrededores.

A los ríos les llegan los afluentes por la izquierda y por la derecha. Nunca en vertical, porque esa verticalidad, agrandada por la ley de la gravead, podría romper el agua y convertir en una catástrofe su remanso. De hecho cuando el exceso de lluvia desborda los ríos, el agua se llena de odio, toma represalias contra la opresión del diluvio y trunca la amistad que tiene con sus alrededores.

Políticamente hablando derecha e izquierda deberían aportar su riqueza interior a la sociedad en la que se desarrollan. Pero habría que exigir la exclusión del odio, el rencor, la mentira compulsiva de los que desde la verticalidad de su perpetuo calambre vital se empeñan en dinamitar la convivencia pacífica de un país.

Vean ustedes lo que escribe el director de La Gaceta en su periódico del día 29 de enero: “Insisto. ¿Cómo es posible que Zapatero y su cuadrilla se hayan marchado con pensiones y condecoraciones y sin ninguna responsabilidad por lo que han hecho con España?” El insigne director sabe que “Zapatero y su cuadrilla” fueron elegidos por el pueblo soberano donde reside el poder de la palabra, de voto y de decisión de su propio destino. Pero este visionario del rencor bucea en su diccionario de odio y sólo encuentra desprecio, no sólo hacia un Presidente democráticamente elegido, sino hacia todos aquellos que llevaron a Zapatero a la presidencia del gobierno de España. Usted, señor Dávila, me odia porque voté socialismo. Me siento atacado y ofendido por su falta de respeto democrático que tiene por lo menos tanto valor como el voto que depositó usted eligiendo a quien quiso. No se tiene capacidad para dirigir un periódico cuando se vomita sobre sus columnas.

Desde que nos echamos encima la gozosa responsabilidad de la democracia es frecuente escuchar que todas las opiniones son respetables. La democracia se gesta en la honradez de la palabra y en la responsabilidad constructora de quien la pronuncia. Cuando de la palabra hacemos un veneno dosificado que contribuye a corroer esa democracia debemos estar alerta. Los dictadores son ante todo usurpadores de esa palabra y de la conciencia que encierra. Es fácil someter a unos ciudadanos y convertirlos en súbditos cuando le arrancamos su libertad de expresión.

Y contra esa postura debemos revelarnos porque de dictaduras tenemos experiencia y sentimos todavía la sangre coagulada de nuestros muertos.

Pues el ilustre director de La Gaceta escribe lo siguiente:“¿Quién ha dicho que los españoles no tengamos que pedir responsabilidades, más allá de las políticas, a Zapatero y a su tribu de zoquetes sectarios? ¿Cómo son capaces dos ministros de aquel Gabinete de ineptos y mentirosos de presentarse ahora como rehabilitadores de la democracia contra la odiada “derecha”? La regeneración que está anunciando Rajoy tiene que estribar necesariamente en que gente tan nociva no se marche sin una pena y encima cobrando de nosotros una pensión” Mariano Rajoy no debe permitir que Zapatero se marche a su León natal, sino que debe pasar antes, junto con los que le rodearon en la responsabilidad de gobierno, por la cárcel. Ni pensión, ni condecoraciones, ni siquiera libertad. Penas y más penas por aumentar el paro, por la economía destruida en España y sólo en España. Y si lo apuraran un poco habría que llevarlos a una sierra lejana y construir un nuevo Valle de los caídos para gloria de la nación una, grande y libre.

Si Montoro anunció una descarga penal para los que infringieran el déficit, es lógico que Dávila exija cadenas, galeras y trabajos forzados para un presidente y supongo que para sus votantes.

Señor Dávila: yo voté a Zapatero. Apriete las esposas en mis muñecas. Sólo pido una celda acristalada para que no me salpique su vómito.

Lléveme a la cárcel
Comentarios