jueves. 25.04.2024

La lista de los 705 y el afilador de cuchillos

Rato y sus amistades conforman la famosa Lista de los 705. Afortunadamente ya no es posible un cambalache que impida el conocimiento de quiénes figuran en ese Gotha financiero.

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Rato y sus amistades conforman la famosa Lista de los 705. Afortunadamente ya no es posible un cambalache que impida el conocimiento de quiénes figuran en ese Gotha financiero. No es posible, digo, porque hay demasiada gente que conoce tan abarrotado elenco. Así pues, el juego de cromos intercambiable en el mundo de la política, las asesorías de alto coturno, los grandes despachos de los picapleitos patrios y otras covachuelas, es  posible que no se dé. A lo sumo podría haber un pacto de no agresión corporativo para no tirarse los trastos a la cabeza o un juego minimalista de reproches con la idea de que la sangre no llegue al río.

Pero la lista la iremos conociendo, aunque sólo sea para gloria y prestigio de quienes la vayan publicando. A menos que todo acabe como el interrogante que Crispín formula, en el acto segundo de Los intereses creados (Jacinto Benavente): «Y ahora, Doctor, ese proceso, ¿habrá tierra bastante en la tierra para echarle encima?».Posiblemente hay «tierra en el mundo» para enterrar el asunto. No obstante, el problema es que hay demasiadas bocas que tapar y el silencio puede salir por el ojo de la cara. Esta sería una interpretación cínica del asunto. Sin embargo, hay un personal con la suficiente profesionalidad para no dejarse amordazar.

La Lista de los 705 tiene un personal demasiado sensible. Desde altas personalidades hasta mercachifles con dinero pueblan esa flora intestinal, esas venas abiertas de Celtiberia: togas y puñetas, entorchados de brigadier, birretes académicos, bastones de mando, ternes de la city, chiquilicuatros de aparente postín y gentes del bronce postmoderno. Una lista que pondrá de manifiesto el zoo en que se ha convertido España. ¿Cómo terminará todo ello? Ya veremos. De momento, es seguro que algunos estén ya fabricando los artificios jurídicos para sacarlos del atolladero.

Y mientras esto escribo, oigo el silbato del afilador de chuchillos, que ya no viene andando sino en moto, con su vieja musiquilla, ahora ampliada con su correspondiente altavoz.  No quiero que se me escape porque tengo algunas navajas melladas. 

La lista de los 705 y el afilador de cuchillos